OPINIÓN

El Esequibo en la política presidencial

por Robert Alvarado Robert Alvarado

«El Sol de Venezuela nace en el Esequibo». Andrés Eloy Blanco

El Esequibo siempre ha sido un tema sensible y espinoso para todos los gobiernos.

Si bien la frase “el Esequibo es nuestro”, de Andrés Eloy Blanco cuando fue canciller en 1945, es presentada por tirios y troyanos como signo de coherencia, de acciones concretas y nada de concesiones en la reclamación de un territorio rico en recursos naturales, ciertos hechos generan dudas al respecto.

A lo largo de los años, varios presidentes venezolanos han abordado la controversia por el Esequibo de diferentes maneras. Algunos han tratado de resolver el conflicto a través de la diplomacia, mientras que otros han optado por una postura más militarista. Parafraseando a Tulio Ramírez, cada situación histórica tiene sus bemoles en la defensa del Esequibo.

Si el Esequibo, una región del Escudo guayanés, siempre ha sido nuestro, la historia sobre el reclamo de este territorio involucraría el ejercicio de la soberanía. Por eso, la controversia ha cobrado nueva relevancia, ya que Guyana sería quien ejercería la soberanía, tras comenzar a explotar los recursos naturales del Esequibo.

De particular interés, en el presente artículo, es el paso de esta controversia por manos de los presidentes en funciones desde 1959, pues la reclamación en serio la habría iniciado Rómulo Betancourt, en 1962. Antes, en 1948, en nombre de Venezuela, él ejerce el Derecho de Palabra ante la IX Conferencia Panamericana en Bogotá, para “Reclamar el Esequibo y rechazar el Laudo de 1899 que hoy Guyana quiere hacer prevalecer en la CIJ (Corte Internacional de Justicia)”.

Fue en 1962 cuando Rómulo Betancourt, pruebas en mano, introduce ante la ONU el Memorándum Severo Mallet-Prevost y otras que demostraban la confabulación para despojarnos del Esequibo. Puso el tema del Esequibo en la agenda internacional, hecho que explica cómo y por qué se firma el Acuerdo de Ginebra.

Raúl Leoni continuó con la postura de Betancourt. En 1966, Venezuela firma el Acuerdo de Ginebra con Reino Unido y Guyana, a fin de establecer una comisión mixta para negociar una solución pacífica al conflicto. Aunque las negociaciones no prosperaron y el acuerdo fue roto en 1970, este sigue vigente. Por cierto, Leoni fue el único que se atrevió a algo.

Ese año, 1966, el gobierno de Leoni, presentó al país un nuevo mapa de Venezuela, donde se incluyó oficialmente el territorio en reclamación del Esequibo. Más significativo aún, se atrevió a tomar la Isla de Anacoco e instaló ahí una base militar. Luego, las fuerzas armadas se retiraron de las áreas de patrullaje marítimo y aéreo realizados históricamente desde el presidente Raúl Leoni.

Rafael Caldera adoptó una postura más conciliadora. En dos ocasiones firmó acuerdos con Guyana, primero para reanudar las negociaciones sobre el Esequibo y, en efecto, se reanudaron; segundo, para que un tribunal arbitral definiera los límites entre los dos países, con fallo favorable a Guyana en 1985. Ambos acuerdos, rotos por Guayana.

En este tema han sido duros con Caldera, le endilgan desaprovechar “la mejor oportunidad que tuvo Venezuela de recuperar el Esequibo”, pues no habría apoyado “la rebelión Rupununi”, y congelar el litigio sobre el Esequibo enmarcado en el Protocolo de Puerto España, al punto de señalarle “abandono de la controversia”.

Carlos Andrés Pérez no aceptó el fallo del tribunal arbitral de 1975. En 1976, Pérez anunció que Venezuela no reconocería el fallo y que continuaría con la reivindicación de su soberanía sobre el Esequibo. Por lo demás, adoptó una postura similar a la de Caldera y se le endosa que “vendió el territorio del Esequibo”.

Al igual que Caldera, firmó dos acuerdos. Gracias al de 1974, se reanudaron las negociaciones sobre la demarcación de la frontera, pero no prosperaron y el acuerdo fue roto en 1976. En su segundo mandato, reanuda de nuevo las negociaciones con Guyana. Sin embargo, no volvieron a prosperar y el acuerdo fue roto en 1992. La ruptura siempre vino del lado guyanés.

Jaime Lusinchi no abordó la controversia por el Esequibo de manera significativa. Dejó la controversia en un estado de estancamiento. En 1988, tan solo firmó un decreto presidencial que reafirmaba la soberanía venezolana sobre el territorio. Hizo más como diputado, al defender en 1966 el Acuerdo de Ginebra.

En este devenir histórico, el gobierno guyanés busca reconocer la legitimidad del laudo arbitral de París ante la CIJ (hay suficientes pruebas de trampas de los ingleses en el proceso del írrito y nulo Laudo de 1899), mientras que el Estado venezolano ha considerado, o consideraba, que el Acuerdo de Ginebra es la «única forma vigente» para resolver la disputa del Esequibo.

Conjeturo “consideraba”, porque el régimen de Nicolás Maduro dejó de reconocer las competencias de la CIJ sobre el caso del Esequibo, luego de que este salió desfavorecido en su defensa legal. Ello implicaría un real abandono de la controversia, cual ficta confessio; incluso, desconocimiento del Acuerdo de Ginebra.

El detalle que se debe tener muy presente es que el Acuerdo de Ginebra es el tratado internacional que establece los pasos a seguir para la resolución de la controversia territorial sobre la Guayana Esequiba entre Venezuela y Guyana, orientado a buscar una solución práctica, pacífica y satisfactoria para las partes.

En todo caso, el juicio seguirá con o sin nosotros, lo reconocerá casi todo el mundo y acentuará los errores que, eventualmente, conduzcan a un fallo desfavorable en el principal órgano judicial de las Naciones Unidas.

@robertveraz