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Las declaraciones de María Corina Machado el miércoles pasado, que en el fondo sintetizaban cosas que ya había dicho más dispersamente, a propósito del referendo sobre el Esequibo que cocina el gobierno como  alimento polivitamínico capaz de devolverle las agotadas energías políticas de que padece, fueron de una coherencia y contundencia admirables. Dijo casi todo lo que hay que decir, casi. La responsabilidad de Chávez y Maduro en la política entreguista con que se trató el asunto en nombre  de una política de la viveza y el riesgo irresponsable en años de delirio “latinoamericanista” y que dañó sustancialmente nuestros derechos históricos sobre ese pedazo de tierra patria.

Señaló el sinsentido del tal referendo que atribuyó al desespero gubernamental por su cada vez más flácida contextura política, y electoral subrayemos. Y que en el fondo no solo era innecesario sino que  resultaba dañino a los intereses nacionales, ya que atentaba contra el verdadero escenario donde se decidiría el asunto, la CIJ, a comienzos del próximo año. Por tanto habría que suprimirlo, nada menos. ¡Suprimirlo! Para oficiantes gubernamentales que andan disfrazados de próceres independentistas y haciendo de la escogencia electoral un grave asunto de patria debe ser sorprendente tanta contundencia, sobre todo viniendo de quien tiene un probado capital electoral millonario. (Por cierto que nadie ha dado un número, ni aproximado, de las “primarias” del tal evento, solo adjetivos altisonantes). Suspender una cosa innecesaria y en el fondo absurda porque la soberanía se ejerce, es una cuestión de Estado y no se consulta como si fuera un problema de otra densidad política.

Para terminar y redondear el negocio ofrece una solución, que se prepare con todo el saber acumulable posible para una resplandeciente posición en la disputa que vendrá en la Corte Internacional de Justicia de la ONU. Allí se definirá todo, sin apelaciones.

Total que se juega a las Malvinas, sin plomo por supuesto. Para confundir los votos “patriotas” con apoyo a la dictadura que se estará deteriorando, que anda por los suelos mejor dicho, es el supuesto objetivo del evento electoral.

Pero sin entrar en detalles innecesarios solo hay que subrayar que, muy distinto al “libre albedrío” de la oposición tradicional y aplastada, la proposición de MCM es un desafío de verdad a los rodríguez, maduros y cabellos que en adelante lo enfrentan o se hacen  los locos. No lo deberían hacer porque la retadora mueve millones de libres albedríos de los venezolanos. De paso, habría que apuntar que se supone que todo votante en cualquier escenario, solitario en su decisión, ejerce siempre el tal libre albedrío. De manera que la oposición tradicional, por calificarla de algo, no dijo nada cuando lo proclamó. Una perogrullada su opinión. María Corina retó a muerte electoral al gobierno y tiene con qué. Queremos números para la ocasión.

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