Como miembro del Observatorio de Propiedad de Cedice Libertad, cada año hago un balance sobre la situación de los derechos de propiedad. Esta vez no será la excepción. Pero a diferencia de otros años, quisiera ilustrar lo que fue este año, especialmente los últimos meses, con una escena de un capítulo de Friends.
En la serie, Chandler entra al apartamento de Joey y al verlo sentado y rodeado de envases vacíos de comida, le comenta: «no te ves bien». Joey le contesta «tuve que comerme todo lo que estaba en el refrigerador porque se dañó».
Joey llevado por las circunstancias consumió más de lo que necesitaba; no pudo guardar comida para después; consumió lo que no quería; posiblemente le caería mal tal cantidad de comida en tan poco tiempo. En resumen, fue una decisión con más costos que beneficios.
Sin embargo, aunque Joey tendría opciones si lo hubiera pensado mejor o se hubiera planificado, la decisión inicial de consumirlo todo antes de que se dañara es comprensible. Tal vez se puede pensar que se escogió un mal menor.
En una situación similar nos encontramos los venezolanos al recibir el pago de las utilidades en bolívares.
Al día de hoy, el precio oficial del dólar en Venezuela superó los 45 bolívares, lo que representa un alza del 15,8 % respecto al pasado 13 de octubre, cuando estuvo en 38,88 bolívares (https://www.infobae.com/venezuela/2024/11/14/el-precio-oficial-del-dolar-en-venezuela-sigue-al-alza-supero-el-piso-de-45-bolivares/).
Si consideramos el valor del dólar paralelo, la brecha entre éste y el oficial se acentúa cada día y «Tras 9 meses de relativa moderación y estabilidad, el mercado de divisas en el país comenzó a experimentar sobresaltos a finales de septiembre, hasta tener una diferencia de precios cercana al 25 % entre el llamado dólar oficial (41 bolívares por unidad) y el paralelo, que este lunes cerró de nuevo rozando los 50 bolívares por cada dólar estadounidense» (https://www.vozdeamerica.com/a/la-gran-brecha-entre-el-dolar-oficial-y-el-paralelo-en-venezuela-se-acentua-antes-de-navidad-bolivares-/7842560.html).
El bolívar pierde valor rápidamente y nadie quiere tenerlos. Estamos como Joey y su refrigerador dañado. Estamos tratando de deshacernos de los bolívares comprando dólares o comprando con bolívares lo que no necesitamos, pero parece ser una mejor opción que seguir perdiendo dinero al quedarnos con los bolívares.
Esta situación era inevitable al final del año con el aumento del gasto público para el pago de bonificaciones al sector público. Recordemos que la inflación no es un alza de precios (esto es un síntoma) sino un aumento de la oferta monetaria (esta es la causa). Hay una mayor circulación de bolívares por estas fechas ante una insuficiente demanda de ellos. La inflación siempre es un problema monetario y no puede trasladarse la responsabilidad a los comercios y empresas.
También debemos recordar la manipulación del mercado por parte del Estado que venimos señalando desde el año pasado. La tasa de cambio estuvo relativamente estable por la inyección de dólares desde el sector petrolero. Pero se trata de un paliativo que no resuelve el problema de fondo. Se trata además de distorsiones del mercado (manipulación de la oferta) por la intervención del Estado.
Al final, el venezolano en el año 2024 se encuentra en una situación muy similar a la de Joey. Para no quedarnos con bolívares completamente depreciados, hemos consumido más de lo que necesitábamos; no pudimos guardar para después; consumimos lo que no queríamos; y seguramente estas decisiones nos pasaran factura. Pero incluso estaremos peor que Joey, porque todas nuestras decisiones tienen un costo altísimo.
Hay distintas formas de violar los derechos de propiedad. La inflación también es un expolio. La inflación afecta directamente los derechos de propiedad. Lo que poseemos cada vez tiene menos valor. Cada día tenemos menos posibilidad de adquirir activos. No tenemos libertad para planificarnos o maniobrar. La propiedad no es sólo poseer algo, la propiedad es la posibilidad de llevar a cabo el proyecto de vida al que aspiramos.