Quizá habría que preguntarse antes de escribir estas líneas: ¿salen las dictaduras con buenas maneras? A lo mejor la dictadura de Pinochet haya sido la única de toda la historia mundial que haya salido del poder por buenas maneras: referéndum consultivo, unidad de los partidos políticos, nombramiento como senador al propio Augusto Pinochet. Mientras que, en Venezuela, cuando se presentó el gobierno de un fin de semana por vacío de poder, del doctor Pedro Carmona, Teodoro Petkoff, enfurecido y enceguecido por el odio lo atacó por la televisión, y allí se cayó de platanazo su efímero mandato que solo pretendió sacarnos del miserable gobierno de Chávez.
Así mismo, la oposición venezolana ha pasado por múltiples etapas. En la primera etapa, la de la MUD (que da la casualidad de que en inglés significa “fango”) pasaron un buen rato viajando por el mundo denostando al gobierno de Chávez como gobierno autoritario (un vulgar pleonasmo) puesto que todos los gobiernos son autoritarios. Luego, cuando se anunció por fin la muerte de Chávez, mientras los estudiantes y la juventud se batía contra las fuerzas del orden, la MUD guardaba un respetuoso silencio como de luto, mientras el traspaso de poder se organizaba en La Habana. Posteriormente, en una etapa –todavía no escaldados– como un gran éxito se celebraron las elecciones en donde “ganó” la oposición con una votación que le aseguraba las dos terceras partes de los escaños de la Asamblea Nacional. Pero por obra de la magia jurídica del régimen se estableció una Asamblea Constituyente mediante la cual se le usurparon todas funciones a la Asamblea Nacional y se le otorgaron a esta Constituyente que jamás hizo Constitución nueva alguna. Simplemente fue un esperpento montado. Cuando Henry Ramos Allup fue presidente de la Asamblea Nacional perdió el tiempo valioso que se había ganado, porque se metió en un torneo de insultos contra el Poder Ejecutivo. Dicho sea de paso, Ramos Allup ha sido acusado –¿o quizá alabado en secreto?– en varias ocasiones de que su cuñado es un contratista habitual del actual gobierno madurista. Esto es lo que vulgarmente llaman los abogados “conflicto de intereses”.
Por fin en una etapa actualizada, se ideó por parte de la Asamblea controlada por la oposición un gobierno interino presidido por Juan Guaidó, el cual hasta nombró embajadores, renunciando el ingeniero Calderón Berti a ser embajador en Colombia, por causas aún no explicadas en forma detallada. Sea como sea, ahora se anuncia otra ruptura de un supuesto proceso de diálogo y de conversación entre el gobierno madurista con la oposición controlada o dirigida por Guaidó, y este anuncia que no puede haber elecciones, aunque sean regionales porque no hay garantías de que electoralmente se respeten los resultados. ¿No se acuerdan señores opositores de las elecciones que Henrique Capriles Radonski compitió y luego denunció fraude, pero le dio miedo llamar a la población a reclamar?
Al parecer, la oposición o las oposiciones –como hablan los voceros del gobierno– no parecen entender que la política tal como se practicaba en la antigua cuarta república se ha esfumado. Recuerdo el congreso o asamblea de partidos donde salió un candidato único de la izquierda que había elegido a Paz Galarraga como su candidato, y de paso fue derrotado en unas elecciones limpias por un Consejo Supremo Electoral al cual todos respetaban. Rómulo Betancourt y Rafael Caldera, ejercían una especie de tutela para evitar los golpes de Estado, y ejercer cierto protectorado institucional, que funcionaba a través de la Contraloría General de la República, la Corte Suprema de Justicia, el Ministerio Público. Todo eso y mucho más ha desaparecido, la politización y decadencia de las fuerzas armadas ha dado lugar a la entronización de un gobierno totalitario al cual los ciudadanos le tienen más miedo que respeto. Una justicia independiente no existe para nada. En los índices internacionales nuestro país aparece como el que tiene menos libertades económicas en el mundo, y Fedecámaras se da el lujo o la miseria de invitar a la vicepresidente a su Asamblea General.
Pero a lo mejor el peor escollo, lo constituya el que todos los partidos de la oposición, excepto el partido de Vente Venezuela de María Corina Machado, son socialistas, unos más que otros. El propio nuevo presidente de Fedecámaras lo reconoce en su discurso. También, no lo dijo astutamente el nuevo líder empresarial, la gran mayoría de los empresarios o muchos de ellos únicamente buscan alguna protección abierta o discreta del gobierno socialista de Maduro. A un profesor del IESA que funge siempre como cabildero de voceros empresariales le molesta de sobremanera la dolarización porque se esfuma su grato ambiente de tasas de interés reales negativas para prestar gratis y embargar los fondos de los pocos ahorristas en el espiral inflacionario que ha acompañado a la economía desde hace muchos años.
Creo que las ilusiones de que Maduro renunciara bajo un acuerdo internacional, garantizado por la OEA, o el famoso grupo de los veinte han desaparecido, y todos hemos perdido, el país las oposiciones, el propio gobierno madurista y sobre todo 5 millones de venezolanos que han salido del país gracias al socialismo real y de buena marca.