Esta semana comienza con la dimisión de la primera ministra de Bangladesh Sheikh Hasina luego de un saldo de más de 300 manifestantes fallecidos y más de 10.000 personas detenidas.
Mientras en países como Venezuela continúa la incertidumbre con respecto a los resultados de la elección de hace 8 días, un movimiento estudiantil encendió la mecha de esta renuncia y huida del país de la mandataria de ese país asiático.
Es lamentable que el contador de fallecidos sea un indicador para poder avanzar en procesos de conflictos internos. La brutalidad policial y militar nunca será la solución para acallar las voces del descontento hacia la gestión gubernamental.
En Bangladesh, las fuerzas armadas se unieron a los manifestantes y se negaron a reprimir, por lo que serán los militares los encargados de asumir un gobierno interino que lleve las riendas del país mientras se restituye la democracia. Confiemos en que sea la mejor opción para esa nación y que consigan restablecer la democracia.
Tras 15 años en el poder, el caso de Hasina nos recuerda la importancia de la alternancia entre las diferentes fuerzas políticas y el por qué es necesario su rotación cada cierto tiempo.
¿Es acaso Bangladesh un ejemplo para Venezuela?
De momento, en Venezuela se vive una tensa calma mientras presidentes de países vecinos como Colombia y Brasil (y otros no tanto como Chile y México) se apresuran a reunirse, dialogar y negociar, pues están claros de que la ola migratoria que les ha tocado a sus puertas se quedará pequeña en caso de que se mantenga la intención de Nicolás Maduro de arrebatar el poder con fraude electoral por seis años más.
Urge restituir la confianza en el acto electoral y la forma de lograrlo no es otra que haciendo respetar la voluntad popular expresada en las urnas el pasado 28 de julio.
Una especie de blackout informativo se interpreta a partir del silencio que corre por las redes sociales de los venezolanos que aún viven en ese país, mientras que los más de 7 millones que han tenido que migrar se han convertido en los voceros de la verdad.
La represión, el miedo, la censura y el acoso psicológico no son la solución. Escuchen al pueblo y actúen en consecuencia.
Que el grito de Bangladesh sea el ejemplo para lograr la libertad para Venezuela pero de forma pacífica y civilizada.
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