Dentro de dos días, el martes 6 de septiembre, tendré el privilegio de participar en el foro “El ideal bolivariano: del pasado al futuro, de México a Argentina”. Presentados por José Luis Cordeiro, ingeniero, economista y estudioso del futuro, y bajo la moderación de la filósofa, psicóloga y escritora Milagros López-Salvador Díaz, tendremos la ocasión de escuchar al diplomático, experto en relaciones internacionales e integración económica, autor de innumerables artículos sobre estas materias y otras afines, Héctor Casanueva, y al doctor en Historia, investigador principal del Real Instituto Elcano y escritor, Carlos Malamud.
Quiero recordar que Malamud es un muy reconocido estudioso de la historia de América Latina, autor de libros ineludibles sobre cuestiones como populismo, democracia, representación y legitimidad, financiamiento de la política, partidos políticos y muchos otros, fundamental por su Historia de América, publicada inicialmente en 1972 y que en 2010 volvió a las manos de los lectores, pero en una edición revisada y ampliada. Se trata de uno de esos libros referencia que cualquier interesado en el devenir de nuestro continente debe leer y atesorar en su biblioteca.
El año pasado, Malamud publicó El sueño de Bolívar y la manipulación bolivariana: falsificación de la historia e integración regional en América Latina. Arando en el mar y sembrando en el viento, que no solo interesa a los lectores venezolanos. Su irradiación tiene un alcance latinoamericano. Algo más: a Malamud no solo le interesa analizar los usos distorsionados de la figura histórica, con el propósito de intervenir en el debate del pasado. En su libro hay la voluntad de mirar hacia el futuro posible, una vez que las versiones interesadas de la historia de América Latina hayan sido puestas en el lugar donde deben permanecer: en la vitrina de las falsedades.
El libro de Malamud bien podría ser inscrito como una pieza de enorme valor, de una corriente historiográfica que, por fortuna, ha sido especialmente productiva en Venezuela: la que, desde distintas perspectivas, se ha concentrado en desmontar a Bolívar como figura mítica, y así devolverlo a su condición humana e histórica. Entre muchos otros, hay que recordar el libro publicado en 1969, El culto a Bolívar, de Germán Carrera Damas; el que circuló en 1982, Venezuela: Identidad y ruptura, de Ángel Bernardo Viso; el publicado en 1984, La Gran Colombia, una ilusión ilustrada, de Luis Castro Leyva; y el aparecido en 2003, El divino Bolívar. Ensayo de una religión republicana, de Elías Pino Iturrieta. Muy recientemente ha venido a sumarse el nuevo título de José Rodríguez Iturbe, Bolívar y la gestación de la patria criolla, que estudia a Bolívar a partir de una hipótesis reveladora: que el Libertador sería el modelo instigador del caudillismo militarista. Seguramente hay otros títulos más que pudieran mencionarse, pero estos son los que recuerdo mientras escribo este artículo.
Uno de los asuntos que ocupan al libro de Malamud consiste en precisar las diferencias conceptuales entre unidad e integración, deslinde inevitable para forjar una política efectiva de intercambio y colaboración entre las naciones del continente. La otra cuestión, que me interesa destacar aquí, es el paciente y documentado desmontaje con el que se ha pretendido erigir a Bolívar en el factor de origen y figura inspiradora de la integración de América Latina, bajo la rocambolesca consigna de la Patria Grande.
En una videoconferencia que se realizó en marzo de 2012 (disponible en YouTube), la entonces presidenta de Argentina, Cristina Fernández (hoy acorralada por la investigación que ha señalado su participación directa en una gigantesca trama de corrupción), acompañada por varios miembros de su gabinete, se conectó con Hugo Chávez, en compañía de sus ministros y del embajador de Argentina en Venezuela. En un ambiente de sainete, cuando Chávez aparece en pantalla, con el retrato de Néstor Kirchner a su espalda, la presidenta Fernández llora. Ese día se firmó el convenio “Patria Grande Conectada”, que daría cobertura a 50% de la población venezolana, con antenas y descodificadores y, según la señora, daría paso a “una televisión abierta, democrática, con pluralidad de voces”.
El convenio, anunciaron los dos gobernantes, conectaría a “toda la América del Sur”. En un momento Chávez dice: “Cumpliremos el sueño de Bolívar, San Martín, Perón, de Néstor, la unidad de Suramérica”. A continuación, añade algunas falsedades, por ejemplo, que la conectividad, antes de la revolución bolivariana, era “solo para las élites”. Entre las patrañas destacables que anunció, esta: que se le garantizaría la conectividad gratuita a los pueblos indígenas. “Tú sabes como amo yo los mapas, Cristina, la Patria Grande”, dijo a continuación. Y agregó: “Eso nos permitirá la soberanía, la seguridad, impulsar nuestros propios contenidos, no tendremos que ir allá a Estados Unidos, no (…) Esto forma parte de la integración suramericana”.
El caso que acabo de recordar no admite dudas: se manosea y falsea la frase de Bolívar sobre la “Patria Grande”; se la transforma en un supuesto “sueño”, en un proyecto político de integración que, en realidad, nunca existió tal como Chávez y sus aliados lo pretendieron y lo pretenden; y pone en evidencia cómo la manipulación retórica y política que invoca a Bolívar y la integración latinoamericana se ha utilizado ―y se utiliza― para anunciar acuerdos que no pasan del papel, inversiones que ocultan meros objetivos de corrupción, propaganda de dos regímenes, afines en el afán de perpetuarse en el poder, al costo que sea.
Es contra esa manipulación de la historia, de sus figuras descollantes, del pensamiento y las intenciones de quienes lideraron el proceso emancipatorio de América Latina, Bolívar entre ellos, que hay una acción fundamental de numerosos historiadores, Carlos Malamud y otros, que los lectores debemos acompañar leyendo sus libros, divulgando sus ideas, desmontando las falsedades y malversaciones políticas que realizan populistas, izquierdistas y miembros del clan delincuencial llamado Foro de Sao Paulo.