OPINIÓN

El Estado no tiene moral para decretar Navidad a un pueblo sufrido

por Rafael Narváez Rafael Narváez

La Navidad solo la disfrutarán la FANB, el TSJ y los Poderes Públicos. Como siempre en estos últimos 20 años, son los que podrán tener su Niño Jesús, sus buenas hallacas, pan de jamón y demás bebidas espirituosas. ¿Se puede decretar obligatoriamente una Navidad cuando en Venezuela existe un luto en el alma por la terrible situación del país, con tantos connacionales que han emigrado, tantos otros que han fallecido víctimas de la covid-19 y muchos a quienes se les han violado sus derechos humanos y garantías constitucionales? Como defensor de los derechos humanos rechazo la campaña para declarar el inicio de las fiestas decembrinas en una nación que se encuentra en una situación tan terrible como la venezolana. Difícil puede sentirse el pueblo feliz con tantos padecimientos producto de la indolencia de sus autoridades.

El Estado dice que se decreta Navidad desde el 15 de octubre, pero el Estado no tiene autoridad moral  cuando el país está sumergido en el hambre, en una crisis sanitaria, cuando es víctima de la represión y la violación de derechos humanos, cuando sufre el colapso de los servicios públicos y una hiperinflación que pulverizó el salario miserable de los trabajadores hasta convertirlo en sal y agua. Pretende ocultar una crisis con una alegría obligada, cuando hay más de 5 millones de venezolanos que migraron y no regresarán porque no hay calidad de vida, es una burla.

Cómo va a estar una población feliz por la llegada de la Navidad cuando no cuenta con agua y tiene que cargar tobos para poder abastecerse un poco del líquido; cómo van a estar de ánimo los venezolanos para celebrar cuando tienen que cocinar con leña porque no hay gas doméstico y la electricidad falla constantemente; cómo el venezolano va a planificar sus fiesta cuando no cuenta con el combustible que solo se le garantiza a los que que paguen en dólares a la corrupta y represiva GNB; cómo en definitiva va a sentirse en tiempos de Navidad cuando se han producido contagios y  tantas muertes por la covid-19, incluidos centenares de  médicos y trabajadores de la salud por la precariedad del sistema y porque no se les suministran los implementos de bioseguridad; cuando los ciudadanos que han decidido alzar la voz ante tanta desidia, amparados en el artículo 68 de la Constitución que establece el derecho a protestar de manera pacífica, han sido detenidos arbitrariamente o han sido víctimas de torturas, tratos crueles, inhumanos y degradantes.

Con 4 dólares de salario para un trabajador y 1 dólar de pensión para nuestros adultos mayores es difícil que cualquiera pueda comprar juguetes para los niños, hacer las hallacas y dulces, comprar un pan de jamón… es imposible tener Navidad. Serán oscuras y muy tristes. La Navidad nuevamente seguirá siendo para el Alto Mando Militar, los magistrados del TSJ y los altos cargos de los demás Poderes Públicos, los únicos que tienen privilegios y el derecho a una mejor calidad de vida. Pretender decretar la Navidad a un pueblo sufrido es una muestra del desprecio a la dignidad humana que tienen quienes están en el poder.

Estamos en presencia de un Estado hambreador, represivo y violador de derechos humanos.