OPINIÓN

El Diablo suelto

por Luis Marín Luis Marín

El ángel rebelde

La Conferencia Episcopal Venezolana convocó un Congreso de Exorcistas a celebrarse en el antiguo seminario de Guanare del 15 al 18 del presente mes de febrero, con el propósito de elegir la junta directiva del Colegio de Exorcistas que deberá afiliarse a la Asociación Internacional de Exorcistas, organización fundada por el padre Gabriele Amorth en 1990, con sede en el Vaticano, y que presidió hasta su muerte en septiembre de 2016.

La elección del lugar del evento es muy significativa porque en Guanare se encuentra el Santuario Nacional de Nuestra Señora de Coromoto, que fuera declarada Patrona Oficial de Venezuela por la Conferencia Episcopal en 1942, aunque su devoción se remonta casi trescientos años atrás, a 1652 cuando, según la tradición, se le apareció en ese sitio al indio Coromoto.

De manera que las autoridades eclesiásticas parecen haber percibido que allí se encuentra el epicentro espiritual de la nación, un punto de indiscutible irradiación salvífica desde donde irradió la evangelización y bien puede iniciarse una nueva refundación de la nación, que desde esta perspectiva sería una “recristianización” del pueblo venezolano.

Por otro lado llama la atención, en la historia de la aparición, una interferencia maligna que concluye con la muerte del indio Coromoto por la picadura de una serpiente la cual, desde el principio de los tiempos, está asociada con el demonio. De manera que allí están todos los elementos de la contienda de la luz contra las tinieblas, el drama celestial de la lucha entre Dios y el Diablo.

En la concepción judía no hay tal confrontación, Satanás no tiene jerarquía para rivalizar con Dios, al contrario, es su sirviente, una suerte de agente encubierto que el Señor utiliza para ciertas operaciones ocultas, como tentar a servidores intachables para poner a prueba la fortaleza de su Fe.

Sin embargo, la etimología de Satán sugiere la idea de adversario, oponente o francamente, enemigo; pero en la tierra, sin que tuviera todavía un lugar en el cielo. En su evolución reaparece como un ángel, hijo de Dios, que ejerce en la Corte Celestial el respetable cargo de fiscal acusador, quien recuerda los pecados en un momento tan inoportuno como cuando rendimos cuentas ante el Creador. De allí que se rebaje rápidamente a “calumniador”.

En la historia de Job, Satanás se da el lujo de tentar al mismo Dios e incitarlo contra su leal siervo consiguiendo autorización para privarlo de todos sus bienes y atormentarlo con las más terribles calamidades; no obstante, Job permanece fiel al Altísimo y termina siendo felizmente reivindicado. De allí resulta que Satanás es vencido por la Fe.

Predica el padre Amorth que el Diablo perturba la vida de las personas de diversas formas; además de la tentación, que es la más común y conocida, también usa la obsesión, cuando aquellas se vuelven ideas fijas que alteran la paz mental; el colmo es la posesión, cuando el espíritu maligno se instala en la persona, ahora poseída, de la que es necesario expulsarlo, para lo que se requiere la intervención del exorcista.

Último, pero no menos, también produce la infestación de casas, cosas y animales, que pueden ser poseídos por el demonio que las hace a unas inhabitables, a otros maléficos, que quizás sea lo que los venezolanos conocen como objetos pavosos, que traen mala suerte o que sinceramente no se les quiere tener ni siquiera cerca de uno.

El padre Amorth no duda de que el Diablo influye sobre líderes políticos y tiene particular afición por los poderosos, lo que resulta muy plausible considerando que éstos pueden causar más daño y son muy susceptibles a la tentación del poder y la gloria, que son atributos exclusivos de Dios, por lo que los hombres que abrigan estas pretensiones caen fácilmente bajo su dominio.

En una época de relativismo moral y escepticismo filosófico resulta curioso que la Iglesia haya decidido enfrentar abiertamente al Diablo, lo que implica graves consecuencias como la muy elemental de reconocer, en primer lugar, que el Diablo sí existe y que se encuentra entre nosotros, a tal punto de que se requiere de un personal especializado para combatirlo.

Pero ocurre que en el otro extremo del espectro ideológico también echan mano a imágenes míticas y al lenguaje apocalíptico, con mucho menos justificación si se toma en serio la filosofía materialista en que estas tendencias políticas dicen estar inspiradas.

Por ejemplo, desde su irrupción en escena con el fracasado intento de golpe de Estado del 4 de febrero de 1992, la sedicente revolución bolivariana fue catalogada por sus propios admiradores como “la rebelión de los ángeles”; ahora bien, los ángeles se rebelan contra Dios, no contra los hombres a los que nunca han estado sometidos, y tienen su sitial bien ganado en la demonología judeocristiana.

Lucifer fraguó una rebelión contra Dios con un grupo de ángeles, presentó batalla contra el ejército celestial comandado por el Arcángel Miguel, que los derrotó y arrojó al abismo. El libro de Enoc reseña el juramento sobre el Monte Hermón de unos ángeles caídos (su número era 200) que van a provocar devastación y miseria en la tierra.

Es un hecho extraordinario que la única estatua que existe de Lucifer, El ángel rebelde, con su actitud desafiante ante Dios, se encuentre en el Capitolio de La Habana, Cuba, en los jardines interiores del palacio, justo frente al salón Simón Bolívar; pero esta coincidencia  con la situación actual es una fantástica premonición histórica, porque fue erigida en 1931 por otro dictador luciferino, Gerardo Machado.

Puede también evocarse la profanación del sarcófago del Libertador Simón Bolívar perpetrada el 16 de julio de 2010: ¿Qué protocolo científico o forense establece que este evento tuviera que realizarse a medianoche? ¿Con los ejecutantes vestidos todos de blanco, como suelen hacer los jueves ciertos grupos santeros? ¿Cómo no concatenarla con el robo de los restos de los presidentes Rómulo Gallegos e Isaías Medina Angarita 6 años después?

Observadores perspicaces han señalado que en la firma de Chávez se distingue una cruz invertida, un símbolo que algunas sectas satánicas utilizan como estandarte; él mismo la llamaba “rabo e’ cochino”, pero este es un animal inmundo, repudiado por las religiones semíticas, que prohíben comerlo, como prescriben judíos y musulmanes. En el episodio de los endemoniados de Gadara o Gerasa, en que Jesús realiza un exorcismo, los espíritus impuros ruegan que se les permita refugiarse en los cerdos y así se les concede.

Ingrid Betancourt le dijo a Gustavo Petro: “Si no estoy contigo es porque pienso que le vendiste el alma al Diablo” y Petro no la desmintió, sino que aludió a su Pacto Histórico preguntando si eso era un “Pacto con el Diablo”, que ella ni había mencionado, como sí apuntó a gobiernos vecinos con un enigmático: “Tú sabes a quien me refiero”.

El único gobierno vecino con el que se ha denunciado que Petro tiene tratos es el de Venezuela.

De ser cierto lo que dice Betancourt, en Colombia necesitan urgentemente otro Congreso de Exorcistas.