En la vida y en la política hay que tener un mínimo de decoro. Y hay que ser agradecidos con aquellos que nos ayudan y nos muestran solidaridad.
Donald Trump ha sido un verdadero y auténtico aliado de los demócratas de Venezuela. En los momentos más complejos de la situación política venezolana siempre estuvo a nuestro lado. Quién puede olvidar el discurso del Estado de la Unión cuando, en primer lugar, le dio acceso a última hora a Juan Guaidó como invitado de honor en el correspondiente palco. Tuvo palabras de elogio que fueron aplaudidas unánimente por los presentes republicanos y demócratas. Lo hospedó en Blair House, residencia solo reservada para los jefes de Estado. Lo recibió en el Salón Oval de la Casa Blanca, sin que se haya pautado previamente esa reunión, cuando lo normal es que esas citas se planifiquen con meses de antelación. Y todo ello cuando en el momento había un fuerte cuestionamiento del liderazgo de Guaidó por parte de sectores de la oposición venezolana, quienes hasta última hora celebraban el hecho de que Trump no recibiese a Guaidó en la Casa Blanca.
Podemos decir sin temor a equivocarnos que fue Donald Trump quien salvó a Guaidó de caer en desgracia. Con su presencia en el discurso del Estado de la Unión y las posteriores reuniones con el presidente pudo exhibir ante el país y la dirigencia opositora tal reconocimiento como un trofeo que le dio una inmensa bocanada de aire a su liderazgo, sobre todo después del lento declive que había tenido tras el rotundo fracaso del “sí o sí” sobre la entrada de la ayuda humanitaria a Venezuela desde Cúcuta.
Y no se trata de desconocer la elección de Joe Biden, quien seguramente será ratificado por los colegios electorales; no, se trata de tener un mínimo de decencia y prudencia frente al hecho cierto de que sobre la elección del presidente de Estados Unidos existe una fuerte disputa sobre la veracidad de los resultados exteriorizados por los medios de comunicación.
Tampoco se trata de tomar partido por una u otra posición porque al fin y al cabo Joe Biden y los demócratas también han sido solidarios con nosotros. Se trata simplemente de tener un mínimo de prudencia frente a una diatriba legal, que mientras no sea dilucidada por los tribunales norteamericanos, una declaración de reconocimiento a Biden, afecta a quien se resteó con nosotros hasta el punto de firmar sucesivas órdenes ejecutivas para impedir que perdiéramos a Citgo. Y aun cuando la política exterior con respecto a Venezuela ha sido consenso bipartidista, han sido los republicanos en cabeza de Mike Pence, Mike Pompeo, Elliot Abrams, Marco Rubio y muchos otros quienes han llevado la batuta.
No sé quién estará asesorando a Guaidó en materia de política exterior, pero el acto de reconocimiento prematuro a Biden fue una ligereza que la pagaremos bien caro en caso de que el resultado se revierta. Una disculpa privada sería una manera elegante de enmendar parcialmente el desliz.