El cine de superhéroes se ha vuelto a imponer en la taquilla. Dos décadas de éxitos en recaudación y crítica han levantado un género del cual hoy se espera mucho, sobre todo en los públicos jóvenes. La última película de la nueva trilogía de Spider-Man es una oda a ese nuevo cine que hoy mueve a la industria, aun en medio de una pandemia, y con unos efectos que han soñado muchos cineastas de antaño.
Este fenómeno cinematográfico, sin embargo, no tiene sus raíces en el séptimo arte. Todos esos personajes fueron creados para las historietas (o cómics) a partir de los años treinta y cuarenta del siglo pasado. Aunque su vinculación con el cine comienza en la década de 1980, fue en el siglo XXI que se comenzó a explotar el género con grandes presupuestos.
Se trata de superhéroes y heroínas de contextos casi siempre estadounidenses o extraterrestres, que no se hallan muy cercanos a la idiosincrasia venezolana y latinoamericana. Aun así, la empatía que ha generado un personaje como el Spider-Man de Tom Holland da cuenta de una nueva tendencia: jóvenes que se identifican con un héroe netamente neoyorquino, de valores occidentales y cuyo traje está basado en los colores de la bandera americana.
¿Cómo se explica esto? Pues cuando una historia está bien contada, con unos personajes de rasgos universales y con sorpresas para los fanáticos, es muy posible que la propia audiencia halle reflejo en la película. Es uno de los legados del mundo multicultural que se ha venido forjando en los últimos años, donde la experiencia humana se puede extrapolar sin muchas dificultades a múltiples contextos. No son jóvenes “alienados” o “antipatriotas”, ni mucho menos.
Basta ver cómo se ha reflejado esa empatía en la taquilla mundial: la cinta ya se convirtió en el segundo mejor estreno en la historia del cine, con más de 100 millones de dólares en su primer día nada más en Estados Unidos, y con más de 500 millones de dólares en su primer fin de semana a nivel mundial. Puntualicemos de nuevo que se trata de una película de superhéroes.
Además, es la primera cinta que logrará superar la barrera de los 1.000 millones de dólares en taquilla desde el inicio de la pandemia, siendo por ello la película más exitosa desde la última entrega de Star Wars: El ascenso de Skywalker, en 2019. Queda bastante atrás la película Sin tiempo para morir, de la saga de James Bond, que hasta ahora lideraba la taquilla global de 2021 con sus 700 millones de dólares ingresados desde su estreno en octubre.
Cineastas como Steven Spielberg han llegado a señalar que estas producciones de superhéroes estaban matando al cine, dada la gran cantidad de efectos especiales y el uso masivo de croma (pantalla verde) en muchas escenas. Esto no deja de ser cierto, pero sería injusto para las películas que sí se ciñeron a la esencia del cine: obras como El Guasón (2019) o el Caballero de la Noche (2008),que también superaron la barrera de los 1.000 millones de dólares y que recibieron elogios de la crítica.
Por supuesto que los públicos más “puritanos” y clásicos no tienen afinidad con esas historias. No es necesario tampoco, los jóvenes parecen estar impulsando la industria con su apego y su entusiasmo en las salas de cine. No son en vano esos aplausos y gritos que se suscitan en las escenas más sorpresivas.
Esos “parques de diversiones” de los que hablaba Spielberg para referirse a las cintas de superhéroes, en vista del recorrido por el que guían al espectador durante más de dos horas, son los que hoy mueven a una industria afectada por los confinamientos. Gracias a un blockbuster como este se han dinamizado muchos servicios que generan millones de empleos a nivel mundial, sea de forma directa o indirecta.
La nueva película de Spider-Man se ha transformado en un fenómeno cultural, pero también mediático y taquillero, palpable en la Venezuela de hoy (o al menos en sus urbes y zonas metropolitanas). Ni siquiera las inefectivas restricciones para combatir la pandemia han podido evitar su despegue, ni podrán contenerlo tampoco, frente a la indetenible y espontánea acción humana del mercado. Es un fenómeno que ya echó raíces, y que solo puede crecer más y más.
@anderson2_0