El régimen de Nicolás Maduro busca oxigenar internacionalmente su alicaído gobierno. Y es que después de una ausencia en Argentina y otra en República Dominicana en cumbres continentales, encontró en Brasil con Lula da Silva, una garantía política ante nulidad de protestas sociales –aunque no pudo impedir las condenas políticas– o que parte de su comitiva pudiera ser detenida sobre la base de mecanismos jurídicos internacionales, enfiló viaje hacia Turquía a la toma de posesión de Erdogan –un presidente de ultraderecha, pero de esquemas neototalitarios– para terminar un oxigonio de viajes en el reino de Arabia Saudita –principales socios de Estados Unidos–, tales visitas en todo caso revelan que Venezuela y menos Nicolás Maduro sea en la actualidad una figura de relevancia geopolítica.
De hecho, es de tal nivel el fracaso de Nicolás Maduro que esas naciones marcadas en su intempestiva agenda, además de sus supuestos “amigos” de China y Rusia, todas votaron a favor de Guyana en la más reciente reunión para elegir los miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas, lo cual sólo deja en evidencia que la otrora inglesa nación tiene mayor influencia de relevancia internacional que lo que pudiera ofrecer en este momento Nicolás Maduro, máxime cuando la nación con la cual Venezuela mantiene un litigio desde 1899, y desde 1966 con instancias de “buen oficiante” en el derecho de las naciones, si algo está a la vista son las inversiones del gigante asiático en esa extensión en reclamación, sin obviar que Brasil también es vecino geográfico y productor de petróleo, y Arabia Saudita el mayor exportador de crudo del planeta; y sin descartar que Rusia, otra nación petrolera, es la que mantiene en su custodia el “acta de sentencia” con la cual Fiodor Martens, el juez que fue responsable en despojarnos de la zona que ahora forma parte de Guyana, documento que por cierto Venezuela ni siquiera ha solicitado una copia, lo que también en cierta forma termina revelando no sólo el desmadre de las relaciones internacionales de Venezuela, sino hasta la sumisión a potencias extranjeras en relación con nuestros derechos en el plano de la territorialidad.
Ahora bien, es tal el declive de Venezuela como nación petrolera que ha tenido que negociar con la imperialista Chevron para tratar de aumentar la alicaída producción, situación interna de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), que incluso se ha agravado con la disminución en los niveles de gasolina que ni siquiera cubren el consumo interno a precios internacionales, mientras que existen constantes denuncias sobre la “calidad” de los combustibles subsidiados que estarían afectando los desgastados motores del envejecido parque automotor y con ello, aumentado los incendios en vehículos y autobuses, hecho que se está volviendo muy común, incluso en las propias estaciones de servicio, lo cual pudiera originar en cualquier momento una tragedia de incalculables características humanas y materiales. Es de tal nivel el consumo de gasolina y gasoil que hasta como si fuera un “bingo” o “lotería” es de esa forma que estarían asignando los vehículos que pudieran ser surtidos de lo que una vez tenía como derroche, que fue durante décadas la gasolina más barata del mundo y que se iba de manera descontrolada en contrabando hacia los países vecinos.
Y si lo anterior fuera poco, el suministro de gas se ha convertido en una odisea para los venezolanos, en donde fundamentalmente mujeres tienen que ir de madrugada a hacer colas para intentar llenar sus bombonas, proceso que llevan consigo el peligro que ante el nulo proceso de control de calidad que realiza Pdvsa sobre los cilindros, se han producido diversas explosiones mortales en distintas viviendas del país, lo cual también comprueba que la situación de Pdvsa no sólo es de quiebra económica, sino de procesos industriales en todas sus etapas.
Nicolás Maduro ha llevado a Pdvsa a la destrucción económica y de producción. Ni hablar de la condición laboral y seguridad industrial de los trabajadores. Una empresa donde el propio gobierno reconoce que en los tiempos más recientes se robaron más de 20.000 millones de dólares, sin que exista un cabecilla responsable de semejantes hechos de corrupción, y se designa como presidente a un individuo que ni siquiera conoce el origen de la palabra petróleo y menos la historia petrolera venezolana, no puede más que estar destinado al fracaso. Para recobrar al país – incluyendo Guyana -, se hará indispensable recuperar a Pdvsa, y para recobrar al país Nicolás Maduro debe abandonar el poder y el país. No hay otra salida.
@vivassantanaj_