Para entender astronómicamente qué es una conjunción planetaria e interpretar la Estrella de Belén como tal desde cualquier otro un punto de vista (bíblico, teológico, astrológico, etc.) hay que entender primero qué son ellas: las conjunciones planetarias. Este es el tema de esta cuarta parte. Para ello es importante apoyarse en el material gráfico y suplementario que se dan en los enlaces de Internet indicados.
Para nosotros, el modelo heliocéntrico de nuestro sistema solar nos es familiar desde los primeros años de la escuela. Allí aprendimos que el astro rey se hace acompañar, hasta donde conocemos, por una corte de ocho planetas (más un “planetésimo”: Plutón), con sus respectivos satélites y una cantidad muy grande de cuerpos menores como los asteroides y cometas. En orden creciente a su distancia al Sol, recordamos que ellos son Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón [https://es.wikipedia.org/wiki/Sistema_solar] denominándose a los dos primeros, planetas interiores o inferiores y al resto, más distante que la Tierra, planetas exteriores o superiores. Coincidentemente y astronómicamente hablando, nosotros pertenecemos al tercer mundo de éstos. De los nueve, los dos interiores y los tres primeros exteriores son visibles a simple vista, siendo Venus el más brillante de todos por lo que es llamado lucero de la mañana o del atardecer según sea la época del año de su aparición; en la antigüedad estos planetas visibles eran reconocidos por sus movimientos propios contra el fondo estelar, en una cierta región del cielo llamada zodíaco (del griego: significa «círculo de animales», derivado de “zoidion”, diminutivo de «animal», y de kyklos,»círculo»).
En sus periplos alrededor del Sol, los planetas giran en sentido contrario a las agujas del reloj y a velocidades diferentes. A mayor distancia del Sol, mayor tiempo tarda en completar una vuelta y menor es su velocidad orbital instantánea respecto de los otros [https://es.wikipedia.org/wiki/Sistema_solar], conforme a las leyes de la mecánica celeste halladas por Kepler (citado en la parte III de este trabajo) y posteriormente confirmadas y completadas por el inglés Isaac Newton. Es natural suponer que de vez en cuando, los más internos sobrepasan a los más externos y cuando esto sucede, se ubican casi en línea recta con el Sol ya que sus órbitas, casi circulares, están prácticamente en un mismo plano (excluyendo la órbita de Plutón la cual ya es apreciablemente inclinada respecto de las demás).
La participación de la Tierra en una alineación con cualesquiera de los planetas visibles, depende si es interno o externo (inferior o superior). Si es interno, se da en dos formas: cuando el planeta pasa entre la Tierra y el Sol, en cuyo caso se tiene una conjunción geocéntrica inferior y, cuando el Sol es el que se interpone entre éste y la Tierra en cuyo caso se tiene una conjunción geocéntrica superior.
Algunas veces, en la primera de estas circunstancias, el planeta está tan cerca del plano de la órbita terrestre (eclíptica) que pasa exactamente por delante del Sol observándose (fotográficamente), desde la Tierra, un punto negro sobre el disco solar; a este pasaje se le denomina tránsito. En la segunda de estas circunstancias, el planeta no se observa porque es de día y además está por detrás del Sol.
Si es externo, también se da en dos formas: cuando el Sol se interpone entre éste y la Tierra, en cuyo caso también se denomina conjunción geocéntrica superior y no se ve porque está por detrás del Sol y, cuando la Tierra es la que se interpone entre éste y el Sol en cuyo caso se tiene una oposición.
En esta última situación, el planeta está diametralmente opuesto al Sol y se ve porque es de noche. Las oposiciones pueden presentarse en cualquier fecha y en cualquier parte del cielo nocturno. Todas estas configuraciones planetarias, están esquematizadas en https://www.elsoldepuebla.com.mx/doble-via/ciencia/que-es-la-oposicion-y-la-conjuncion-planetaria-ciencia-astronomia-5862882.html
Ahora bien, cuando dos planetas cualesquiera diferentes a la Tierra se alinean con el Sol, en donde este último se ubica en uno de los extremos de esta línea, se habla de una conjunción heliocéntrica, es decir, como vista desde el Sol.
En el caso particular de Júpiter y Saturno, planetas exteriores a la Tierra, las periodicidades orbitales respectivas son de 11,8622 y 29,4577 años terrestres. Cada 20 años, en un número redondo, Júpiter alcanza y rebasa a Saturno, entrando en conjunción heliocéntrica. Pero Júpiter es alcanzado y rebasado por la Tierra en aproximadamente un año, entrando en oposición. Por ello, cada 20 años, aproximadamente, estos tres planetas se alinean con el Sol, quedando éste de un lado de la Tierra (de día) y Júpiter y Saturno del otro lado (de noche). Algunos autores definen a esta disposición en el espacio, en la que participan estos tres planetas, como una triple conjunción o gran conjunción. Sin embargo, otros prefieren llamar triple conjunción cuando en el tiempo esta triple o gran conjunción se presenta tres veces en un lapso de meses, debido a la complejidad en el movimiento relativo entre ellos.
Hay que ser claros en el período arriba señalado; éste es sólo una aproximación por dos razones: primero, las velocidades angulares son diferentes dependiendo del punto de la órbita donde se encuentre el planeta; así, en el punto más cercano al Sol (perihelio), el planeta se mueve más rápido y en el punto más lejano (afelio), se mueve más lento. La velocidad tabulada en [https://es.wikipedia.org/wiki/Sistema_solar] representa un valor promedio. Segundo el período referido es estrictamente el tiempo entre conjunciones heliocéntricas y no geocéntricas. Como la Tierra se está moviendo por lo que este período sólo es un tiempo promedio.
Para ver cómo una triple conjunción sucede en el tiempo, tenemos que ir por partes.
En primer lugar, en la oposición de un planeta acurre algo interesante con su trayectoria vista desde la Tierra.
Al avanzar sobre Marte, o sobre Júpiter o sobre Saturno, la Tierra los alcanza y los deja atrás. Desde la Tierra parece como si el planeta se detuviera (primer punto estacionario) para luego retroceder durante un tiempo, hasta que se detiene nuevamente (segundo punto estacionario) y retoma su sentido original del movimiento. A esta situación se le conoce como movimiento retrógrado del planeta el cual, recalcamos, es aparente porque sólo se nota desde la Tierra. En realidad, el planeta no hace eso; él sigue con su movimiento orbital hacia delante visto desde fuera del Sistema Solar. Con la ayuda de la figura en [https://labuenaastrologia.com/2019/02/26/planetas-retrogrados-2019-un-hecho-y-una-oportunidad/] se puede visualizar lo que es el movimiento retrógrado de un planeta.
En la citada figura, el movimiento aparentemente retrógrado (en el sentido de las agujas del reloj) se explica fácilmente observando las posiciones de la Tierra en su órbita y las de un planeta exterior, tal como Marte. En momentos sucesivos indicados con los números 1, 2, 3, … 9, la posición aparente del planeta visto desde la Tierra en un instante dado, está determinada por el punto de intersección en el cielo de la recta que une cada posición de la Tierra con la correspondiente del planeta. Los puntos resultantes están indicados en la en la segunda figura de [https://es.wikipedia.org/wiki/Historia_de_la_observaci%C3%B3n_de_Marte]. De este modo, sobre el fondo de las estrellas, el planeta aparece a un observador terrestre primero con movimientos en sentido oeste-este, es decir en sentido directo; después retrocede cambiando al sentido contrario este-oeste, y finalmente, vuelve al movimiento directo. Así se comprende por qué los antiguos astrónomos miraban a los planetas como cuerpos errabundos en el espacio, a falta de un modelo planetario lógico y coherente; para ellos, estos movimientos directos y retrógrados tenían un significado especial porque estaban convencidos que la Tierra era el centro del Sistema Solar y del Universo. Observando la misma figura se ve que el movimiento retrógrado aparente se debe enfáticamente a las diferentes velocidades con que los distintos planetas giran alrededor del Sol. Este fenómeno se presenta también en los planetas interiores, en conjunción inferior, como puede verse intercambiando en la figura las órbitas de la Tierra y del planeta y prolongando en dirección opuesta las rectas que unen las posiciones simultáneas de los dos astros. Para simplificar, se dice que el camino descrito por el planeta sobre el cielo, tiene forma de Z y subtiende un «arco de retrogradación».
Su aspecto específico depende, no obstante, de varias causas, entre ellas la inclinación de la órbita del planeta sobre el plano de la eclíptica, por lo cual, en algunos casos, esta trayectoria puede tener la forma de una S, de un lazo o de una Z [https://respuestas.me/q/calcular-matema-ticamente-si-un-planeta-esta-en-aparente-movimiento-retro-62714953282] y [https://www.campus-astrologia.es/los-planetas-retrogrados/]. El tamaño angular de estas trayectorias o arcos de retrogradación es inversamente proporcional a la distancia del planeta, y el tiempo que dura en ser cubierto, es directamente proporcional a esa distancia. se puede inferir que un planeta más distante, tiene un movimiento de retrogradación en un arco más pequeño y el tiempo para cubrirlo es mucho mayor.
En la segunda figura del trabajo Star of Bethlehem – Messiah’s Star por Grady Dearman [http://asweetsavor.info/sa/Star_of_Bethlehem.pdf?i=1], p. 11, se explica como una triple conjunción toma lugar entre dos planetas exteriores. El diámetro de la órbita terrestre ha sido exagerado para mayor claridad. Los puntos 1, 2, … 12, son posiciones consecutivas de la Tierra en su órbita alrededor del Sol, o sea, que esa órbita se ha seccionado en doce arcos iguales. En esto mismos instantes, Júpiter describe un segmento de arco de su órbita, mientras que Saturno hace lo propio.
Un observador terrestre verá una alineación Júpiter-Saturno siempre y cuando los tres caigan en una línea recta como en la posición 3 (primera conjunción), la posición 8 (segunda conjunción) y la posición 9½ (tercera conjunción). En el caso mostrado en esta figura, tal observador terrestre verá tres de tales conjunciones en el espacio en pocos meses. Antes de la primera conjunción, el observador ve a Júpiter al oeste de Saturno. Después de la primera conjunción, Júpiter cae al este de Saturno. Después de la segunda y tercera conjunción, Júpiter está temporalmente otra vez al oeste. En la parte superior de la misma figura, se muestra como lucen en el cielo los movimientos de Saturno y Júpiter, vistos desde la Tierra, durante la triple conjunción representada en la parte inferior. Las líneas continuas marcan el instante de las tres conjunciones, cuando Júpiter y Saturno aparecen alineados en el sentido norte-sur.
Cuál planeta está al norte del otro, o cuál está encima y cuál debajo, depende de dónde ellos estén en sus órbitas, mutuamente inclinadas, durante el lapso de la conjunción. La figura demuestra, otra vez, que las triples conjunciones son el resultado de los movimientos aparentemente retrógrados (este-oeste en lugar del usual oeste-este) de los planetas contra el fondo estelar. Insistimos, por una parte, en que esto ocurre cuando la Tierra da alcance y pasa a los planetas exteriores que van más lentamente. Se hace la salvedad, aunque de hecho es obvio que, en las dos partes de esta figura, los planetas están proyectados en el plano del papel. Es claro que, en la figura anterior, lo real es que tanto uno como otro planeta están en profundidad en diferentes posiciones debido, como ya se ha dicho antes, a la inclinación mutua de sus órbitas. De igual manera, lo real en la figura que nos ocupa aquí es que tanto uno como otro planeta están en profundidad en diferentes posiciones, debido a que uno está más lejos que el otro.
De lo anterior podemos sacar algunas conclusiones por las cuales, podemos decir en palabras cuándo hay la posibilidad que una triple conjunción ocurra en el tiempo. Este fenómeno, para cualquier par de planetas determinados, se presenta únicamente cuando los instantes de sus oposiciones están muy cercanos. Si un planeta está en oposición, y un planeta más distante cae dentro de los límites del arco de retrogradación del primero, entonces este segundo planeta tiene que estar también cerca o en oposición; así, ambos arcos de retrogradación se emparejan o se cuadren. Si las oposiciones no están lo suficientemente cerca para que dichos arcos se emparejen o cuadren, entonces no hay chance de triple conjunción en el tiempo.
Si las oposiciones de dos planetas están cerca para que los arcos se emparejen o cuadren, el arco de retrogradación del planeta más cercano, por ser más grande, excede totalmente al del otro más distante, que es más pequeño. Por consiguiente, el primer punto estacionario del planeta más cercano se alcanzará después de que se alcance el del planeta más lejano. Y el segundo punto estacionario del planeta más cercano, se alcanzará antes que el del planeta más lejano. Como resultado habrá tres conjunciones: la primera toma lugar cuando ambos planetas se mueven en sentido directo. La segunda toma lugar durante el movimiento retrógrado de ambos planetas se mueven de nuevo en sentido directo. Puede haber conjunciones geocéntricas de dos planetas (cada cierto período), y no una triple temporal porque los arcos de retrogradación no tienen porque necesariamente que emparejarse siempre.
La expresión «gran conjunción» es arbitraria y no tiene definición oficial; la misma fue aplicada durante el Renacimiento a la alineación de los tres planetas exteriores visibles, es decir, Marte, Júpiter y Saturno, como el mismo Kepler lo hizo.
Las grandes conjunciones fueron aparentemente categorizadas, de acuerdo con los planetas involucrados en las mismas: mediana para conjunciones entre Marte y Saturno, menor cuando Marte se alineaba con Júpiter, grande para las conjunciones Júpiter-Saturno y mayor cuando estaban involucrados todos tres. Para evitar confusión y siempre que no se diga otra cosa, una triple conjunción, será a los efectos de este trabajo aquella GRAN conjunción, vista desde la Tierra, la cual se presenta tres veces en un lapso de meses y que es una de las que nos interesa como se verá más adelante.
En general, el movimiento de los planetas en torno al Sol hace que sus posiciones relativas entre ellos, vistas desde nuestro planeta, cambien con el tiempo. Por consiguiente, las conjunciones vistas desde acá pueden interpretarse como un acercamiento aparente en el cielo, que de vez en cuando se presentan entre los planetas. Algunas veces este encuentro es lo suficientemente cercano, para creer estar viendo un solo objeto celeste (como ocurrió al atardecer del pasado lunes 21 de diciembre de 2020 con Júpiter y Saturno y que nos recordó a la Estrella de Belén) evidentemente con un brillo mayor al de los planetas por separado; mientras más próximo sea el encuentro, más espectacular es a la vista sobre todo si en el mismo participan Júpiter y/o Venus quienes son los más brillantes de los planetas visibles.
En realidad una alineación en el sentido estricto de la palabra casi nunca o rara vez ocurre; los planos orbitales no están en el mismo plano de la eclíptica (este nombre se debe a la circunstancias de que todos los eclipses, tanto de Sol como de Luna, ocurren en este círculo imaginario) el cual, es generado por la órbita terrestre alrededor del Sol [http://agrega.juntadeandalucia.es/repositorio/27092016/14/es-an_2016092712_9172410/41_movimientos_de_traslacin.html].
Por eso, un planeta casi nunca o rara vez eclipsa u oculta totalmente a otro para que se dé una alineación perfecta. Es un fenómeno aún más raro que las triples conjunciones temporales. Hasta donde se sabe, el único caso registrado de una ocultación total de un planeta por otro fue el de la ocultación de Mercurio por Venus el cual, fue observado telescópicamente de día, el 28 de mayo de 1737, por John Bevis desde Greenwich (Inglaterra). Según estudios parciales hechos, se calcula que ha habido otras ocultaciones planetarias antes de ésta. Tales son: Marte ocultado por Venus, el 13 de octubre de 1590 (calendario juliano); Saturno ocultado por Marte, el 28 de enero de 1522 (calendario juliano).
A lo mejor han ocurrido otras ocultaciones entre los años 1500 y 1850 dado que, en el período en referencia, no se han examinado todavía sistemáticamente todas las conjunciones. Se sospecha que en el período de 1850 al 2000 no ha habido ni habrá ocultaciones planetarias que involucren los planetas localizados entre Júpiter y Mercurio inclusive y, probablemente, nadie sabe cuándo será la próxima ocultación planetaria a partir del próximo siglo. Una condición necesaria, pero no suficiente para que este fenómeno se dé, es que visto desde la Tierra el planeta ocultado tiene que estar más lejos del Sol que el planeta ocultador. Por ejemplo, Júpiter puede ser ocultado por Marte, pero Marte no por Júpiter; o Marte puede ser ocultado por Mercurio, pero Mercurio no por Marte. La única excepción se presenta con Mercurio-Venus. Mercurio puede ocultar a Venus cuando este último está cerca de su conjunción superior, o Venus a Mercurio cuando el primero está cerca de su conjunción inferior. Una ocultación planetaria puede ser parcial, anular o total. Puede ser anular (o total) para algunos observadores, y solamente parcial o aún rasante (sin ocultación) para otros lugares de la superficie terrestre.
¿Entonces?, ¿cuándo se considera que hay una conjunción planetaria? o ¿cuál es la separación mínima angular en el cielo, para considerarla como tal? Advierto que mi intención no es desanimarlos para que no prosigan con lectura, pero tampoco, es la de remitirlos o mandarlos a un texto de Astronomía y dejarlos en el aire. Inevitablemente, hay que contestar un poco técnicamente con el consentimiento de los que ya se saben todo lo que a continuación sigue.
La imagen que se tiene al observarse panorámicamente el cielo nocturno, es la de estar mirando por dentro una bóveda negra semi-esférica en la cual uno está en el centro y el borde de ella intersecta nuestro horizonte a lo largo de sus 360 grados, dándole a este último la apariencia circular y de separar el cielo de la tierra o del mar.
Estando uno ubicado a cero metros sobre el nivel del mar y en tierra llana como en el desierto, el llano, la sabana, etc., bien sea en el ecuador o cualesquiera de los polos, las estrellas vistas en sus respectivas bóvedas celestes en estos extremos del Mundo no son las mismas; en otras palabras, las estrellas que se ven desde el polo norte no son todas las que se ven desde el ecuador y mucho menos las que se ven desde el polo sur.
Las que nunca se ven, caen siempre por debajo del horizonte polar y nunca salen. Esto es válido para las que nunca se ven desde el polo sur y habrá estrellas polares que nunca se verán desde el ecuador. Con ello quiero decir que localmente, uno no tiene la visión completa de todo el cielo a menos que, nos montemos en un cohete y comencemos a ascender hasta divisar la Tierra, desde el espacio, como una esfera de polo a polo y al firmamento panorámicamente en todas direcciones; esto es casi imposible porque no somos astronautas o cosmonautas. El único chance que tenemos, para visualizar todos los objetos del cielo, es el de viajar de polo a polo y al mismo tiempo rotar con la Tierra. La visión, así obtenida, es la de una esfera negra sobre la cual todos ellos están esparcidos; esta superficie imaginaria, se llama la esfera celeste [http://agrega.juntadeandalucia.es/repositorio/27092016/14/es-an_2016092712_9172410/41_movimientos_de_traslacin.html], expresión que usaremos muy a menudo.
El meridiano del lugar, divide a su respectiva bóveda celeste en dos partes iguales y su proyección sobre el suelo se conoce como la línea norte-sur correspondiente. La perpendicular trazada desde nuestra posición hacia arriba, determina sobre la bóveda el cenit del lugar. Sobre esta superficie imaginaria, se tiene la ilusión óptica de estar viendo, incluyendo al Sol [https://es.wikipedia.org/wiki/Esfera_celeste], todos los objetos luminosos a la misma distancia lo cual, no es cierto; hay objetos más lejanos que otros y lo que se aprecia, es la proyección de éstos sobre esta semi-esfera. Y es interesante y hasta oportuno señalar que dado a la finitud en la velocidad de luz (300.000 Km/s), las imágenes de los objetos más alejados llegan más tarde que las de los más cercanos; así, por ejemplo, la imagen de la estrella más cercana a la Tierra, después del Sol, llamada Próxima Centauri (en la constelación del Centauro) tarda en llegar a nuestro planeta 4,6 años. Como la velocidad de la luz es constante y ésta desde Próxima Centauri tarda ese tiempo, una simple cuenta (recuerde que: velocidad = distancia/tiempo; luego, distancia = velocidad x tiempo) nos dice que la distancia de esta estrella es de 4,6 millones de kilómetros. Lo demás, que no sea del Sistema Solar, está más lejos.
Así, la estrella más brillante de todas las que se ven a simple vista en el cielo, se llama Sirio y es la estrella más brillante de la constelación del Perro Mayor; por eso, también se le conoce en el lenguaje técnico como Alfa Can Mayoris (alfa, por ser la más brillante de su constelación). Pues bien, la imagen de esta estrella está a una distancia de 8,8 millones de millones de kilómetros de la Tierra; algo así como el doble de la más cercana.
Por lo anterior, se puede inducir que la visión global del Universo visible a simple vista o el que no podemos ver, pero, captado aquí en la Tierra con instrumentos de exploración astronómica es, aunque usted no lo crea, materialmente una «fotografía» en cuatro dimensiones. Aún, cuando no tenemos ninguna percepción directa de las distancias estelares, lo que estamos viendo realmente es al espacio en profundidad, en sus clásicas tres dimensiones, y al tiempo y esto sencillamente por la finitud de la velocidad de la luz; dicho de otra manera, para un instante dado de observación, hay imágenes que son más viejas que otras.
Es más, se da el caso de estar viéndose todavía, objetos que para este momento ya han dejado de existir. A nuestra escala, las imágenes que recibimos en nuestros ojos de las cosas que nos rodean, son prácticamente instantáneas y nos inclinamos a pensar que las del espacio, que no lo son, también lo son. Resulta increíble ¿no es verdad?
No importando, entonces, la distancia a los objetos, la posición de los mismos sobre la esfera celeste o su bóveda local se hace, en forma elemental, sólo a través de dos ángulos o arcos trazados convenientemente.
Estos ángulos o arcos se miden y reciben nombres diferentes, respectivamente, en los diversos sistemas de referencia esféricos que se usan en astronomía esférica y de posición. Uno de estos sistemas es el de coordenadas eclípticas geocéntricas, el cual tiene como origen el centro de la Tierra y como referencia fundamental el plano de la eclíptica y la línea que va desde el origen hacia el equinoccio vernal. El equinoccio vernal es uno de los puntos, sobre la esfera celeste, perteneciente a la intersección entre el plano de la eclíptica y el plano del ecuador celeste (que es el plano del ecuador terrestre prolongado hacia el espacio, y cuya inclinación respecto a la eclíptica es de 23,5 grados). Este sistema así escogido es muy cómodo, porque los planetas se mueven, como ya se ha mencionado anteriormente, casi en este plano. Desde un astro cualquiera, el ángulo o arco subtendido al plano de la eclíptica se llama «latitud eclíptica» (rango de +90 a -90 grados) y de este último punto, el ángulo o arco subtendido en el sentido de las agujas del reloj hasta el equinoccio vernal (longitud cero), se denomina «longitud eclíptica» (rango de cero a 360 grados) [https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Coordenadas_Ecl%C3%ADpticas.png].
Por favor, déjenme algo más sobre el equinoccio vernal para su mejor comprensión y aceptación. Lo que se va a describir a continuación no se nota en un día sino en un año.
En la práctica, ¿dónde está ubicado este punto en el cielo? ¿hacia dónde mirar?
En el transcurso de un año, si uno se fija bien, el Sol nunca sale y se pone siempre por los mismos puntos sobre el horizonte. Para una localidad determinada y con el correr de los amaneceres, el Sol tiene un movimiento aparente de norte a sur y de sur a norte sobre el correspondiente horizonte cuando sale por el este. El día cuando sale por su extremo o límite norte, el Sol está en un punto de la esfera celeste llamado el solsticio de verano el cual ocurre cada 21 de junio y es el día más largo del año en lo que a luz solar se refiere.
A partir de este punto, el Sol cada día que pasa, sale cada vez más al sur de este extremo hasta que el 22 de diciembre, el día más corto del año en lo que a cantidad de horas de luz solar se refiere, sale por y llega a su extremo o límite sur. Ahora el Sol está en un punto de la esfera celeste denominado el solsticio de invierno.
El tarda un año para ir y regresar a cualesquiera de estos puntos extremos pero, cuando pasa por la mitad de este aparente recorrido sobre el horizonte al dirigirse del solsticio de verano al de invierno (de junio a diciembre), el Sol está ahora en un punto de la esfera celeste llamado equinoccio de otoño (cada 23 de septiembre); cuando pasa por la mitad de este aparente recorrido sobre el horizonte al dirigirse del solsticio de invierno al de verano (de Diciembre a junio), el Sol está ahora en un punto de la esfera celeste llamado equinoccio de primavera (cada 21 de marzo). Durante los equinoccios (del latín “aequinoctium”: “aequus”, igual y “nox”, noche), las longitudes de la noche y del día son iguales para todos los puntos de nuestro planeta (20-21 de marzo y 22-23 de septiembre).
El equinoccio vernal es precisamente el equinoccio de primavera el cual se encuentra ubicado en la constelación de Piscis. El equinoccio de otoño, está en la constelación de Virgo. Los puntos equinocciales, puntos de la esfera celeste pertenecientes a la intersección del ecuador celeste con el plano de la órbita terrestre o eclíptica, son puntos diametralmente opuestos por donde el Sol aparentemente pasa anualmente; lo mismo sucede con los solsticios. Desde el punto de vista de la órbita de la Tierra vista desde el espacio, los equinoccios corresponden a lo que se conoce en términos técnicos como nodos de la órbita.
Uno es el nodo ascendente (equinoccio otoñal) porque allí la Tierra cruza el ecuador celeste y asciende por encima de éste hasta llegar al solsticio de invierno; luego, comienza a descender hasta cruzar el ecuador celeste en el otro nodo llamado nodo descendente (equinoccio vernal) y sigue descendiendo hasta llegar al solsticio de verano. Este ascenso y descenso por la eclíptica se debe a la oblicuidad de ésta con respecto al ecuador celeste (23,5 grados).
Los solsticios marcan sobre la esfera celeste sendas circunferencias menores, paralelas al ecuador celeste, llamadas Trópico de Capricornio para la que contiene el solsticio de invierno y Trópico de Cáncer para la que contiene el solsticio de verano. La proyección de estas circunferencias sobre la Tierra, generan los paralelos terrestres conocidos por los mismos nombres y que demarcan la zona intertropical con las zonas templadas del planeta. Es bien sabido que cuando la Tierra sube y baja, desde el nodo ascendente hasta el descendente, se presentan consecutivamente las estaciones de otoño e invierno para el hemisferio norte y simultáneamente lo contrario para el sur y, cuando baja y vuelve a subir, desde el descendente hasta el ascendente, se presentan las de primavera y verano para el hemisferio norte y simultáneamente lo contrario para el sur.
Por otra parte, es bien sabido que con el paso de las estaciones la altura máxima del Sol sobre el horizonte (tránsito por el meridiano), varía día a día. Para el hemisferio norte, esta altura máxima es mínima en el solsticio de invierno y es función, a su vez, de la latitud; a mayor latitud, menor es la altura máxima en el solsticio de invierno. Lo contrario sucede en el hemisferio sur porque allí es verano. A partir de este solsticio (del latín “solstitium”: “solis”, Sol y “statio”, parada), para puntos del hemisferio norte, el Sol deja de bajar (parada aparente) y comienza a cruzar el meridiano diariamente a mayor altura en el solsticio de verano; para puntos del hemisferio sur, sucede lo contrario porque ahora allí es invierno.
Vista desde el Sol, la Tierra le da una vuelta a lo largo de la eclíptica en un año; visto desde la Tierra, el Sol parece darle la vuelta (360 grados) al cielo, también en un año, a lo largo de un camino que es precisamente la eclíptica y es así como está se ubica en el cielo: siguiendo al Sol a través de las constelaciones que cruza. ¿Cómo es eso, si el Sol no deja ver las estrellas de día porque lo tenemos de frente? Sencillamente identificando al alba la constelación por donde él va a salir. Nuestros antepasados ya sabían calcular la duración del año en días con este vaivén del Sol sobre el horizonte al amanecer.
Lo anterior quizá haya sido un repaso para muchos. A lo mejor esto se recuerda por el curso de Cosmografía que las generaciones anteriores a la nuestra, tomaron en la secundaria de la época, o por el curso de Geografía Universal que nosotros tomamos también en secundaria, o por el curso de Ciencias de la Tierra que actualmente las siguientes generaciones toman en la escuela básica. Espero que en estas breves explicaciones lo hayan recordado muy gustosamente.
Si hacemos girar este plano de la eclíptica 23,5 grados, alrededor del eje que corresponden a la línea de intersección del ecuador celeste con la eclíptica, el sistema de coordenadas anterior se ha transformado en otro ya que, ahora, su plano fundamentalmente de referencia es precisamente el ecuador celeste y no la eclíptica, como antes, pero lo que si se mantiene igual es el equinoccio vernal (punto cero). Desde un astro cualquiera, el ángulo subtendido al plano del ecuador celeste se llama «declinación» (rango entre +90 y -90 grados) y desde este último punto, el ángulo subtendido en el sentido de las agujas del reloj hasta el equinoccio vernal, se denomina «ascensión recta» (rango entre cero y 360 grados o de cero a 24 horas). A este sistema de coordenadas así definido, se le conoce con el nombre de sistemas de coordenadas celestes y ecuatoriales [https://es.wikipedia.org/wiki/Coordenadas_ecuatoriales].
Si me permiten una comparación mejor conocida, en Geografía localizamos los puntos sobre el globo terráqueo por medio de dos coordenadas llamadas latitud y longitud geográficas ¿verdad? Una, es el ángulo subtendido desde el punto al ecuador terrestre, la latitud y la otra, la longitud, es el ángulo sobre el ecuador terrestre entre este último punto y el meridiano de referencia, o longitud cero, el cual es conocido por el meridiano de Greenwich. Pues bien, ubicándonos imaginariamente en el centro del planeta Tierra, la latitud geográfica es a la declinación como la longitud geográfica es la ascensión recta. Los objetos sobre la superficie terrestre, sería equivalente a las estrellas proyectadas sobre la esfera celeste. Estos dos sistemas esféricos, el celeste ecuatorial y el geográfico, son semejantes.
Astronómicamente hablando y por definición, dos planetas están en cualesquiera de las conjunciones tipificadas anteriormente, o cuando sus longitudes eclípticas son iguales o, cuando sus ascensiones rectas son iguales. Pero como sus correspondientes se presenta tanto en ascensión recta como en longitud, pero igualmente, puede suceder que la misma, también en diferentes fechas, se dé triple en longitud y simple en ascensión recta; lo contrario, también es cierto. Se hace resaltar que una conjunción doble, en el tiempo, es imposible, ¿por qué? Le dejamos a usted…, si a usted, como ejercicio mental, la búsqueda de la respuesta.
Es importante hacer notar que con el devenir del tiempo las coordenadas referidas, de todos los objetos registrados en la esfera celeste, habrán de corregirse ya que el equinoccio vernal, el punto cero de la longitud eclíptica y de la ascensión recta, se desplaza hacia el oeste en el cielo, a lo largo de la eclíptica, a razón de 1 grado por cada 60 años ¿La causa? El movimiento de precesión de la Tierra el cual tiene un período de 26.000 años (26 milenios) y hace que el ecuador terrestre y por ende el ecuador celeste, bailen y no permanezcan fijos; de esta manera, la intersección con la eclíptica se corre paulatinamente por la cantidad citada [https://es.wikipedia.org/wiki/Movimientos_de_la_Tierra#/media/Archivo:Precession-sphere-ES.svg] . Debido a este efecto hace 2.000 años el equinoccio vernal o de primavera se encontraba en la constelación de Aries; luego, pasó a la de Acuario y ahora, como se dijo antes, se encuentra en la de Piscis. Por eso es que, a este punto, también se le conoce como primer punto de Aries. Asimismo, el equinoccio otoñal en aquel tiempo, se encontraba en la constelación de Libra y ahora, por el mismo efecto, se encuentra, como se dijo antes, en la de Virgo [no confundir constelación zodiacal con signo zodiacal; operacionalmente no es lo mismo. Consulte un libro de Astrología (no de Astronomía) para ver la diferencia].
En fin, una conjunción oficialmente formal o extra-oficialmente informal, bien sea esta última por exceso o por defecto, será simplemente para nosotros una reunión aparente en el cielo entre planetas o, inclusive, entre planetas y otros objetos como estrellas, asteroides y/o cometas, lo suficientemente cerrada como para llamar la atención no tanto por sus implicaciones físicas, que de hecho casi no existen por las distancias enormes entre los participantes en el fenómeno, sino más bien por el espectáculo que nos puedan ofrecer a quienes nos deleitamos y maravillamos con la observación y el disfrute de lo que alguien llamó con propiedad el «océano cósmico».
En un período de 796,4 años, Júpiter y Saturno se reúnen en la misma constelación zodiacal. Entonces, si la conjunción considerada por Kepler en diciembre de 1603 ocurrió en Escorpión, ésta tuvo que haber ocurrido también en esa misma constelación en diciembre del año 14 d.C. Y si la conjunción de abril de 1583, estudiada también por él, se presentó en Picis, la del 7 a.C. también tuvo que haber ocurrido en Picis, constelación que tenía para el pueblo judío un significado espiritual como se verá más adelante. Dicha conjunción fue triple en ambas coordenadas y su descripción, se haya contenida en la [https://uofgts.com/Magi.html] en donde las fechas, en su tercera corrección, corresponden a las conjunciones en longitud. Se estima que en esa oportunidad los planetas se acercaron, en promedio, no más de lo que mide en el cielo dos veces el diámetro aparente de la Luna llena (aproximadamente 1 grado).
Antes de este siglo, las más recientes de las raras triples conjunciones, entre Júpiter y Saturno, ocurrieron a finales del siglo 17 y en la segunda década del siglo 19. En la primera, en los años 1682-83, la conjunción fue triple en ambas coordenadas, pero, en la segunda, en el año de 1821, fue triple sólo en ascensión recta. Después, durante este siglo, el fenómeno se ha presentado coincidentemente dos veces. Una de ellas fue en los años 1940-41 cuando el 15 de agosto, 11 de octubre y 20 de febrero, la conjunción fue triple en ascensión recta y en la cual las separaciones angulares respectivas entre los planetas fueron para estas fechas de 1 grado 15 minutos, 1 grado 17 minutos y 1 grado 21 minutos. En esta conjunción, que también lo fue en longitud, Júpiter pasó al norte o por encima de Saturno en la constelación de Aries. La otra, la más reciente, fue observada en los años 1980-81 en la constelación de Virgo. La misma fue triple en ambas coordenadas. Se dio en longitud el 31 de diciembre, el 4 de marzo y el 24 de Julio, con separaciones aparentes respectivas de 1 grado 3 minutos, 1 grado 3 minutos y 1 grado 6 minutos. En ascensión recta se dio (año 81) el 14 de enero, el 19 de febrero y el 30 de Julio, siendo sus separaciones respectivas de 1 grado 9 minutos, 1 grado 9 minutos y 1 grado 12 minutos. Esta vez Júpiter pasó al Sur o por debajo de Saturno. A propósito, para tener una idea de las separaciones angulares indicadas, medio grado, o sea, 30 minutos, es más o menos el tamaño o diámetro aparente de la Luna llena; luego, 1 grado, será dos veces el tamaño de este objeto. La tercera figura de [https://escuelahuber.wordpress.com/2012/01/31/gran-conjuncion/] ofrece gráficamente los detalles de esta conjunción. Pasarán 258 años, es decir, aproximadamente 2 siglos y medio, para que se produzca otra vez este fenómeno: Esto será en los años 2238-39… en el ¡siglo 23! Pero no se decepcione; en el año 2000, conforme al período de casi 20 años, Júpiter y Saturno se reunirán de nuevo en conjunción simple en la constelación de Tauro, pasando el primero al norte o por encima del segundo. Esto ocurrirá el 31 de mayo cuando en ascensión recta, se acerquen hasta 1 grado 11 minutos: después, el 22 de junio, estos dos planetas estarán exactamente en conjunción heliocéntrica.
La famosa triple conjunción del año 7 a. C., calculada por Kepler y señalada por varios autores como la “Estrella de Belén” vista por los Reyes Magos, ¿realmente ocurrió? En la siguiente parte hablaremos de un descubrimiento arqueológico importante que presenta la primera evidencia histórica de que Kepler tenía razón.
@PenalozaMurillo