Es definitivamente una burla por parte del Estado el decretar oficialmente «Navidades felices» a un pueblo que sigue haciéndole frente a una hiperinflación sin límites, con sueldos y aguinaldos miserables que hacen imposible comprar lo necesario para una cena de Nochebuena y ni hablar del Niño Jesús para los más pequeños.
Recordemos que ya comenzaron a pagar nuestros pensionados los dos meses de aguinaldo, pero con base en el salario mínimo de 130 bolívares, lo que es equivalente hoy a un monto cercano a 7,42 dólares. Sinceramente, se me parte el alma nada más de pensar que alguien que trabajó toda su vida sea ese monto irrisorio el que va a recibir y que el Estado no se muestre ni preocupado en mejorar las condiciones de estas personas.
Qué feliz Navidad puede haber en los hogares venezolanos cuando el Estado les sigue negando el bienestar social y calidad de vida; qué feliz Navidad puede haber cuando todavía tenemos 280 presos políticos, todos víctima de torturas, tratos crueles, inhumanos y degradantes, que son canjeados como barajitas cuando a ellos les conviene, sin garantizarles el derecho al debido proceso, como establece el artículo 49 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. CRBV. Qué Navidad puede haber con amenazas de multas de 1.000 bolívares de Corpoelec para registrarse en el plan de Borrón y cuenta nueva con un servicio pésimo de energía eléctrica que ha dejado un cementerio de artefactos y electrodomésticos por bajones o por racionamiento de más de 6 horas sin que alguien responda al respecto.
El hambre de poder y la falta de humanidad por parte del Estado dejó sin Navidad al soberano. Creo que está reservada solo para los poderosos, los funcionarios del TSJ y los militares.
No pueden seguir volteando hacia otro lado. La felicidad no se decreta…
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