Desde el asesinato del sueño de Bolívar de la Gran Colombia, las relaciones entre Venezuela y Colombia han sido complejas y marcadas por momentos de amistad y cooperación cuando la firma de los Acuerdos de San Pedro Alejandrino, de asombro e incertidumbre cuando el presidente Santos llamo al presidente Chávez “’Mi nuevo mejor amigo’; o de profunda tensión como en la actualidad.
La cercanía geográfica, los lazos históricos y culturales, y los intereses económicos que transitan por las aduanas y los caminos verdes han tejiendo un vínculo estrecho entre ambos países, pero también a su vez han generado fricciones y conflictos.
El canciller colombiano, Luis Gilberto Murillo, reiteró el miércoles pasado que su país no reconocerá los resultados de las elecciones de Venezuela, si no son presentadas las actas antes del 10 de enero de 2025, cuando culmina el actual periodo presidencial de Nicolás Maduro; agregando «De lo contrario, como ya lo ha expresado el señor presidente (Gustavo Petro), Colombia no otorgará reconocimiento a los resultados», en referencia a los comicios presidenciales venezolanos del pasado 28 de julio. Demanda que igualmente esta exigiendo el presidente Lula de Brasil, posiblemente una de las razones de su veto para el ingreso al BRICS.
Ahora surge otro elemento de discordia que enturbia más aun las relaciones entre Caracas y Bogotá, al afectar directamente a la Casa de Nariño y al bolsillo del vecino país. El caso Monómeros, porque como dice el dicho “Metete con el santo, pero no con la limosna”, se ha convertido en uno de los puntos más álgidos de las relaciones entre Colombia y Venezuela en los últimos años. Monómeros, empresa de capital mixto colombiano y venezolano con sede en Barranquilla fundada en 1967, dedicada a la producción de fertilizantes y otros productos químicos, siendo un actor clave en la industria agrícola de ambos países, hoy es objeto de una intensa disputa política y legal.
El Conflicto por Monómeros en la actualidad, tiene dos vertientes; el conflicto se origina con la llegada del Presidente Nicolás Maduro al poder, al reclamar el control de la empresa, argumentando que era un activo estatal. Aparte de que el gobierno colombiano, bajo la administración de Iván Duque, respaldó el interinato de Guaidó, quien también reclamaba la propiedad de Monómeros y cuestionaba la legitimidad del gobierno venezolano. La preocupación y molestia de Colombia está en el grave Impacto que tendría la privatización de Monómeros en la economía colombiana, al ser una empresa estratégica para la agricultura colombiana. Su control tiene implicaciones directas en el precio de los fertilizantes y en la seguridad alimentaria de Colombia, lo cual lógicamente ha tensado las relaciones bilaterales,: que venían deteriorándose por la no entrega o presentación de las Actas del 28 de julio, agravada por un factor adicional, el Sr Saab.
Con la llegada de Gustavo Petro a la presidencia de Colombia, se esperaba un cambio en la postura del gobierno colombiano respecto a Monómeros.. Sin embargo, las negociaciones han sido complejas y aún no se ha alcanzado un acuerdo definitivo. Los principales puntos de la propuesta de Petro parten del diálogo directo con el gobierno de Maduro y garantías para los trabajadores colombianos: El presidente colombiano ha enfatizado la importancia de garantizar los derechos de los trabajadores colombianos empleados en Monómeros; el uso de los recursos de Monómeros para beneficio de los agricultores colombianos, así como mantener la seguridad alimentaria del país.
El caso Monómeros tiene importantes implicaciones para ambos países. Para Colombia, la resolución de este conflicto podría tener un impacto significativo en la economía colombiana, en particular en el sector agrícola. Además, podría contribuir a mejorar las relaciones bilaterales con Venezuela. Para Venezuela: El control de Monómeros representa un importante activo económico para el gobierno y podría ser utilizado para financiar programas sociales o proyectos de infraestructura.
El otro elemento más delicado por sus implicaciones políticas es la presencia de Alex Saab señalado como una figura clave en la gestión de Monómeros, en las negociaciones relacionadas con esta empresa, con la venta o privatización y acusaciones por supuestas actos de corrupción con posibles desvíos de fondos y enriquecimiento ilícito.
En conclusión, los gobiernos de Colombia y Venezuela han expresado posturas diferentes sobre el futuro de Monómeros, lo que ha generado incertidumbre sobre el rumbo de la empresa. El caso Monómeros es un ejemplo de cómo los conflictos políticos pueden tener un impacto significativo en las relaciones económicas y comerciales entre países; por lo que la resolución de este conflicto requerirá de un diálogo constructivo y de la voluntad política de ambas partes para encontrar una solución mutuamente beneficiosa.
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