El socialismo de la República Bolivariana de Venezuela –creado por Chávez y denominado “chavismo” con el visto bueno de los Castro– hizo del país un nido de corrupción que de alguna u otra forma ha perjudicado a los ciudadanos, quienes han tenido que acudir a mercados clandestinos para poder obtener alimentos, mercado real que no está sujeto a controles estatales y que revive la esencia capitalista que habita en cada ciudadano. Enhorabuena.
En los últimos años hemos sido testigos de innumerables acusaciones por parte de organismos internacionales contra el régimen comunista que mantiene secuestrado a 30 millones de ciudadanos, que ha saqueado hasta la última gota de recursos de una tierra que ha sido bendecida por la naturaleza, pero condenada por una ideología criminal y fracasada. Irónico que en 1998 llegó al poder un personaje con un discurso populista que vendió la idea de socavar los actos de corrupción en un país que tenía en su haber 40 años de bipartidismo “democrático”, pero hoy somos espectadores de cómo la corrupción se ha triplicado y han robado lo que no robaron los anteriores gobiernos en sus 40 años de la llamada cuarta república.
Ojo, es importante aclarar que la debacle de Venezuela no solamente obedece a que tenemos un régimen corrupto, debemos tener mucho cuidado a la hora de llevar el mensaje a los ciudadanos. El mayor problema del país es el socialismo que ha promovido la izquierda porque es un sistema que no cree en el individuo y por ende desprecia la libertad individual y la propiedad privada. La corrupción existe en todo el mundo y sobre todo en nuestros países de la América Latina, como es el caso de Perú donde cuatro ex presidentes han sido acusados de corrupción entre ellos: PPK, destituido y hoy enfrenta juicio; Humala preso, Alan García se suicidó y Toledo prófugo; sin embargo, el país no padece una catástrofe humanitaria como la nuestra, de modo que el problema de Venezuela no es solamente la corrupción. Esto va más allá. Es la conglomeración del Foro de Sao Paulo, Internacional Socialista, mafias internaciones y terrorismo islámico.
Son preocupantes las recientes acusaciones dadas a conocer desde Bogotá por el periodista Orlando Avendaño, quien toca la trama que ha ocurrido con un dinero que iba a ser destinado a los militares que han huido de Venezuela y se encuentran en Colombia, acusaciones que desde luego señalan al gobierno interino del presidente Juan Guaidó. Es importante hacer una reflexión: “Aquellos que aún persisten en la idea de que debemos perdonar y aceptar un gobierno de transición con un supuesto chavismo democrático es inaceptable por la simple razón de que están involucrados en el saqueo de la nación”. Una vez más la corrupción ha permeado la mayoría de la clase política actual en Venezuela, independientemente de partidos políticos o dominio del poder. Hemos aprendido durante estos 20 años que nadie se enriquece de la noche a la mañana, hemos aprendido que la riqueza se construye con esfuerzo generando dinero bien habido. El conglomerado de la corrupción se protegen entre ellos y no todos son rojos, es decir, no todos son chavistas abiertamente. Es por ello que en la nueva Venezuela la rendición de cuentas ante la justicia es vital para la reconstrucción del país y aniquilar la política corrupta.
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