OPINIÓN

El Día del Padre

por Ofelia Avella Ofelia Avella

Este domingo celebramos el Día del Padre. Siempre decimos que el Día del Padre y de la madre es todos los días. Esto es cierto, pero no está de más que nos detengamos un día al año a celebrar la paternidad y a reflexionar sobre su valor.

Sabemos que hay niños que han crecido sin la figura y la presencia de un padre. Otros desearían haber tenido un padre más “presente” en sus vidas. El padre puede haber muerto también y esto duele de manera diferente. Lo cierto es que el padre “ausente”, por cualquier razón, genera una tristeza y un vacío enorme en quienes lo han sufrido. Por eso sé que todo lo que uno diga sobre el padre presente y amoroso, fuerte y estable en sus emociones, no aplica para todo el mundo y llena de nostalgia a quienes pudieran leer lo que ahora escribo.

El padre perfecto no existe: eso es algo que todos sabemos. El amor, sin embargo, que todo lo cubre, nos ayuda a ver en ese padre que nos ha tocado una figura digna de querer y de elegir siempre, por encima de todas las cosas. Hace poco alguien me dijo que si le preguntaran  qué padre elegir él, sin dudarlo, respondería “ese que me tocó: ese, solo ese.”

Todos tenemos virtudes y defectos, y como no existe una guía sobre cómo educar a cada hijo, nada en el proceso educativo puede ser perfecto. Los padres tenemos defectos y los hijos también los tienen. Lo importante es que los hijos se sientan incondicionalmente amados, aceptados y comprendidos; que se sientan respetados y estimulados para que descubran sus talentos. El ambiente, dentro de lo posible, debe ser de confianza y aceptación. Los hijos deben respirar amor y comprensión. Esto compete a los padres, al padre “bueno” del que hablamos.

Un padre es un modelo a seguir, a imitar. Su fortaleza es soporte para la familia. El cariño que ofrece a los suyos da estabilidad a sus emociones. Es un héroe para sus hijos; una luz que brilla en los momentos oscuros. El padre ocupa un espacio grande en los corazones de los hijos, siendo como es y con los defectos que pueda tener. Las virtudes cubren sus debilidades y el amor que profesan a los hijos lo defiende de toda crítica justiciera.

Es bonito celebrar el amor paterno, la fortaleza paterna y la comprensión del padre. Es bonito celebrar un día dedicado a recordar la figura de una persona que nos ama. Celebremos pues y transmitámosle a este ser tan querido lo importante que es en nuestras vidas.