Durante lo que va de 2023, la oposición –o para decirlo con mayor exactitud, el G3 conformado por Acción Democrática, Primero Justicia y Un Nuevo Tiempo, con el apoyo de algunos otros pequeños grupos– ha tomado decisiones que me parecen desacertadas por la manera en que se adoptaron: sin rendir cuentas, sin realizar balances autocríticos, ni analizar el contexto global, ni formular planes alternativos. Voy a referirme a dos medidas que considero cruciales: eliminar la gestión de Juan Guaidó y sumarse al coro de voces dirigido por Nicolás Maduro, quien solicita el levantamiento de las sanciones internacionales, responsabilizándolas de todos los males que aquejan al país, como si su pésima gestión a lo largo de una década nada tuviera que ver con los enormes males que sufre Venezuela.
Haber desmontado el interinato de Guaidó está teniendo consecuencias nocivas en varios frentes. Para los millones de venezolanos que han huido en estampida de nuestro país ha resultado calamitoso. En días recientes, Idania Chirinos –periodista venezolana residenciada en Bogotá– denunciaba que los centenares de miles de compatriotas que se han desplazado hacia Colombia quedaron a la deriva desde que cerró sus puertas la oficina que Guaidó mantenía en Bogotá. Esa agencia recibía ayuda nacional e internacional que permitía apoyar los venezolanos en distintos campos: orientarlos acerca de cómo legalizar su situación; cómo podían sobrevivir y conseguir un empleo estable; hacia cuáles regiones o departamentos debían movilizarse. Se trataba de una asesoría útil para soportar las duras condiciones que les toca vivir. Ahora, la embajada de Maduro dejó a ese enorme contingente a la intemperie. Que cada quien subsista como pueda. Al fin y al cabo, como dijo Gustavo Petro en la reciente reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), el gigantesco desplazamiento de venezolanos hacia Colombia no es responsabilidad de Maduro, sino de los cambios climáticos producidos en el planeta, que han empobrecido a Venezuela. ¡Vaya manera de convertirse en cómplice de la incompetencia y la destrucción de una sociedad! La situación en el resto de los países de la región donde Guaidó tenía sus representantes debe ser similar a la de Colombia.
La otra área donde están viéndose las consecuencias de haber desmontado el interinato se conecta con la comunidad internacional. A los países amigos de los demócratas nacionales lo que se les muestra es un conjunto de facciones y sectores donde existe una enorme dispersión. Los puntos que aglutinan y solidifican a los adversarios del régimen resultan escasos o inexistentes. Al menos con Guaidó había un interlocutor que podía asumir la vocería del conjunto opositor, aunque no todas las fracciones estuviesen de acuerdo, ni existiera una sola estrategia frente al régimen. Ahora se oyen distintas voces y cada una de ellas expresa su propio punto de vista. Para la comunidad internacional todo esto debe resultar confuso e incomprensible. En la actualidad, una comisión integrada por varios dirigentes opositores de los que se han reunido con el gobierno en México anda en una gira por varios países europeos explicando los alcances de las exigencias planteadas en esos encuentros. Esperemos que tengan éxito, aunque la invasión de Rusia a Ucrania y la debilidad de los demócratas criollos no permiten ser demasiado optimistas. Hoy, el foco de atención se encuentra en Ucrania. Venezuela, en parte debido a la propia oposición, salió de los reflectores.
Con respecto de las sanciones, resulta incompresible que algunos gobernadores e importantes dirigentes de la oposición estén acompañando la cantaleta de Maduro acerca del levantamiento de los castigos. Sorprende que le hayan comprado ese discurso mendaz a cambio de nada.
¿Qué tienen que ver las sanciones con la destrucción sistemática y sostenida de Pdvsa, causa de la caída de la producción de crudo y de la merma de los ingresos petroleros de forma dramática, luego de haber sido esa empresa un ejemplo mundial de eficiencia? ¿Qué tienen que ver las sanciones con la hiperinflación y la ruina del aparato productivo nacional, la caída del PIB, la desarticulación de la agroindustria, las expropiaciones y confiscaciones, y todas las medidas disparatadas que arruinaron la economía nacional? ¿Qué tienen que ver las sanciones con el derroche del gobierno cuando les regala el petróleo a Cuba y a los países de Petrocaribe? ¿Acaso el abandono de la provincia, la falta de inversión en vialidad, en servicios públicos y, en general, en infraestructura, están determinados por las sanciones? Nada de eso.
El G3 acabó con el interinato de Juan Guaidó y, además, replica el llamado maniqueo de Nicolás Maduro contra las sanciones. Es decir, trituró dos poderosos mecanismos de presión, sin haber logrado ningún compromiso serio del régimen para recuperar la democracia a través de la convocatoria en 2024 de elecciones libres, equilibradas y supervisadas por los organismos internacionales.
La representación democrática llegará a la nueva ronda de negociaciones en México, si es que se da, blandiendo arcos y flechas, mientras el régimen mostrará sus poderosos tanques blindados. Son generales que se desarman unilateralmente para quedarse sin nada con lo cual poner en aprietos al adversario. Pésima estrategia.
@trinomarquezc