OPINIÓN

El fin de una época espantosa

por Leocenis García Leocenis García

Jorge Rodríguez: Lo único que se acordó fue levantar las sanciones

Jamás en 25 años que he combatido a este gobierno, primero como estudiante, luego como periodista y empresario de medios, y en los últimos años como dirigente político, dije que este gobierno estaba caído. Y por primera vez se los digo. Y les voy a dar mis razones.

Es evidente en la calle el desgaste del gobierno y su fracaso económico. De hecho, la operación del Esequibo nació del intento de la cúpula del chavismo de buscar una salida al estancamiento, recuperar consensos y hasta conquistar la gloria.

Pero fracasó.

El llamado alacranato, que antes era para dividir a la oposición, no sirvió en esta elección, así que los fueron usando a cuentagotas para que saltaran al PSUV. Así, el partido de gobierno anunció con bombos cómo alcaldes alacranes y diputados saltaban a sus filas. Por supuesto que esta operación era rara, pero no estaba destinada a la oposición, sino al propio chavismo, para decirle a sus militantes que el presidente aún contaba con simpatías y que hasta sectores de la oposición se definían por él. Todo era burdo.

Pero claro está, la tragedia del gobierno no es que la oposición crea que va a perder, sino que sus militantes están convencidos de que no puede ganar. Es una desmoralización muy grande la del chavismo.

El presidente Maduro intentó llamarnos a un diálogo este año, pero un “diálogo” obviamente condicionado por las armas. Y todos los que dimos nuestras opiniones francamente fuimos perseguidos e inhabilitados.

El doctor Jorge Rodríguez nos convocó al Congreso. Fuimos. Todos. Políticos, Fedecámaras y las iglesias, pero minutos después el mismo psiquiatra que nos había dado un calmante nos cayó a patadas e inhabilitó a muchos de los partidos que habían ido ahí. Incluyendo al disidente Juan Barreto.

La tregua con la sociedad que surgió de esta iniciativa duró días, por no decir horas; semanas después el gobierno cerró negociaciones con Estados Unidos publicando fotos de una reunión privada en Qatar, inhabilitó a la sustituta de la candidata opositora que fue inhabilitada, y luego chantajeó a partidos para apoyar al candidato de Timoteo Zambrano, que por cierto decía hace poco que yo huía del país, cosa rara porque si alguien sabe que jamás he aceptado un centavo del gobierno es él, aquí estoy en mi oficina en Caracas, en fin.

Como si fuera poco, aparecieron denuncias de asesinatos extrajudiciales y extraterritoriales, también se multiplicaron los reclamos por los desaparecidos, tanto internos como desde el exterior, por gobiernos extranjeros.

Es cierto que, en el imaginario, la derrota del chavismo es algo muy difícil de concebir.

Pero la competencia electoral de hoy se asemeja a la fábula de la liebre y la tortuga. Mientras la candidatura de la oposición que queda viva, después de que nos mutilaron a todos, avanza sostenida y trabajosamente hacia la meta, los dirigentes chavistas, incluyendo el psiquiatra Rodríguez, dan por ganada la carrera antes de la señal de largada. Y así actúan. En vez de abrir las puertas a la participación, se encierran en la cúpula a repartirse la piel del oso que aún no han cazado.

Pero para una sociedad que rechaza ya masivamente al gobierno, para los muchos sectores que quieren borrar toda huella de connivencia -activa o pasiva- con el gobierno, el voto ha aparecido como la mejor alternativa.

El chavismo, que no tiene rostros carismáticos, ha puesto el acento en las consignas políticas, las caras de Maduro y la reivindicación de un discurso que nadie compra: el imperialismo y bla bla.

En la oposición, son tiempos de movilizaciones multitudinarias de gran espontaneidad; hay menos bombos y menos carteles que en el pasado, pero mucho entusiasmo. Hay hambre de participación luego de años de hibernación política.

Edmundo, un hombre de más de 80 años, ha convocado a “levantar banderas de unidad nacional” y pide garantías para el chavismo ante su inminente derrota.

No le interesa a nadie si Edmundo habla fuerte o no. Al contrario, lo que parece enamorar del candidato es su nula disposición a confrontar e insultar.

Mientras la oposición lidera la calle y la iniciativa, la campaña del chavismo que antes imponía la agenda hoy es sólo respuestas a las movilizaciones masivas de su adversario.

El jefe del Estado luce peor, y las responsabilidades de tal situación no recaen exclusivamente en él, sino en quienes diseñan y desarrollan su campaña, además de altos dirigentes del partido. Todo el mundo sabe quién dirige esa campaña.

El chavismo creyó que las primarias serían un medio para implosionar la oposición al ganar una enemiga de los partidos como María Corina, pero la inhabilitación lo que hizo fue unir a la oposición. La estrategia del gobierno cayó.

La judicialización de varios partidos políticos, tanto de derecha como de izquierda, así como la cancelación de otros como ProCiudadanos o el MAS para dispersar el voto opositor y disidente en general, no tuvo éxito. Fracasó.

La detención y «enjuiciamiento» de altos dirigentes del gobierno como mensaje «claro» de la lucha contra la corrupción a sus bases no tuvo el efecto esperado. Al contrario, el sector militar cayó en pánico cuando vio al otrora hermano del presidente preso y humillado, al tiempo que éste prometía una ley para encarcelar de por vida a los corruptos. Los corruptos, por cierto, están entre quienes administran el erario público.

La invisibilización de sectores disidentes y movimientos sociales, como el Partido Comunista, Redes, etc., fracasó. Estos son ahora una voz poderosa que revela lo que pasa en lo interno del gobierno.

El intento del gobierno -cosa que comprendo perfectamente- de designar a Manuel Rosales como el candidato de consenso de un sector de la oposición no sólo no ocurrió, sino que el propio gobierno intentó crear el bodrio del candidato de la tercera vía.  Disparándose a los pies.

Luego, la dispersión del voto opositor con la inscripción de 8 candidatos distintos al de la PUD nunca ocurrió. De hecho, hoy ninguno llega al 5%.

Sacarme de la carrera para acabar conmigo porque lideré varias encuestas una vez que inhabilitaron a María Corina no resultó. Al contrario, me hicieron un gran favor. Y sus alacranes dijeron que yo estaba loco, que manejaba dinero en cantidades y me apoyaban los gringos. El primer caso en el mundo donde a un loco los empresarios y americanos le apoyan. ¿Quiénes eran los locos?

El cálculo de que habría un llamado a la abstención como estrategia ante unas elecciones totalmente desiguales desde el punto de vista de recursos del Estado por parte de sectores de la derecha o de la ultraderecha nunca ocurrió. Al contrario, toda la oposición está llamando a participar y la participación será superior al 65%.

Las vallas que ordenaron poner en todo el país para que hubiese una caída en el voto opositor, al señalar a sus líderes como culpables de las sanciones, de los problemas económicos, de ser los representantes del imperio o traidores a la patria, no resultó.

La desmotivación del electorado opositor, basada en prejuicios hacia el órgano electoral CNE y en particular hacia su presidente, no tuvo éxito. Aunque Amoroso ataca a opositores y actúa como un militante del PSUV, la gente ni lo toma en cuenta y pide ir a votar.

Como decía el presidente Chávez citando la Biblia: «El que tenga oídos que oiga».