Un conflicto de intersección, desde el inicio es un desafío. Sin embargo, siempre llega el tiempo de plantearse una situación en la que personas, familias, grupos, sociedades, instituciones y países, se encuentran en algún momento de sus vidas. Se trata de una disyuntiva que se presenta cuando se debe tomar una decisión trascendental, y ambas opciones parecen igual de seductoras o problemáticas.

En estos casos, la deliberación no es fácil, ni cómoda ni sencilla, y cualquier providencia tiene consecuencias. Este empalme surge en diferentes ámbitos de la existencia, en el trabajo, la vida personal, la política o cualquier otro contexto en el que se deba tomar un fallo importante.

La complicación con la disyuntiva de una confluencia es que genera estrés, ansiedad, presión que excede el límite en quienes lo experimentan. La obediencia, miedo, indecisión, ambigüedad, falta de temple y personalidad a tomar una resolución equivocada y desacertada, paraliza impidiendo avanzar.

Es inestimable recordar que, en última instancia, el fallo que se tome debe ser basado en objetivos, conciencia ética, buen proceder, respeto a principios y valores. No existe una respuesta correcta o incorrecta, sino más bien una valerosa, de conducta coherente, firmeza de carácter y actuación vinculada a la ciudadanía.

Reflexionar, analizar detenidamente cada opción, considerando ventajas y desventajas. Sin olvidar, la conveniencia inteligente de escudriñar consejo y orientación, escuchar a personas de confianza, ya sea amigos, familiares o expertos en el tema en cuestión. Pero lo más importante, interpretar a la mayoría, que no es otra, que la ciudadanía decente, honesta, digna, que no abandona ni se rinde, que no sucumbe, cede ni negocia principios. Que anhela ser libre y vivir en democracia.

La opción de la encrucijada no es la dificultad ni la contrariedad; en un mundo de constante cambio y evolución, cada vez más frecuente. La globalización, nuevas tecnologías, cambios económicos, sociales y culturales generan incertidumbre y dudas ante decisiones de importancia.

En definitiva, la clave para superarla es tener confianza en sí mismo, actuar de manera imparcial, jamás obedecer la imposición despreciable y servil de terceros interesados, convenientemente instalados. Si bien es cierto que tomar una decisión no es el fin del mundo y siempre se pueden corregir errores; no es menos cierto que las derivaciones pueden ser nefastas al demorar por años una sociedad condenada al oscurantismo, la corrupción y el atraso intelectual.

Venezuela exige una decisión justa y de justicia, acorde con la legalidad, conforme a la Ley, conteste a su futuro. La ciudadanía, en su inmensa mayoría es de naturaleza libertaria, así lo demostraron nuestros padres fundadores. El Libertador Simón Bolívar, el mejor ejemplo. Honremos, exaltemos sus legados, enaltezcamos el gentilicio y glorifiquemos el linaje.

Tenemos una gran responsabilidad, una decisión que parece difícil; pero en realidad es fácil, solo tienen que interpretar el sentir de la enorme mayoría. Colóquense del lado correcto de la historia.

Si así lo hiciereis, que Dios, sus familias y la patria os premien. Si no, que os lo demanden.

@ArmandoMartini


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