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El efecto Streisand

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I

En el año 2003, el fotógrafo norteamericano Kenneth Adelman se encontraba documentando la erosión en las costas de California, Estados Unidos, mediante fotos aéreas que publicó luego en una página web. Entre las fotografías apareció un set con la casa de la cantante y actriz Barbra Streisand, quien al conocer la publicación de las mismas, solicitó que dichas fotos fueran retiradas del portal, alegando su derecho a la privacidad y solicitando, además, una indemnización de 50 millones de dólares en 5 demandas de a 10 millones de dólares cada una.

Sin embargo y el 10 de mayo de 2004, Streisand perdió el juicio y los tribunales californianos le ordenaron pagar las costas procesales de los demandados, mismas que ascendieron a 154.000 dólares.

Con lo que adicionalmente no contaba Streisand es que, por culpa de -o quizá, gracias a- su denuncia, más de 420.000 personas visitaron la web demandada el mes siguiente y, lo que es peor, muchos de ellos tomaron las imágenes que ocasionaron la polémica y las colgaron en sus webs, blogs y servicios de intercambio de archivos, haciendo de algo que no tenía el menor interés  -al menos para los no fans de la vida y obra de la actriz y cantante-, una tendencia que causó furor en Internet.

La lección que se deriva de la anécdota en el caso Streisand es clara: intentar censurar o coartar la libertad de expresión en Internet (o en una sociedad en la que la Red es un medio de comunicación masivo) puede tener consecuencias totalmente contrarias a lo que se busca.

El efecto Streisand es un ejemplo de reactancia psicológica, en el que una vez que las personas son conscientes de que se les está ocultando cierta información, están significativamente más motivadas para acceder y difundir esa información. Así, el acto de intentar suprimir y/o censurar la información, más bien la difunde y la generaliza.

II

El pasado miércoles 14 de octubre, los administradores de las plataformas Facebook y Twitter hicieron un aporte muy positivo a la campaña de Donald Trump: se olvidaron de la lección que tenían a mano con el efecto Streisand.

En efecto, ambas plataformas decidieron censurar la difusión de un artículo del New York Post que reveló detalles de un asunto que perseguía comprometer la imagen del candidato demócrata, Joe Biden. No es el propósito de este artículo enfocarse en el contenido de lo difundido por el New York Post.

El caso es que tanto Facebook como Twitter percibieron en la publicación del New York Post, una situación hostil para sus intereses y reaccionaron, pero mal. Solo dos horas después de que la historia estuviera disponible en línea, Facebook intervino. Los esfuerzos de censura de Twitter fueron mucho más allá de los de Facebook: bloqueó por completo la capacidad de todos sus usuarios para compartir el artículo del New York Post, no solo en su línea de tiempo (time line) pública, sino incluso utilizando la función de mensajería directa privada de la plataforma.

Temprano en el día, los usuarios que intentaron vincularse a la historia del New York Post, ya fuera en público o en privado, recibieron un mensaje que rechazaba el intento como un «error». La tarde del 14 de octubre, Twitter cambió el mensaje, advirtiendo a los usuarios que no podían publicar ese enlace porque la empresa consideró que su contenido era «potencialmente dañino».

En resumen, Facebook y Twitter, con muy poca explicación y justificación, se unieron y censuraron el artículo del New York Post que atentaba contra sus intereses.

III

Dos días después, el viernes 16 de octubre, Facebook y Twitter se dieron cuenta de su muy grave, ahora si, «error». El consejero delegado de Twitter, Jack Dorsey, dijo que eliminar el artículo del diario New York Post había sido un error y anunció un cambio en sus políticas internas para evitar que se repita. Por su parte, Facebook no eliminó la información completamente de la plataforma pero limitó su distribución de forma preventiva mientras sus verificadores independientes la revisan.

A esta altura del artículo surge la pregunta, amigos lectores, considerando el efecto Streisand, ¿cuáles serán las consecuencias del efecto combinado de la publicación del New York Post, y su posterior censura por parte de Facebook y Twitter, en la votación electoral?

Les hablaré de eso la semana que viene, cuando publicaré mi último artículo sobre las elecciones norteamericanas y les conversaré sobre otro efecto que también puede contribuir para otorgarle la victoria a Donald Trump.

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