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El día después de la libertad

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La humanidad inherente hace de las suyas. Es el arma más importante en esta era sin moral. A veces se nubla el pensamiento, entre tanta turbulencia emocional y desorden sentimental, dejando escapar algunas lágrimas habituales e interrogantes que no desaparecen: ¿Será que estamos haciendo bien? ¿Será que estamos haciendo algo o quizás no estamos haciendo nada? ¿Será que estamos haciendo lo correcto? ¿Vale la pena tanto sacrificio, tanta dedicación, tanta entrega? Las preguntas son profundas y sus respuestas difíciles de encontrar, pero el recuerdo de las decisiones que se han tomado surge inmediatamente. Estamos del lado correcto.

Al doctor Víctor se le ha revelado su creación: el Frankenstein criollo no es una ficción. Aunque hayan convertido a la “pequeña Venecia” en una planicie camboyana al estilo de la época de Pol Pot, la fe y la esperanza de una inmensa mayoría de conciudadanos siguen en supervivencia.

Sin embargo, la cuestión es un mucho más profunda tanto como la profundidad del Orinoco. La lucha en el interior y el exterior se agudiza porque el anhelo de cambio pasa factura. ¡Hasta cuándo! Es una de las aturdidoras y desesperadas expresiones que se escuchan en cualquier cola o conversación cotidiana y es que el tiempo pasa factura.

Ya pasaron 20 años desde que “las familias” de Mario Puzo, pero venezolanizadas, tomaran el poder con su padrino, el “intergaláctico” a la cabeza. Hoy su líder no está y su sucesor ya roza en el refrán “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”, y dada las circunstancias el cuerpo no resistirá por mucho tiempo aunque digan que “nos hemos acostumbrado”.

Hace mucho tiempo decidí­ agarrar mi tricolor y salir al asfalto. Mucho tiempo ha pasado de aquellas tardes entre perdigones, gases, balas y noticias sangrientas. Ya mucho tiempo pasó desde que renuncié a los sueños individuales y empecé a luchar por los anhelos colectivos. Hace mucho tiempo dejé de sentir con mi propio corazón y empecé a escuchar el palpitar de los demás. Hace tanto que decidí entrar en el laberinto político sin escuchar a mi sexto sentido, que me hablaba de Medusa y el Minotauro. Hace mucho tiempo que decidí no rendirme y seguir hasta el final. Pues rendirse no es una opción.

Ahora, surge una interrogante muy interesante dada las circunstancias y la fe puesta en la proximidad de un futuro mejor: ¿Estamos preparados para gobernar y liderar los procesos que están por venir? La premisa del “luego de la tormenta viene la calma” está incrustada en la mayoría de los corazones y pensamientos de nuestros compatriotas pero, ¿Estamos listos para esa “calma”? Debemos revisar exhaustiva y profundamente nuestro “plan abecedario” porque esta realidad pronto cambiará.

¿Qué haremos con un país dividido ?, ¿Que haremos con una sociedad polarizada entre “los con carnet” y “los sin carnet”?, ¿Qué plan hay a corto plazo para medio estabilizar la economía y frenar la estanflación?, ¿Qué garantías habrá para ese pueblo chavista desilusionado y para aquellos revolucionarios de verdad que fueron defraudados?, ¿Empezarán juicios de “Nuremberg” a la criolla?, ¿Seguiremos con las regalías de gasolina y subsidios a países extranjeros?, ¿Estamos preparados para decirle a Juan que debe pagar el agua y a María el recibo de luz?, ¿Verdaderamente existe gente de cambios o solo es un cambio de gente? Y así, un sinfín de preguntas que están rondando a lo largo y ancho del territorio venezolano. Nuestro pueblo nos exige inflexiblemente altura, compromiso y seriedad para la reconstrucción de nuestra nación.

Las respuestas deben llegar porque el pueblo espera. La esperanza y convicción debemos inyectarla en cada médula espinal y la confianza como antídoto para evitar la hemorragia que muchos han causado. La frase de un doncito de Guatire, a quien lo apodan “el padre de la democracia” sigue vigente: “No profeso ese universalismo de quienes se autotitulan ‘ciudadanos del mundo’. Antes que todo y primero que todo, soy venezolano. Siento y pienso como ciudadano. El interés por mi país lo antepongo, resueltamente al de otra nación“, pues, yo soy venezolano y todos los somos.

@JorgeFSambrano

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