Con motivo de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer Rural es imperativo reconocer y valorar el papel protagónico que desempeñan las mujeres en los sistemas agroalimentarios. Desde la agricultura hasta la distribución y el consumo, las mujeres están en el corazón de la cadena de suministro alimenticio y su contribución es invaluable. Sin embargo, pese a su relevancia, día a día enfrentan múltiples desafíos y desigualdades que deben ser abordadas con urgencia si queremos poner fin al hambre y alcanzar el desarrollo sostenible.
La FAO, en su reciente informe de abril de 2023 sobre la situación de las mujeres en los sistemas agroalimentarios, evidenció que el trabajo de las mujeres en estos sistemas tiende a ser irregular, informal y en muchos casos está marcado por la precarización. A pesar de ser la columna vertebral de estos sistemas, las condiciones de trabajo de las mujeres no son igualitarias y enfrentan brechas salariales significativas en comparación con los hombres. Estas desigualdades son perpetuadas por discriminaciones arraigadas en la división sexual del trabajo, normas culturales y estereotipos que limitan sus oportunidades.
La situación se agrava en América Latina y el Caribe. La brecha de género en la inseguridad alimentaria ha aumentado considerablemente alcanzando los 11,3 puntos porcentuales, afectando de manera desproporcionada a las mujeres. Asimismo, las mujeres en nuestra región enfrentan una carga excesiva de trabajo no remunerado, lo que limita aún más sus oportunidades de educación y empleo decente.Esto afecta de peor forma a las mujeres indígenas y afrodescendientes, quienes no sólo vivencian las brechas de género sino también las étnico-raciales.
A pesar de las desalentadoras cifras, el informe resalta que si estrechamos estas brechas de género y empoderamos a las mujeres podemos generar una vía segura y efectiva para reducir el hambre, impulsar la economía y fortalecer la resiliencia.
Es por esta razón que es urgente garantizar un acceso equitativo para las mujeres a recursos como tierras, agua, capacitación, asistencia técnica, servicios, mercados y tecnología.
Además de llevar a cabo en los países las reformas legislativas y políticas de empoderamiento, es crucial adoptar enfoques innovadores que capten con precisión la realidad, necesidades y aspiraciones de las mujeres rurales en América Latina y el Caribe. Con este entendimiento, se podrá actuar de manera más acertada en su beneficio, buscando transformar el panorama actual.
En este contexto, los enfoques de género transformadores permiten ir más allá de las intervenciones tradicionales y abordar las raíces de las desigualdades de género. Paralelamente, la adopción de una perspectiva interseccional, ampliando dimensiones como como la edad, el origen étnico, entre otros, es fundamental para comprender y abordar la multidimensionalidad de las desigualdades que enfrentan las mujeres rurales y lograr un mayor impacto de las políticas públicas destinadas a la eliminación del hambre y la pobreza en la región.
Recientemente, la FAO, ONU Mujeres y el UNFPA establecieron un plan para reducir brechas en el acceso a recursos productivos y fortalecer la cobertura de servicios de protección social, cuidados y prevención de violencia basada en género. Esta iniciativa es un esfuerzo coordinado y colaborativo que permitirá maximizar los resultados y el alcance de las intervenciones destinadas a potenciar el empoderamiento de las mujeres rurales en los países de la región
El Día Internacional de la Mujer Rural es el mejor momento para que reconozcamos su invaluable contribución y trabajemos con y para ellas, para construir una vida mejor. Es evidente que una transformación de los sistemas agroalimentarios, acompañada del empoderamiento de las mujeres rurales, es la clave para un futuro más próspero, sin dejar a nadie atrás.