La encrucijada política llegó a una nueva etapa. Tras la vacancia del golpista Pedro Castillo, ahora la investidura presidencial la asume Dina Boluarte, quien era la vicepresidente. Su asunción marcó la caída de un régimen que se fue desenmascarando conforme los indicios de corrupción iban encontrando asidero con testimonios clave desde la misma interna. Ahí tenemos a Salatiel Marrufo, Bruno Pacheco y más. Esto, sin embargo, no significa una “tregua”. La ahora primera jefa de Estado también estuvo incluida en esta supuesta red criminal de Palacio. Hace poco estuvo bajo la lupa de la Subcomisión Comisión de Acusaciones Constitucionales (SAC). Además, tiene una investigación preliminar pendiente con la Fiscalía por ser presunta cajera de los Dinámicos del Centro para financiar la campaña presidencial de Perú Libre. Y es imposible no citar su encuentro con Juan Carlos Monedero, el ideólogo de Podemos y exasesor del fallecido dictador bolivariano Hugo Chávez.
Si Dina Boluarte traicionó o no como apunta el congresista Guido Bellido es lo de menos. Lo que pesa es el historial de la ahora mandamás. Desde que llegó al poder con la cúpula chotana inmediatamente le dieron el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS). Fue la que estuvo más tiempo al mando de un portafolio con 16 meses, dejando atrás al prófugo Juan Silva (Transportes y Comunicaciones) y al investigado Geiner Alvarado (Vivienda).
En las últimas semanas estuvo marcando distancia convenientemente ante su posible sustitución, según el orden constitucional porque es la siguiente en la línea de mando, de Pedro Castillo. Primero no firmó el Acta de Consejo de Ministros. Con este documento el gabinete del entonces premier Aníbal Torres se interpretaba como un rechazo la improcedencia de la cuestión de confianza en el Congreso. Esto pese a que el mismo Tribunal Constitucional les había indicado que no podían hacerlo porque no es parte de sus competencias. Luego, cuando cayó este cuarto equipo ministerial, entró la conformada con Betssy Chávez a la cabeza. Aquí ya no se incluyó a Boluarte. Todo apuntaba que estaba en curso su preparación para tomar la posta del Ejecutivo.
Sin embargo, sus cartas no opacan los episodios que protagonizó durante este mandato. Desde la SAC venía siendo investigada por haber infringido la Constitución al hacer gestiones como ministra y como presidenta del Club Departamental Apurímac. La denunciaron porque habría hecho lobbys para el club mencionado. Su futuro era la inhabilitación, pero la absolvieron el pasado lunes 5 de diciembre. Irónicamente, el encargado del informe fue el congresista izquierdista de Cambio Democrático (Juntos por el Perú), Edgard Reymundo. El blindaje se tradujo en 13 votos: 9 de izquierda directa (como Perú Libre, Perú Democrático y otros); 3 de Acción Popular y 1 del congresista de Somos Perú, Hitler Saavedra.
Otra huella que tiene es la investigación pendiente con la Fiscalía. Tiene un proceso preliminar porque habría sido la persona que contabilizó el dinero que entró a la cuenta bancaria que servía para financiar la campaña presidencial de Pedro Castillo. También para otras movidas como la de asistir económicamente a la defensa legal de Vladimir Cerrón, quien está incluido en este caso. Esto la puso bajo la lupa porque, de acuerdo a hipótesis fiscal, parte de los montos recibidos eran provenientes de grupos criminales como Los Dinámicos del Centro, que es de Huancayo y que tenía como uno de sus negocios el tráfico de pasaportes. Respecto a su papel, esto fue revelado por su propio aliado Yuri Castro, perulibrense que participó en las últimas elecciones municipales por Lima.
A Boluarte también se le recuerda porque tuvo una reunión en julio del 2021 con Juan Carlos Monedero, ideólogo de Podemos y exasesor del fallecido dictador bolivariano Hugo Chávez. La línea está claramente marcada.
Además, se contradijo al asumir la investidura presidencial. En diciembre del año pasado dijo que iba a renunciar al aparato público si es que se destituía al entonces mandatario. Eso no pasó. No solo tomó la posta, sino que armó un discurso casi idéntico al de Pedro Castillo: una oda a los “nadies”.
Dina Boluarte no es el mejor postor para tomar las riendas de un país que se encuentra en una crisis aún sin fecha de expiración. La oposición debe estar atenta a la conformación de su gabinete y también a todos los movimientos que pueda articular por lo bajo.
Artículo publicado por el diario El Reporte de Perú
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