OPINIÓN

El embajador James Story y la tesis de la «Big Stick Diplomacy»: consideraciones sobre su partida de Venezuela

por Leocenis García Leocenis García

El embajador James Story se despidió con la misma fuerza que caracterizó su mandato como jefe de la misión diplomática de Estados Unidos para Venezuela: “Soy fanático del voto. Los llamo a votar».

Quizás ese mismo día, Story era consciente de que su final frente a la embajada de Estados Unidos en Venezuela estaba cerca, pero no cedió ni retrocedió en su empeño. Como los gladiadores romanos que una vez en la arena para pelear miraban al César y decían: «Salve, César, los que van a morir te saludan», así mismo Story dijo: «Voten».

James Story es un tipo de diplomacia a lo Roosevelt, con la idea del «Big Stick Diplomacy«, lo de llevar un garrote grande.

Normalmente, la gente solamente asocia la diplomacia Roosevelt con el garrote grande. Pero, en realidad, la idea del Big Stick Diplomacy está basada en una política con dos rieles: de «hablar discretamente» y «llevar el garrote grande».

Y Story hacía ambas.

Hablaba discretamente, pero siempre recordaba el garrote. El embajador Story sabía cómo manejar las dos herramientas: el poder de hablar discretamente, para entender e indagar, y el poder de amenazar con consecuencias. Sobre todo porque practica Muay Tai, un deporte que consiste en someter al contrario.

Cuando hablábamos, siempre recurría a algún ejemplo de la disciplina. Una vez, en Bogotá, me dijo: «Usted practica boxeo, Leocenis, si usted no golpea con la mano cerrada, unida, si no junta todos los dedos, su golpe será torpe».

Con esas palabras me hacía reflexionar sobre la unidad de la oposición, a la que siempre ha considerado fundamental para cambiar el rumbo de la situación tan negativa que vive Venezuela.

Story logró ganarse el respeto de todos, incluso de sus adversarios ideológicos. Su plan de acción lo cumplió a cabalidad. El día que tomó posesión como encargado de Negocios de Estados Unidos en Caracas dijo: “Me mantendré junto al pueblo venezolano, lo estaré escuchando, actuaré (…) y me pronunciaré oportunamente”.

Cumplió su palabra.

Bajo su gestión denunció el encarcelamiento de personas inocentes por disentir del gobierno de Nicolás Maduro. Defendió a los maestros, enfermeras, estudiantes, a todos los que pedían ayuda.

Supo también sentarse con sus adversarios, como cuando asistió con Juan González y Roger Carstens a una reunión en Miraflores con Nicolás Maduro. Entonces, según lo que se supo, Maduro empezó a respetarlo, pero esperó de Story algo que este no estaba dispuesto a cumplir: callar ante las tropelías de el gobierno de Venezuela.

Y siguió hablando.

Así cumplía otra parte de su plan de acción que había dejado claro el día que asumió como encargado de Negocios en Caracas: “Valoro la introspección de la misma manera como valoro a toda persona que sea capaz de decirme honestamente lo que piensa, y tengo el derecho de responderle sin miedo, y sin represalias. No puedo imaginar y me rehúso a pensar vivir en un mundo en el que no pueda expresar mis opiniones… todos deberíamos gozar de este derecho”.

El día que supe que el embajador Story partiría de su cargo, le transmití que la clase política de oposición venezolana no había estado a la altura de los esfuerzos que él hizo para ayudarnos a salir de esta situación dramática que vive Venezuela. Cuando la noticia se hizo pública, puse un mensaje en Twitter y hubo una respuesta que me llamó la atención: “Story hizo más por los venezolanos que sus políticos”.

Y pienso que la respuesta no está tan lejos de la realidad.

Story pasó 4 años en el cargo, convirtiéndose en el embajador de Estados Unidos para Venezuela con más años en el cargo. Y le tocó lidiar con una clase política que veía más la política como un negocio que como un fin para obtener la democracia.

Story, a lo largo de su carrera, ha recibido por parte del Departamento de Estado y otras instituciones numerosos reconocimientos, como el Superior Honor Award, el Meritorious Honor Award, el Superior Civilian Service Award por parte del Ejército de los Estados Unidos, el premio Warren Christopher por Logros Sobresalientes en Asuntos Globales y el Distinguido premio de Honor al Jefe de Misión.

Pero quizás el más grande reconocimiento son los pronunciamientos de gente común en Venezuela, que han sentido su partida y sienten que pierden un amigo en su lucha por recobrar la democracia.

Creo que Story tuvo una habilidad que deben reconocerle sus adversarios, al poder lidiar con dos presidentes tan distintos: el presidente Trump y el presidente Biden. Así como dos encargados en la Casa Blanca para los asuntos del hemisferio occidental tan diferentes como Juan González y mi apreciado amigo Mauricio Claver.

Hay muchos que pueden desde las gradas querer juzgar las actuaciones de James Story frente al gobierno no democrático de Maduro, pero Story encarna bien el escrito “El hombre en el terreno” del discurso que Theodore Roosevelt, decimosexto presidente de los Estados Unidos.

Ese discurso describe en cortas líneas ese drama que vive el individuo propositivo como el embajador James Story, aquel que crea, que asume desafíos y quiere extraer de la vida “algo más” de lo que todos ven. Ese es el “hombre en el terreno”. Sin él no hubiera evolución, no se diga progreso o desarrollo.

A ese hombre, que debe sumar a las dificultades del camino la incomprensión y el juicio de sus semejantes, Roosevelt le dedica unas frases increíbles. Le dice, en resumen, que el mérito recae en él.

Quiero despedir al embajador James Story con un fragmento de ese discurso: “No es el crítico quien cuenta, ni el que señala con el dedo al hombre fuerte cuando tropieza, o el que indica en qué cuestiones quien hace las cosas podría haberlas hecho mejor. El mérito recae exclusivamente en el hombre que se halla en el terreno, aquel cuyo rostro está manchado de polvo, sudor y sangre, el que lucha con valentía, el que se equivoca y falla el golpe una y otra vez, porque no hay esfuerzo sin error y sin limitaciones. El que cuenta es el que de hecho lucha por llevar a cabo las acciones, el que conoce los grandes entusiasmos, las grandes devociones, el que agota sus fuerzas en defensa de una causa noble, el que, si tiene suerte, saborea el triunfo de los grandes logros y si no la tiene y falla, fracasa al menos atreviéndose al mayor riesgo, de modo que nunca ocupará el lugar reservado a esas almas frías y tímidas que ignoran tanto la victoria como la derrota”.

Gracias embajador, en nombre del pueblo venezolano.