Mientras en estas tierras latinoamericanas el show al mejor estilo del “Circo Beat” de Fito Páez (con su “Casa de los Famosos” incluida) atrae la atención de las masas, en el mundo se discuten las formas en que la guerra europea puede finalizar. Al respecto hay cosas que no se discuten: que Ucrania no tiene manera alguna de derrotar a Rusia; que la OTAN no tiene medios para cambiar el estado de cosas en el campo de batalla; que con el gobierno de Trump la guerra se termina, aunque sin saberse la manera en que ello pueda darse.
El aspecto de la guerra europea que si está en discusión en Occidente: La real determinación de Rusia por imponerse en Ucrania. Hay quienes consideran que no es un objetivo vital de Moscú, incluso entre quienes se suman al gobierno Trump. En punto a esto, creo que es un enorme error considerar esa posibilidad y que al hacerlo se derivan decisiones que sólo agravarán el final de la guerra, como trataremos más adelante.
En relación a esto se ha expresado John Mearsheimer, diciendo que es un grave error creer que Rusia no tiene intereses vitales a la supervivencia del país en la guerra europea. Esto lo hemos discutido mucho en estos artículo, charlas, entrevistas y conferencias desde hace más de tres años. El problema surge porque en Occidente es donde no hay un interés vital en esta guerra y se cree que Rusia “exagera” respecto a Ucrania. Así las cosas hay varios escenarios sobre los cuales se discute, los que mencionaré a continuación, dando para cada uno mi mirada sobre su viabilidad.
Escenario donde se establezca un “alto el fuego” que “congele” el estado de cosas sine die: Este es un escenario que puede buscarse desde la nueva administración otorgando a Ucrania un nivel de ayuda militar hasta 10 veces superior al otorgado por el “estadista” Biden en sus años de gobierno. Esta mirada parte de la base que Rusia no estaría dispuesta a escalar al campo nuclear, y que por lo tanto podría ser forzada a reconocer que no puede lograr nada más allá de lo alcanzado, por lo que un “congelamiento” a la coreana podría ser una salida razonable. Como hemos manifestado en varios reportes, este escenario requiere que Estados Unidos olvide su pretensión de enfocarse decisivamente en contener a China y “divida” su esfuerzo militar entre el Indo Pacífico y Europa. Este escenario también responde al criterio de muchos en Estados Unidos en punto a que como Gran Potencia no puede aparecer perdedora en una guerra como esta donde se enfrenta a Rusia. A mi juicio no es un escenario que sea favorable a las políticas de largo plazo de Estados Unidos, pero hay probabilidad que el mismo sea intentado al inicio de la administración Trump. Muchos analistas lo consideran como uno que se daría pues responde a la idea de un Trump tratando de tener una posición de fuerza para la negociación.
Escenario donde se reconozca a Rusia los territorios asimilados y Ucrania no ingrese a la OTAN: Este era el escenario posible que surgía de las declaraciones de Trump, su vicepresidente JD Vance y de Robert Kennedy en relación con la guerra europea. Es el escenario que más favorece concretar definitivamente el “pivot al Asia” de Estados Unidos, más si se suma el estado de cosas generado en Oriente Medio, donde Irán ha recibido un golpe durísimo y ha quedado a merced de la decisión de Jerusalén de destruir o no su infraestructura petrolera/nuclear, lo que se especula incluso podría generar las condiciones para la caída del régimen teocrático. Sin dudas es un escenario que deja muy mal parado a la OTAN a lo que Trump podría expresar que fue el “estadista” Biden quien puso a la OTAN en ese estado de cosas y que él sólo trata de salvar lo que se puede de una situación largamente desmadrada. Tiendo a pensar que este escenario es poco probable de ser buscado por Trump, esto por lo antes expresado en cuanto a que nuevas figuras incorporadas a su gabinete pugnan por una salida que no deje debilitado a Estados Unidos.
Escenario donde como variante de los anteriores se inicie una “Guerra Fría 2.0” entre Estados Unidos y Rusia: Este es un escenario que puede surgir de optarse por un “congelamiento” de la guerra o bien una salida donde Ucrania pueda acceder a la OTAN en un futuro. Claramente este escenario pone a Europa en una prioridad estratégica al menos comparable a la que demanda la contención de China. Ya he explicado que es el peor escenario para Estados Unidos, pues el paradigma de enfrentar dos Grandes Potencias simultáneamente como en la Segunda Guerra Mundial es totalmente inaplicable ante dos Grandes Potencias con armas nucleares como Rusia y China (no lo digo yo solamente, sino Kissinger o Mearsheimer, pero sé que es algo que se sostiene en las divagaciones de muchos todólogos). Creo que a pesar de su condición negativa para Estados Unidos, es este un escenario muy posible de ser concretado ya que como hemos mencionado más arriba la “tendencia” de la nueva administración parece inclinarse a lograr una posición de fuerza frente a Rusia y esto último, estimados, es algo imposible de lograr en un corto plazo.
Trump y la decisión del “estadista” Biden de autorizar el uso de misiles crucero contra Rusia
Hace muy pocos días, casi horas atrás, Trump expresó que la decisión del amado “estadista” Biden fue una estupidez. Que no se lo consultó al respecto, cuando faltan semanas para que se haga cargo de la administración; finalmente que es una innecesaria escalada en el conflicto. Todo lo anterior lo mencioné en el momento en que el brillante “estadista” Biden dio autorización para el uso de esos misiles. Algunos todólogos desde sus riesgosos puestos en las barras de algunos bares demostraron su algarabía ante la muy “próxima” derrota de Rusia. Y es que estos todólogos son absolutamente incapaces de evaluar el peligro del choque entre grandes potencias nucleares. En su experiencia con videojuegos como Call of Duty siempre pueden reiniciar los mismos o reunir comodines suficientes para seguir peleando…
Cerramos con nuestra acostumbrada recomendación de lecturas de nuestras “inútil biblioteca”: GREAT DELUSION: LIBERAL DREAMS AND INTERNATIONAL REALITIES por John Mearsheimer, en Occidente se cree ampliamente que Estados Unidos debería difundir la democracia liberal en todo el mundo, fomentar una economía internacional abierta y construir instituciones internacionales. Se supone que la política de rehacer el mundo a la imagen de Estados Unidos debe proteger los derechos humanos, promover la paz y hacer que el mundo sea seguro para la democracia. Pero esto no es lo que ha sucedido. En cambio, Estados Unidos se ha convertido en un Estado altamente militarizado que libra guerras que socavan la paz, dañan los derechos humanos y amenazan los valores liberales internos. En esta importante declaración, el reconocido estudioso de las relaciones internacionales John Mearsheimer sostiene que la hegemonía liberal (la política exterior seguida por Estados Unidos desde el fin de la Guerra Fría) está condenada al fracaso. Sostiene, que Washington adopte una política exterior más moderada basada en una sólida comprensión de cómo el nacionalismo y el realismo limitan a las grandes potencias en el extranjero. “Great Delusion” es una obra lúcida y convincente de suma importancia para académicos, formuladores de políticas y todos aquellos interesados en el futuro de la política exterior estadounidense; THE HELL OF GOOD INTENTIONS por Stephen Walt, en 1992, Estados Unidos se encontraba en la cima del poder mundial y los estadounidenses confiaban en que se acercaba una nueva era de paz y prosperidad. Tres décadas después, esas esperanzas se han desvanecido. Las relaciones con Rusia y China se han deteriorado, la Unión Europea se tambalea, el nacionalismo y el populismo están en aumento y Estados Unidos se ha visto atrapado en guerras costosas e inútiles que han desperdiciado billones de dólares y socavado su influencia en todo el mundo. La raíz de este triste historial, sostiene Walt, es el obstinado compromiso del establishment de la política exterior estadounidense con una estrategia de “hegemonía liberal”. Desde el final de la Guerra Fría, tanto republicanos como demócratas han intentado utilizar el poder estadounidense para difundir la democracia, los mercados abiertos y otros valores liberales en todos los rincones del planeta. Esta estrategia estaba condenada al fracaso, pero sus defensores en la élite de la política exterior nunca tuvieron que rendir cuentas y siguieron repitiendo los mismos errores. La mejor alternativa, sostiene Walt, es regresar a la estrategia realista de “equilibrio extraterritorial”, que evita el cambio de régimen, la construcción de naciones y otras formas de ingeniería social global. El pueblo estadounidense seguramente acogería con agrado una política exterior más moderada, que permitiera prestar mayor atención a los problemas internos. Este cambio, largamente esperado, requerirá abandonar la inútil búsqueda de hegemonía liberal y construir un establishment de política exterior con una visión más realista del poder estadounidense. Este libro de Stephen Walt, lúcido, sincero y elegantemente escrito, ofrece un diagnóstico convincente de las recientes locuras de la política exterior de Estados Unidos y una fórmula comprobada para un éxito renovado.
@J__Benavides