“Grant me the serenity to accept the things I cannot change, the courage to change the things I can, and the wisdom to know the difference” (ALCOHOLICS ANONIMOUS)
En verano nos gusta desconectar de la rutina de todo el año y relajarnos un poco. En los meses de la jota hace calor. A partir de junio lo normal es disfrutar de las vacaciones estivales en un lugar diferente al habitual. Ya se sabe que durante estos meses unos beben más cerveza y más vino. Si viaja usted, querido lector, por carretera en su propio vehículo justo los días al comienzo de las vacaciones y del fin de las mismas, podría plantearse retrasar la salida para esquivar el tráfico intenso de esas fechas; darse un par de días de descanso antes de iniciar esa aventura. Aunque le suene a psicología de buen rollito o coaching probablemente le vendría bien olvidar un poco la red internacional que nos ata a casi todos a lo mismo, y dedicarse a hacer algo distinto. Sé que resulta fácil decirlo, pero es que no va a ser siempre el mismo, digo yo.
Que las vacaciones sirvan para algo. En fin, yo soy un mal ejemplo porque incluso estos días no puedo vivir sin esta afición mía a leer periódicos y ver informativos, y el otro día me resultó gracioso el reportaje de una periodista de televisión que hablaba de la tasa de alcohol permitida por la Dirección General de Tráfico en las carreteras españolas (“Asociaciones y expertos piden rebajar a la mitad la tasa de alcohol permitida de 0,25 a 0,10 MG/L”.-Telecinco.es; Noelia Camacho, 29.06.2024)*. Ahora mismo la tasa máxima de alcohol permitida es de 0,25 mg/L, que quiere decir, que un automovilista puede llegar a concentrar a 0,25 miligramos de alcohol por litro de sangre en aire espirado. La medición la realiza la guardia civil de tráfico al detener su vehículo y pedirle que sople en el test de alcoholemia.
El reportaje expone la recomendación de la Dirección General de Tráfico: no beba nada de alcohol. Dicho de otra forma, si bebes no conduzcas, tasa de alcohol 0,0, nada de nada, te lo dice Stevie Wonder «don’t drive drunk». A pesar del tono, la verdad es que hay gente irresponsable que cree que no pasa nada por tomarse unas copas antes de subirse a la máquina. Hay vidas en riesgo, no solo la suya. Bueno, como decía ahí arriba, volviendo al reportaje, me gustó que se tuviese en cuenta para mostrar los efectos del alcohol en la consciencia de quien conduce, el peso y el sexo de la persona. La reportera se hizo acompañar de dos hombres. Los tres se sometieron a la prueba de tomarse una cerveza, luego un vino y ya se acercaban peligrosamente a 0,25. Luego cruzaron la línea roja de la tercera y ahí cayeron los tres. Ya el alcoholímetro superaba los 0,25 mg/L.
Resulta que hay gente que se sube a un vehículo de motor habiendo bebido más alcohol de la cuenta. Esto no es razonable. El caso es que hay gente que, por increíble que parezca, conduce drogada, con drogas en el cuerpo, es decir, con una distorsión grave de la percepción de la realidad. Y sale así a la carretera.
Uno coincide con automovilistas que incumplen las normas elementales de urbanidad también en carretera. Se les reconoce porque no ceden nunca el paso, se pegan a la parte trasera de tu vehículo, parecen tener prisa siempre, y ocupan por defecto el carril izquierdo. Estos individuos pueblan las mismas vías que usted y yo. Cada cual se comporta en la carretera, la calle y en casa como sabe. Un hombre educado también.
*telecinco.es/noticias/tasa-alcohol-permitida/29062024