Un gobierno que busca empobrecer a la gente y reducir la economía a su mínima expresión para poder controlarla no merece otro título que antihumano y malévolo.
Cuando se prefiere destruir que construir, expropiar en vez de crear, se busca gobernar a través del odio, la supresión y la destrucción.
El espíritu humano puede estar poseído por estos defectos con el solo objetivo de gobernar y mantenerse en el poder donde solo la codicia los alimenta. La gran mortificación que tiene el gobierno es la culpa, ya que si se gobierna de esta manera solo se puede sentir culpa.
Convertir injustamente a personas en mártires es la labor de un déspota. Para un gobierno de estas características solo queda una manera de gobernar: a través del conflicto y estar constantemente en pelea con alguien.
¿Por qué pelean? Porque les permite echarle la culpa a alguien más de su desidía. ¿Por qué dejan robar? Porque les permite tener más aliados a su lado. ¿Por qué extorsionan? Porque les permite quitarse algo de culpa a expensas de los demás.
Termina siendo como una carrera hasta el final del tiempo donde el que más roba y destruye es el ganador, pues de esta manera se justifica su hacer.
Para un gobierno que dicta medidas de esta manera le queda solo una opción: sentir odio, un odio profundo que es el resultado de sus acciones. A través del odio actúan y se desempeñan en sus actividades, siendo muy difícil cambiar su manera de pensar porque es signo de debilidad.
El resentimiento y desidia imperan, y obligan a los líderes no electos sino autoproclamados a gobernar con resentimiento y odio. Realmente es la única manera que tienen de gobernar porque su fundamento es la destrucción. No debería sorprender a nadie que, en este país, nuestra querida Venezuela que padece de hambre, falta de servicios básicos, e inseguridad nos obliga a estar sometidos a un liderazgo de tal vergüenza.
Un país rico que pasó a ser pobre en menos de una década es la consecuencia de la destrucción y de un liderazgo cuyo objetivo se centró en empobrecer a la gente. Igual que hicieron los lideres a los que ellos admiran, como Castro en Cuba.
Porque sin duda el carácter destructivo de una persona puede más que la riqueza de un país.
El pelear conste mente es un estilo de gobernar y liderazgo que permite a los líderes construir una excusa creíble para destruir y crear resentimiento. Cuando el gobierno es señalado por sus barbaridades lo más común es que se haga la víctima para quitarse culpa.
Hacerse el loco le permite al gobierno lavar su imagen que está bien rayada. De todo este proceso de destrucción, destaca que la imagen del gobierno ya no es la misma, su reputación ha sido rayada y cualquier intento de mejorar su reputación a través de la mentira no tendrá credibilidad. Si algo positivo podemos sacar de este proceso destructivo y antihumano es que no seremos fácilmente engañados como en el pasado. Al tener poca credibilidad, pues al gobierno le costará enormemente ejecutar sus proyectos y la única opción que le quedará es la de los bárbaros destructores que viene siendo el uso de la fuerza para lograr sus objetivos.
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