Pollyanna es la novela más famosa de la escritora norteamericana Eleanor Porter (1868-1920), publicada en 1913.
El personaje principal de dicha novela es Pollyanna Whittier, una huérfana de once años que va a vivir a la ciudad ficticia de Beldingsville, Vermont, con su rica pero severa y fría tía solterona Polly Harrington, que no quiere acoger a Pollyanna pero siente que es su deber hacia su difunta hermana Jennifer. Dese cuenta el lector que Pollyanna tiene, en su nombre compuesto, el nombre de su tía.
La filosofía de vida de Pollyanna se centra en lo que ella llama «El juego de la alegría», una actitud optimista y positiva que aprendió de su padre. El juego consiste en encontrar algo por lo que alegrarse en cada situación, sin importar lo sombría que sea. Se originó en un incidente ocurrido una Navidad cuando Pollyanna, que esperaba encontrar una muñeca en un embalaje para guardar cosas, encontró solo un par de muletas. Inventando el juego en el momento, el padre de Pollyanna le enseñó a mirar el lado bueno de las cosas; en este caso, a alegrarse por las muletas porque no necesitaba usarlas.
Con esta filosofía, y con su propia personalidad alegre y su alma sincera y comprensiva, Pollyanna trae tanta alegría al desanimado pueblo de Nueva Inglaterra de su tía que lo transforma en un lugar agradable para vivir. El juego de la alegría la protege de la actitud severa de su tía: cuando la tía Polly la pone en una habitación sofocante en el ático sin alfombras ni cuadros, se alegra por la hermosa vista desde la ventana alta; cuando intenta «castigar» a su sobrina por llegar tarde a la cena sentenciándola a una comida de pan y leche en la cocina con la señora de servicio Nancy, Pollyanna le agradece con entusiasmo porque le gusta el pan y la leche pero, sobre todo, le gusta Nancy.
Pronto Pollyanna también les enseña a «jugar el juego» a algunos de los habitantes más conflictivos de Beldingsville, desde la señora Snow, una inválida quejumbrosa, hasta el señor Pendleton, un soltero avaro que vive solo en una mansión desordenada. La tía Polly, también, sintiéndose impotente ante la firme negativa de Pollyanna a desanimarse, comienza a descongelarse gradualmente, aunque se resiste al Juego de la Alegría durante más tiempo que nadie.
Sin embargo, al final, incluso el optimismo robusto de Pollyanna se pone a prueba cuando es atropellada por un coche y pierde el uso de sus piernas. Al principio, no se da cuenta de la gravedad de su situación, pero su ánimo se derrumba cuando le cuentan lo que le ha sucedido.
Después de eso, se queda en cama, sin poder encontrar nada de lo que alegrarse. Entonces, los habitantes del pueblo empiezan a enviar mensajes a la casa de la tía Polly, ansiosos por hacerle saber a Pollyanna cuánto ha mejorado sus vidas su apoyo; y Pollyanna decide que todavía puede alegrarse de que al menos haya conservado sus piernas. La novela termina con la tía Polly casándose con su antiguo amante, el doctor Chilton, y Pollyanna siendo enviada a un hospital, donde aprende a caminar de nuevo y es capaz de apreciar mucho más el uso de sus piernas como resultado de estar temporalmente discapacitada.
El caso, con este artículo, es que Eleanor Porter nunca tuvo idea de que su novela se convertiría en un sesgo que llevaría su nombre: «El Efecto Pollyanna» que afirma que, en la comunicación gerencial como puede ser el caso de la carta a los accionistas o de entrevistas concedidas a los medios, existe una tendencia universal a utilizar palabras evaluativamente positivas con más frecuencia y de forma más directa que palabras evaluativamente negativas.
Dado que también se ha dicho por allí que “el empresario es por naturaleza optimista”, en los dos próximos artículos estaré abordando «el Efecto Pollyanna» desde varias perspectivas en el ámbito gerencial. Por ahora haga el lector el siguiente ejercicio. “Mutatis mutandis”, en este artículo en donde vea el nombre “Pollyanna” sustitúyalo por el nombre que le venga a la mente de cualquier empresario venezolano.