OPINIÓN

El Estado fallido del poder central

por Eduardo Flores Eduardo Flores

Venezuela es un Estado fallido, pues en todos sus ámbitos no vemos algo más allá que decadencia, atraso y por supuesto un mal funcionamiento, todo consecuencia del querer arropar al país, poderes e instituciones, bajo el manto del poder central. Pero es allí, en el Ejecutivo nacional, donde se ha perdido el enfoque, hasta el punto de que se ha llegado al control social y político de la ciudadanía: la sociedad actúa en virtud y a merced del Estado, siempre a conveniencia de este y como este lo indica.

Ahora Venezuela está secuestrada, no existen separación de poderes ni mucho menos autonomías y libertades, se han perdido figuras públicas de envergadura como los gobernadores y alcaldes, para imponer a dedo simpatizantes del Estado en gobiernos locales paralelos y sin importar una elección popular, donde por cierto estas contiendas desde hace ya un buen tiempo vienen siendo pactadas y viciadas a conveniencia del régimen, así como funciona todo, a favor de quien dice ser presidente y los suyos, donde recoge aires buenos que terminarán siempre sirviéndole de salvavidas.

Se han perdido competencias y atribuciones, se ha dejado a un lado la seriedad y honestidad, para ir a un plano donde ya no hay vergüenza y se actúa hasta la fuerza, donde la bondad no existe y el delincuente es quien goza de inmunidad. Venezuela se ha perdido en un callejón sin salida llamado socialismo, que estableció e impuso un Estado comunal que nos llevó al fracaso y la improductividad total, donde se acostumbró a que el ciudadano viviese de las migajas que le da el Estado y donde se le inculcó que sin el señor Estado no tendría el sustento para vivir, así fue como se nos implantó un régimen político absurdo que discapacitó a toda una nación y ahora nos oprime y limita.

El manto del poder central arropó al país y doblegó a toda la ciudadanía, pues asaltó bienes y fue en contra de la propiedad privada; hizo y deshizo alegando tener la razón, pero acabó con un país productivo, uno de los más importantes de la región; limitó al ciudadano y lo arrodilló, pero esto no es todo, pues este Estado fallido generó un daño inmenso en las familias, los individuos y millones de venezolanos que ahora llevan encima años de adoctrinamiento y quizá no conocen algo más allá de lo que el señor Estado les ha permitido ver, o lo que este considera conveniente que sea visible para ellos.

Ahora la única solución que tiene Venezuela es comenzar por limitar el arte de gobernar a quienes hoy lo hacen, para así poder emprender un nuevo norte y poder dar un giro verdaderamente hacia dónde se quiere ir: la libertad y la República.