En su más reciente libro, titulado Plantas de los tepuyes (Giselle Petricca, Charles Brewer-Carías editores, Caracas 2024), Charles Brewer-Carías realiza un admirable inventario de la vegetación que habita en las cumbres de las mitológicas montañas de Guayana y Amazonas. En sus páginas están plasmadas las vivencias de sus 83 expediciones a 31 tepuyes, ilustrando con extraordinarias fotografías cada una de las especies que han sobrevivido desde hace 250 millones de años en esas “islas en el tiempo”, cuando el “supercontinente primordial” o Pangea, comenzó a separarse formando los actuales seis continentes. En sus 465 páginas, el lector podrá admirar los mecanismos de las “plantas carnívoras” heliamphoras y droseras, así como bromelias, navias, orquídeas, helechos, líquenes y algas, todas se caracterizan por ser especies únicas, testigos vivientes de la evolución del planeta. Brewer dedica un capítulo a un descubrimiento inusitado para la ciencia, los Bioespeleotemas, un extraño organismo, mitad mineral y mitad vegetal, que se ha reproducido en las cavernas de esas montañas y que científicos de diversas instituciones internacionales, incluyendo la NASA, se han interesado en la rareza de dicha especie, incluyendo las especulaciones sobre su origen extraterrestre, es decir, su arribo a la tierra transportado por un asteroide hace millones de años.
Como lo expresa su autor: “De las plantas maravillosas que mostraré en esta publicación, hay muchas que le resultarán completamente desconocidas a cualquier botánico que no haya visitado esas cumbres, en donde se han encontrado hasta el momento 885 plantas que son especies endémicas y distintas a las que crecen en cualquier otro lugar del planeta. La región que denominamos Provincia Biogeográfica del Pantepui es la más antigua del planeta y comprende las cumbres de las montañas o tepuyes (formaciones de arenisca y cuarcita), que se ubican entre los 1.500 y 3.000 metros sobre el nivel del mar en la región de Guayana. Los tepuyes se encuentran dispersos en esos territorios, pero relacionados entre sí como si fueran un inmenso archipiélago en medio de un mar de nubes”.
En la década de 1970, tuve el privilegio de participar en varias de sus expediciones a Guayana y Amazonas dirigidas por Brewer, realizando reportajes sobre sus descubrimientos. Charles Brewer-Carías (1938), Miembro de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela, así como de la Sociedad Venezolana de Ciencias naturales, es el más experimentado explorador de Guayana y Amazonas y un destacado naturalista, autor de los más importantes inventarios de etnobotánica de esas regiones al sur del Orinoco. Ha dirigido 245 expediciones a Guayana y Amazonas. Durante sus exploraciones ha estado acompañado por reconocidos científicos internacionales. En reconocimiento a su labor, 29 especies de plantas y animales han sido bautizados con su nombre. Para dejar testimonio de esas exploraciones ha publicado 14 libros profusamente ilustrados sobre esa vasta región y ha publicado decenas de trabajos académicos sobre sus descubrimientos en reconocidas publicaciones científicas, como el American Journal of Physical Anthropology, Economic Botany, Memoirs of The New York Botanical Garden, Michigan State University, entre otras, contribuyendo con sus estudios geográficos, espeleológicos, botánicos, zoológicos, etnológicos y antropológicos, realizados en sus exploraciones.
Pienso que el prólogo escrito por Brian M. Boom, Ph.D., director del New York Botanical Garden, resume la importancia de este libro. Este ilustre científico califica a Brewer-Carías como el más extraordinario explorador de El Mundo Perdido, haciendo alusión al libro de Arthur Conan Doyle que trata sobre una burbuja del jurásico que sobrevivió hasta el presente. “En los anales de la historia –comenta Boom- han quedado registrados los nombres de algunos de los más conocidos héroes de la exploración y de sus legendarios descubrimientos: en Asia, Roy Chapman Andrews, en África, David Livingstone y en Sur América, Alexander von Humboldt, solo por nombrar algunos. Pero desde mi punto de vista, a principios del XXI, existe un explorador cuyo nombre pertenece a la misma categoría de los exploradores y descubridores más importantes de todos los tiempos. Los lectores de Plantas de los tepuyes van a entender por qué́, a mi parecer, el autor de este libro es uno de esos exploradores. Yo conocí a Charles Brewer-Carías hace cuatro décadas, cuando me invitó a participar en la expedición al Cerro de la Neblina (1983-1987), un sitio remoto y selvático en el sur de Venezuela, en la frontera con Brasil, en la región conocida como “El Mundo Perdido”, para los lectores familiarizados con los escritos de Sir Arthur Conan Doyle. Sin duda, este ha sido el esfuerzo más notable de expedición alguna en la historia de las ciencias naturales de todo el mundo. Al tomar en consideración que en ésta participaron 145 investigadores de 24 organizaciones científicas y académicas de 6 países, expertos en 10 diferentes disciplinas científicas, esto representa un caudal de información científica sin precedente que no ha sido superado desde entonces”.
La lectura y asombro por la rara belleza de las especies fotografiadas y descritas en este libro coincide con inquietantes noticias de lo que sucede actualmente en esos territorios. Los que hemos explorado la región y convivido con sus indígenas, no podemos dejar de reflexionar y alertar sobre el ecocidio en progreso que allí sucede. El Amazonas venezolano forma parte del pulmón verde del planeta y constituye una de las más prodigiosas reservas de recursos naturales del mundo. Sus bosques pluviales tienen una antigüedad de 75 millones de años y sustentan el equilibrio climático al producir nubes, lluvias, agua y oxígeno para todo el planeta, sus especies de flora son únicas en el mundo. Las culturas milenarias de las etnias que allí habitan son un reservorio de la sabiduría ancestral de la humanidad. Sin embargo, es lamentable el estado de ingobernabilidad de esos territorios, donde la minería ilegal está arrasando indiscriminadamente la selva, utilizando mercurio en el proceso de extracción del oro, perjudicando los suelos y envenenando los ríos.
Libros como éste nos revelan la belleza e importancia de la vida que habita en las selvas de Guayana y Amazonas, su difusión contribuirá a crear conciencia sobre su preservación.