OPINIÓN

El Dorado no es un mito

por Víctor A. Bolívar Víctor A. Bolívar

Raúl Morodo

Una pregunta para iniciar, solo por curiosidad: ¿Qué habrá motivado a Morodo para llamar “gacela” a la vice? De las infinitas cursilerías, ya cotidianas, esta es de otro nivel. Pareciera una lisonja “in sunma» que en su propio eco se supera a sí misma. Debió ruborizarse la funcionaria ante tamaño acto de jalabolismo, digo por lo de la agilidad y gracia corporal que supone el término, no por lo de antílope con cuernos.

El caso es que esa familiaridad cortesana es de vieja data y rindió sus frutos cuando Morodo y su hijo dieron finalmente con El Dorado en Venezuela, tal como se los hizo saber el ahora virrey de Sánchez en esta parte del continente americano: José Luis Rodríguez Zapatero. Sí, el mismo impresentable que lo designó embajador en nuestro país que se encontraba en una permanente turbulencia y el régimen, ya de la mano de los Castro, pisaba el acelerador para consolidarse y la oposición se autogoleaba al no presentarse a las parlamentarias del 2005.

En aquellos tiempos fueron ignoradas deliberadamente varias invitaciones y propuestas que AD le hizo llegar al embajador y a su jefe, ante su inminente llegada a Venezuela. El visitante de entonces, Rodríguez Zapatero, vino a tratar directamente con Chávez una venta de armamento y otros equipos bélicos. Siendo este personaje un conspicuo representante del socialdemócrata PSOE, miembro de la Internacional Socialista, ignoró deliberadamente en esa visita a AD, hermana del partido español, con el que había tenido lazos históricos desde los gobiernos de Carlos Andrés Pérez y luego de Felipe González. No quiso saber de primera mano las observaciones que se le formulaban a la negociación y que se fundamentaban en que tales armas tendrían trágicos objetivos. No quería que lo perturbaran en el “negocio”.

Estaban en otra cosa. Mientras Acción Democrática cuestionaba la esa negociación, Rodríguez y su representante le daban un verdadero fast track a esa contratación en la que se pagó una millonaria comisión en una negociación que se hizo sin intermediarios. No lo dude, estimado lector, es tal como usted lo está pensando. La cobraron los mismos dioses del Olimpo que se despacharon y se dieron el vuelto con caras de jugadores de póker. El ABC español informó en 2012 del pago de 42 millones de euros que se le hizo a gente de confianza de Rodríguez Zapatero y Chávez por concepto de 3,5% de una comisión indebida e ilícita en una venta de armas que se hizo de gobierno a gobierno. Rodríguez Zapatero se caracterizó por la exportación masiva de armas. En un reportaje del diario El País de España, se señala que en sus mandatos ese país vendió armas por valor de 2.431,21 millones de euros en 2011. Pero lo más importante es que se indica que el principal cliente de la industria militar española volvió a ser en 2011 Venezuela con 567,3 millones de euros.

En lo crematístico, resultó un business finamente hilvanado por su compinche chavista, enemigo de AD, Raúl Morodo, embajador español en Venezuela para ese momento, padre de esa criatura de nombre Alejo Morodo, quien, por asesorías jurídicas, cobró a PDVSA 3,8 millones de euros entre 2008 y 2013. Lo de Morodo y su caro hijo, (o hijo caro) a pesar de estimarse en más de seis cifras bajas en divisas, pareciera ser una pingüe regalía por los favores recibidos.  Hoy están nuevamente en el ojo del huracán.

En fin, El Dorado da para eso y mucho más. No solo para los bolichicos que hacen vida en el jet set de la madre patria y para aquellos que ponen allá sus bienes mal habidos a buen resguardo, sino para todos aquellos quienes se aprovechan de la vista gorda de Pedro Sánchez, que han recalado en este nuevo continente para tomar su parte, con la misma modalidad de la asesoría utilizada por Morodo; tal es el caso de Iglesias y Monedero, jefes del cogobernante partido español Podemos.

Si la fiebre por el oro define a El Dorado, literalmente Rodríguez Zapatero también lo consiguió con su mina.