OPINIÓN

El desapego

por Arminda García Arminda García

Practicar el desapego nos regala liberación, pues adoptar esta actitud en la vida facilita la independencia emocional que permite crecer, avanzar y desarrollarnos. Esto sucede cuando   entendemos que debemos ser dueños de nuestras acciones, conscientes de que somos los autores de nuestro porvenir.

Una de las formas de lograrlo es haciendo un esfuerzo por edificar nuestro bienestar y equilibrio emocional, pues somos los responsables de labrar nuestra felicidad y de tomar las decisiones acertadas al respecto.

A veces solemos apegarnos al pasado, a las vivencias o eventos que ya sucedieron, permitiéndonos pasar por muchas experiencias, pero que es necesario dejar atrás. En este sentido resulta oportuno no olvidar lo imperioso de vivir el presente, aceptando el aprendizaje y la realidad de que nada es para siempre y no podemos estancarnos en lo que ya pasó.

Debemos tener en cuenta la importancia de afrontar nuestra realidad y no dejarnos opacar por los contratiempos y las circunstancias del momento, que les restan atención a nuestras vivencias actuales, haciendo que el pasado se convierta a veces en una carga pesada que nos afecta desfavorablemente.

Los aspectos negativos, los fracasos, las experiencias traumáticas, las pérdidas, las frustraciones, los problemas, así como las derrotas, nos condicionan de una manera que nos impide avanzar.

Recordemos que no hay nada malo en tener conexiones o vínculos con personas, con actividades, labores, conceptos e ideas, pero es necesario hacer un esfuerzo en no convertirnos en alguien dependiente de estos aspectos, tratando de evitar que nos dominen o controlen, pues si lo permitimos puede limitarnos y  hacernos daño,  causando efectos colaterales.

Algunas de estas consecuencias pueden ser el estrés, el temor, el pánico, la intimidación, la inquietud, el desasosiego, la frustración, la violencia, las dudas, la intranquilidad, la ansiedad, la depresión, el desconsuelo, la decepción, la amenaza, entre muchos otros, que son muy difíciles de sobrellevar y superar. Esto genera sensaciones negativas, que debemos tratar de evitar.

Por esta razón, el desapego ayuda a liberarnos de aquello que nos afecta, permitiendo que la vida siga su curso, tratando de aceptar lo que no se puede transformar y dejándolo ir. No significa que no vamos a luchar y esforzarnos por lograr nuestros objetivos. Es relevante dar el todo, para que así sea, sin aferrarnos o enfrascarnos, evitando convertir ese camino en una obsesión.

Cuando logramos experimentar el desapego, entonces alcanzamos el bienestar que necesitamos para ser más felices, más optimistas y positivos, lo cual nos facilita contar con ánimo y energía para orientar nuestros esfuerzos hacia el logro de nuestros propósitos.