OPINIÓN

El conflicto Rusia-Ucrania visto desde Venezuela

por Humberto González Briceño Humberto González Briceño

Lo primero que comprendimos cuando estalló la crisis militar entre Rusia y Ucrania es que no podíamos los venezolanos saltar a condenar a Rusia o apoyar a Ucrania sin antes lograr un entendimiento cabal de los  coletazos de esa crisis en Venezuela. En la confrontación de intereses geopolíticos los nuestros (los de los venezolanos que luchamos contra el chavismo) parecieran estar en contradicción con los de Ucrania como país sin que esto signifique condonar agresiones contra la población civil aún en situación de guerra.

Pero es que la presión de las corporaciones mediáticas y los dueños de las redes sociales va en dirección de condenar a Rusia y a todo aquel que se atreva a dudar de la opinión hoy hegemónica. Más allá de las opiniones personales que cualquiera pueda tener lo que nos interesa hoy es examinar la situación desde un punto de vista geopolítico en su impacto sobre la situación en Venezuela haciendo a un lado consideraciones de tipo psicológico e incluso propagandístico.

No es cierto que la intervención militar que pide Ucrania a Estados Unidos y la OTAN tenga similitudes con la intervención militar internacional que en algún momento pedimos para Venezuela. Ucrania está en el centro de un conflicto que ha sido creado artificialmente para ponerle un freno a la expansión imperial de Rusia. Es legítimo que Rusia en el ejercicio de sus capacidades imperiales quiera retomar el control de Ucrania que, antes de la maniobra de los comunistas soviéticos, era parte integral de Rusia y no algo distinto.

También es legítimo que los vecinos de Rusia administren sus temores y vean en esa acción una amenaza para sus propios países. Tan legítimo como el derecho que podría asistir a cualquier ucraniano de enfrentar por la fuerza las pretensiones rusas. Lo que cambia toda la dinámica es la torpe decisión de los Estados Unidos nuevamente convertido en policía del mundo, bajo la dirección de los demócratas, de sumarse al coro de otros países que ven en esta coyuntura la justificación para enfrentar a una Rusia que acusan de autoritaria, imperialista y enemiga de la civilización occidental.

La Rusia autoritaria y capitalista de hoy nada tiene que ver con el régimen comunista soviético de ayer, aunque algunos insisten en darle vida a ese espectro. De hecho la Rusia de hoy podría tener más intereses geopolíticos y culturales con Occidente que la propia China tan favorecida por la administración demócrata en Estados Unidos. Sin embargo, la narrativa dominante en los medios norteamericanos es a condenar el expansionismo ruso de su plataforma continental muy parecido, por cierto, a lo que hizo en su momento los Estados Unidos tomando control de extensas áreas de México y comprando a precio de ganga la zona de Alaska precisamente de los rusos.

Casi que por impulso reflejo deberíamos salir a condenar la acción de Rusia contra Ucrania por el hecho de que Rusia ha sido clave e instrumental en el sostenimiento militar del régimen chavista. Por lo que la instalación de las bases militares rusas en Venezuela significan y por la disposición que tiene el régimen chavista de cederle el territorio a cualquier país dispuesto a confrontar militarmente con Estados Unidos es por lo que las razones para pedir una intervención militar internacional no eran sólo domésticas sino geopolíticas. La disposición del régimen chavista de poner el territorio venezolano a la orden para instalar armas de largo alcance es una amenaza real para la seguridad continental de los Estados Unidos más incluso que el control de Ucrania por parte de Rusia. Aunque el gobierno ucraniano insista en hacer de su guerra la tercera guerra mundial involucrando a más países en contra de Rusia.

Para los venezolanos que estamos en una guerra a muerte contra el régimen chavista condenar a Rusia y apoyar al gobierno de Ucrania nos pone automáticamente del lado del grupo de países -¿intereses?- liderados por los Estados Unidos e Inglaterra que ahora proponen financiar al chavismo levantándole las sanciones internacionales y comprándole  petróleo. Según Estados Unidos, Rusia es enemiga de Occidente y comprarle petróleo sería financiar su maquinaria de guerra. Los operadores del Partido Demócrata resolvieron que entonces era preferible financiar la maquinaria represiva del chavismo que ahora se encuentra en una posición privilegiada de la mano de su más insospechado aliado, el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica.

No vamos a ahorrar palabras de apoyo y solidaridad con el pueblo ucraniano que hoy es víctima de poderosos intereses financieros y militares que los han usado para provocar un conflicto con Rusia. Si hay que buscar culpables al sufrimiento de los ucranianos no solo se puede acusar a Rusia sino a Estados Unidos y los demás países de la OTAN que usan a Ucrania como proxy en su guerra imprudente contra Rusia. Con el mayor pragmatismo estos países alientan la posición de Ucrania y le suministran poderosas armas al tiempo que se excusan de no acordar una zona de exclusión aérea con el pretexto que eso sería interpretado como un acto de guerra directo contra Rusia como si el suministro de armas y el embargo internacional ya no lo fueran.

Tampoco los venezolanos podemos aceptar que se nos acorrale a escoger entre apoyar a los oligarcas de la Rusia de Putin y los de la Ucrania de Zelenski. Nuestra posición debe ser prudente, no neutral. Y en el ejercicio de esa prudencia para defender nuestros propios intereses y no otros estamos obligados a condenar a los verdaderos responsables del conflicto entre Rusia y Ucrania y a denunciar  a todo aliado del régimen chavista que le apoye en forma militar o económica, llámese Rusia o Estados Unidos.

@humbertotweets