OPINIÓN

El docente, el buen docente

por Jeanette Ortega Carvajal Jeanette Ortega Carvajal

Estoy en total desacuerdo que en Venezuela los docentes organicen paros para obtener mejoras salariales, ¡el país completo debería pararse junto con ellos!, y es que todos somos conscientes de que la educación de nuestros niños y jóvenes se ha deteriorado vertiginosamente, al punto de que ahora la situación es alarmante.

Los estudiantes de todos los niveles educativos merecen las mismas oportunidades que tuvimos nosotros y nuestros padres. Merecen, sin importar estratos sociales y ningún tipo de discriminación, tener acceso a una educación digna para formar profesionales y seres humanos cuya capacitación esté acorde con la exigencia del competitivo y exigente mercado laboral de los tiempos de hoy.

Para alcanzar la excelencia en la formación educativa e integral, los docentes deben tener un trato digno, decente y un salario justo. Deben sentirse respetados y amados. Se lo han ganado. No olvidemos que en sus manos no sólo está el presente sino el futuro.

Deberíamos sentir miedo, porque Venezuela está perdiendo maestros y profesores capacitados. Algunos se han ido y continúan yéndose del país, lo cual es una gran tragedia. Otros, dan clases particulares o se cambian a colegios que les ofrecen un mejor salario porque, y esto no debemos olvidarlo, ellos también tienen familia que mantener y un trabajo cuya responsabilidad es trascendental: educar y formar a nuestros hijos.

Son invaluables las horas que nuestros maestros y profesores dedican para preparar una clase, corregir exámenes en casa, idear la manera más pedagógica para darse a entender, sacar tiempo extra para, de manera individual, escuchar a cada alumno que lo necesite y ayudarlo a seguir creciendo sin dejar de ser padres y madres de sus propias familias.

El docente, el buen docente, tiene la responsabilidad de preparar a nuestros niños y jóvenes para enfrentar la vida, y lo hace no sólo transmitiendo conocimientos en materias específicas, sino también en el ámbito cultural, social, moral y humano.

El docente, el buen docente, es el que, cuando están en preescolar, toma a nuestros niños de la mano y con paciencia les enseña a agarrar un lápiz para hacer sus primeros trazos, a juntar letras para formar palabras y frases que siempre dirán algo y, como si de magia se tratara, les enseña que si deslizan creyones sobre un papel en blanco, pueden llenarlo de vida y de colores. Los docentes les enseñan además que compartir juguetes y meriendas produce felicidad, que proteger al más débil enaltece como ser humano, que ayudar y defender a quien lo necesita nos hace crecer y que la amistad, como dijo el poeta venezolano Aquiles Nazoa, es el invento más bello del hombre.

El docente, el buen docente, es padre, madre, guía, psicólogo, médico, amigo, abogado y juez. Es ejemplo de puntualidad, honradez, justicia y abnegación. Es una imagen de respeto y un artista que nos ayuda a esculpir la personalidad de nuestros hijos. Incuestionable es que quien pasa años estudiando y entrega su vida para continuar capacitándose con la misión de enseñar a otros, es digno de amor, admiración y respeto.

El docente, el buen docente, es quien les enseña a los más jóvenes que para aprender hay que estudiar, que los triunfos se logran con esfuerzo y que en Venezuela hay que prepararse para entre todos reconstruir nuestro país y hacerlo mejor de lo que fue. Necesitamos profesionales capacitados porque volveremos a ser prósperos y a tener futuro, eso viene. No lo duden.

El docente, el buen docente, es quien logra el balance perfecto entre el respeto y la confianza, el que enamora con la palabra para estimular la curiosidad y saciar la sed de conocimientos. No es sólo un pedagogo quien enseña, es un ser humano responsable quien se acerca a nuestros hijos en un intento por mostrarles que la vida es bella y que ellos merecen lo mejor.

No existe labor más noble que la de aquel que logra en el rostro triste de un niño o de un joven dibujar una sonrisa, sembrar la conciencia de que tenemos derecho a elegir con transparencia a nuestros gobernantes y que, por sobre todo, tenemos derecho a ser libres y felices, a tener esperanzas y a ser dueños de nuestro futuro. Entonces, ¿cómo no apoyar a nuestros maestros y profesores? Con ellos, con los buenos docentes, tendremos siempre una deuda eterna.

@jortegac15