Mientras sigan existiendo la extrema pobreza que azota a los venezolanos, la escasez de alimentos y de medicinas, la desnutrición infantil, la represión, la corrupción en la administración pública, la descomposición en las Fuerzas Armadas y en los cuerpos policiales, los secuestros, el descontrol en el sistema carcelario, los pranes, la impunidad, asesinatos, el narcotráfico nacional, la falta de insumos médicos, las terribles condiciones en las que está sumido el sistema sanitario, el hambre que destroza el estómago de familias enteras, los presos políticos, la falta de empleo, la inflación y la dictadura que en definitiva es la responsable de seguir conduciendo hacia el abismo a toda una nación, no se puede creer ingenuamente que Venezuela está mejorando, eso es lo que quiere Maduro que el mundo piense, y cuenta con algunos cuántos aliados camuflados en las redes sociales que se hacen llamar opositores pero le están lavando la cara al régimen, quizá sin proponérselo. Promocionan un país paralelo en el que muestran una supuesta bonanza económica pero no dan detalles de la procedencia del dinero de los nuevos empresarios.
¿Cuántos de esos llamados empresarios son testaferros?
El venezolano de a pie está sufriendo, es una realidad que no se puede ocultar sólo porque un puñado de pendejos vayan a tomarse fotos en Canaima, o en un hotel 5 estrellas de Caracas, para subirlas a sus redes, mientras dicen que las cosas están bien, porque hay unos cuantos bodegones y negocios nuevos que cobran en divisa y en los que hacen colas quienes obtienen las remesas de sus familiares que viven en el exterior.
Con frecuencia recibo mensajes de personas que me cuentan su desesperación por escapar del país, cada día es más difícil poderse mantener en pie en medio de la barbarie que opera a expensas de la necesidad del pueblo. En Venezuela ha surgido una nueva elite. Para nadie es un secreto que la proliferación de muchas de las nuevas empresas coincidió con las sanciones internacionales que pesan sobre altos funcionarios del gobierno venezolano, a los que le congelaron los activos. A muchos de ellos se les prohíbe pisar suelo estadounidense ¿Será que varios de los poderosos nuevos emprendedores son sólo una ficha de tapadera?
Los chavistas sobre los que pesan las sanciones internacionales están cercados, de alguna manera necesitan invertir el dinero que les entra a costa del erario público y la única manera en este momento de hacerlo es localmente, esto sólo podrían realizarlo por medio de otra persona.
Si de testaferros y empresas de tapaderas vinculadas al chavismo hablamos, hay que preguntarle a “don” Alex Saab, acusado de ser el testaferro de Maduro y señalado de lavar hasta 350 millones de dólares si sabe algo. También podríamos consultarle su opinión a Raúl Gorrín, quien saltó de sus orígenes humildes a ser el dueño del canal de televisión Globovisión, de Seguros La Vitalicia, y empresas y propiedades en Estados Unidos. En 2018 la justicia de Estados Unidos, ordenó confiscar las propiedades de Gorrín por el presunto lavado de dinero que obtenía a través del otorgamiento de divisas preferenciales de Venezuela. Se filtró a la prensa que de acuerdo con la investigación de las autoridades se determinó que Gorrín recibía instrucciones para la compra de propiedades extranjeras por parte de un funcionario del gobierno de Venezuela, a quien identifican como «oficial extranjero 2».
Por cierto que Gorrín es gran amigo de Alejandro “el Tuerto” Andrade, extesorero nacional durante el gobierno de Hugo Chávez, acusado de participar en blanqueo de dinero y sobornos. Ante la justicia norteamericana Andrade se declaró culpable en 2018 de participar en el lavado de más de 1.000 millones de dólares de sobornos.
El tema es muy complejo y las denuncias y señalamientos dejan entrever que el entramado en la red de corrupción del país es extenso. Detrás de esa supuesta mejoría en la economía, se esconde dinero de dudosa procedencia. Si bien es cierto que hay personas honestas que siguen apostando por invertir en el país haciendo un esfuerzo extraordinario y exponiéndose a enormes riesgos, la supuesta mejoría que reseñan los Influencers dista mucho del esfuerzo de los pequeños emprendedores que están resistiendo a duras penas. Quienes siguen batallando por desarrollar un servicio honesto no sólo luchan contra la inflación y los robos del hampa común, también una buena parte de ellos deben pagar la llamada vacuna a los delincuentes para poder abrir las puertas de su negocio sin recibir un balazo.
En el contexto ya descrito, es totalmente inaceptable que algunos artistas en decadencia, personajes públicos con carreras estancadas y hasta periodistas, se presten a este juego de vender la idea de una bonanza venezolana en 2022. Envían un mensaje en el que directa o indirectamente invitan a los que se fueron del país huyendo del desastre y el peligro a regresar, se escudan bajo una supuesta objetividad, pero le dan un tratamiento de información más reducido a la realidad, mientras dedican más tiempo a resaltar la inventada mejoría en el país, mostrando imágenes en las que en Venezuela supuestamente ahora hay medicinas y alimentos para todos. Son los mismos que luego tratan de recular cuando la gente se da cuenta del tinte propagandista prochavista de sus trabajos. Sólo entonces tratan de recoger la leche derramada y oportunamente sacan otro material mostrando lo contrario de lo que dijeron días antes. Se venden como opositores pero sus acciones los colocan en la misma línea del madurismo. No sólo le mienten a quienes le siguen, finalmente se autoengañan, quién sabe si favorecidos por algún incentivo económico, o quizá la ingenuidad más absoluta los lleva a formar parte de quienes no saben leer entre líneas la verdadera realidad nacional.
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