Después de la “Carrera Espacial” librada entre 1957 y 1969 entre solo 2 potencias espaciales como la Unión Soviética (actual Federación Rusa) y los Estados Unidos de América, se dio un compás de casi 45 años de paz y cooperación en el espacio, que tienen un final abrupto en 2015, cuando el gobierno de Barack Obama emitió la Ley de Competitividad de Lanzamientos Espaciales Comerciales de Estados Unidos. El objetivo del proyecto de ley era permitir que las empresas e individuos estadounidenses pudieran hacerse propietarios de los recursos que se extraen de los asteroides y de cuerpos celestes fuera del mundo, así como venderlos, al “facilitar un entorno favorable al crecimiento de la industria espacial comercial en desarrollo”.
La entrada de las empresas privadas dentro de la exploración, minería y turismo espacial, abre un paralelismo político al ocurrido siglo atrás, cuando los Reinos de Inglaterra y Holanda conquistaron vastos imperios coloniales, concediendo beneficios comerciales a empresas privadas que luego fueron absorbidas por el Estado Nacional, tal como fue el caso de la Compañía Británica de las Indias Orientales (India), la Compañía de la Bahía del Hudson (Canadá), entre otras.
En la actualidad, para entender este panorama, veamos la siguiente referencia:
“Las proyecciones de Bank of América y Merrill Lynch en 2017, citadas en un artículo de la CNBC, refieren que la industria espacial va a expandirse “a más de ocho veces su tamaño actual para 2050. Valorado en casi 400 mil millones de dólares ahora, eso significa que el sector espacial alcanzaría un valor total de casi 3 billones de dólares en los próximos 30 años”. En ese sentido, ¿qué réditos puede ofrecer el negocio de la minería espacial? Existen millones de suelos ultraterrestres con recursos que en nuestro planeta son raros o están comenzando a escasear: el paladio, el platino o el litio, metales altamente cotizados en la industria de dispositivos móviles; el oro y el agua; y el helio-3, recurso que abunda en la Luna, potencialmente aprovechable en la industria de la energía nuclear, se calcula que un solo asteroide puede contener metales raros valorados entre 300 mil millones de dólares y más de 5 billones de dólares”.
Pudiera pensar el lector del presente escrito, una extravagancia hacer estas comparaciones “odiosas” en una materia tan exclusiva, como las actividades espaciales, pero lo cierto es que de 195 naciones registradas en la ONU, hay 72 agencias espaciales nacionales y varias internacionales de carácter regional en la actualidad.
Es aquí donde debemos observar 3 modelos de empresa aeroespacial que funcionan con filosofías muy distintas entre sí y revisar si sus formas de ejecutar sus actividades no son sino simplemente, un reflejo fiel de su conducta social.
1. Agencia Bolivariana para Actividades Espaciales (ABAE)
Es un organismo del Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología e Innovación encargado de desarrollar y llevar a cabo las políticas del Ejecutivo Nacional de Venezuela respecto al uso pacífico del espacio exterior. Inicialmente, se denominó Centro Espacial Venezolano, creado el 28 de noviembre de 2005. Más adelante, los requerimientos crecieron y el organismo pasó a llamarse Agencia Bolivariana para Actividades Espaciales (ABAE). La misma tiene por objeto diseñar, coordinar y ejecutar las políticas emanadas del Ejecutivo Nacional, relacionadas con el uso pacífico del espacio exterior, y actuará como el ente descentralizado especializado en materia aeroespacial en el país. Desde su creación ha estado trabajando en el lanzamiento del primer satélite artificial venezolano, el Satélite Simón Bolívar (Venesat-1), el cual entró en fase de operaciones el 29 de octubre de 2008 ,del Satélite Miranda (VRSS-1) el 29 de septiembre de 2012 y el más reciente el 9 de octubre de 2017 el Satélite Sucre (VRSS-2).
Sin duda, uno de los máximos orgullos de la gestión de Hugo Chávez (1999-2013), no es menos cierto que su destino corre parejo a la capacidad financiera del Estado, ya que nunca se propuso incorporar al sector privado nacional e internacional en cuanto a la posibilidad de compartir proyectos e instalaciones y tal vez fue esa obsesión como empresa “estratégica”, casi como secreto de Estado, lo que explica su poco nivel de actividades operacionales en los últimos años, de la misma forma como no se pudieron terminar los proyectos ferroviarios, entre otros muchísimos proyectos de infraestructura y desarrollo industrial, que dependían exclusivamente de los ingresos fiscales petroleros que al derrumbarse por razones muy especiales, dieron al traste con centenares de empresas públicas e institutos autónomos de carater científico, deportivo, artístico y de cualquier otro tipo.
No sería nada sorpresivo que su personal especializado, este buscando trabajos en empresas privadas espaciales, actualmente en alza o en agencias espaciales de países más solventes que el nuestro.
2. Agencia Espacial de los Emiratos Árabes Unidos (UAESA) (en árabe: وكالة الإمارات للفضاء)
Es la agencia espacial del gobierno de los Emiratos Árabes Unidos responsable del desarrollo de la industria espacial del país. Fue creada en 2014 y es responsable de desarrollar, fomentar y regular un sector espacial sostenible y de clase mundial en los EAU. La agencia se encarga del crecimiento del sector a través de asociaciones, programas académicos e inversiones en I + D, iniciativas comerciales e impulsar la investigación y exploración de la ciencia espacial.
El interesante de este esfuerzo, es que siempre ha estado abierto a asociaciones estratégicas con agencias espaciales europeas y empresas privadas estadounidense, lo que explica su enorme desarrollo en tan poco tiempo de fundación y sus ambiciosas metas nacionales y regionales, poniéndose a la cabeza de todo el mundo árabe en materia espacial.
Dispone de la misma fortaleza financiera e institucional de la cual dispone el país entero y por lo tanto, es sin duda la punta de lanza incluso dentro de lo que pudiéramos describir como países en vías de desarrollo.
Acostumbrados a recibir noticias espectaculares en materia de infraestructura en la ciudad de Dubái, como producto de su buen criterio administrando la riqueza petrolera, el lanzamiento de la sonda HOPE, diseñada por los propios científicos y técnicos de Emiratos Árabes Unidos(EAU) al Planeta Marte, con el objeto de servir de inspiración a los científicos y estudiantes árabes y de paso celebrar el 50º aniversario de la creación del país en febrero de 2021, es una situación que obliga a reflexionar sobre las diferencias existentes entre gobiernos petroleros como Venezuela y EAU, sus sistemas político-económicos y resultados obtenidos en las últimas décadas.
3. Space Exploration Technologies Corp. (SpaceX)
Es una empresa estadounidense de fabricación aeroespacial y de servicios de transporte espacial con residencia en Hawthorne (California), fundada en 2002 por Elon Musk con el objetivo de reducir los costes de viajar al espacio para facilitar la colonización de Marte. SpaceX ha desarrollado varios vehículos de lanzamiento, la constelación de satélites de comunicaciones Starlink, la nave de carga Dragon y llevado humanos a la Estación Espacial Internacional en la Dragon 2. Los logros de SpaceX incluyen el primer cohete de combustible líquido financiado de forma privada en alcanzar la órbita (Falcon 1 en 2008), la primera empresa privada en lanzar a órbita y recuperar una nave (Dragon en 2010), la primera empresa privada en enviar una nave a la Estación Espacial Internacional (Dragon en 2012), el primer aterrizaje propulsado de un cohete orbital (Falcon 9 en 2015), la primera reutilización de un cohete orbital (Falcon 9 en 2017), la primera empresa privada en lanzar una carga en órbita heliocéntrica (Falcon Heavy con el Tesla Roadster de Elon Musk en 2018) y la primera compañía en enviar astronautas a la Estación Espacial Internacional (Dragon 2 en 2020).
SpaceX ha realizado 20 misiones de reabastecimiento a la ISS bajo una serie de contratos de la NASA, así como una demostración de la Dragon 2 el 2 de marzo de 2019, su primera cápsula certificada para llevar humanos, que volaría con tripulación por primera vez el 30 de mayo de 2020. En enero de 2020, con el tercer lanzamiento de Starlink, se convirtió en el operador con la mayor constelación de satélites del mundo.
Es muy importante no olvidar lo siguiente en esta dinámica espacial:
A pesar de haber ganado diversos contratos espaciales con la NASA, desde el principio, se trató de crear una empresa rentable financieramente, que vendiera servicios de transportación y comunicación, a los que actualmente, se pueden unir las nuevas áreas del “turismo espacial”, la minería en asteroides y la colonización en Marte y la Luna, con capital privado y supervisión gubernamental estadounidense, acorde a la ley de competitividad de lanzamientos espaciales comerciales de Estados Unidos (2015). El objetivo del proyecto de ley era permitir que las empresas e individuos estadounidenses pudieran hacerse propietarios de los recursos que se extraen de los asteroides y de cuerpos celestes fuera del mundo, así como venderlos, al “facilitar un entorno favorable al crecimiento de la industria espacial comercial en desarrollo”.
Recordemos que el Presidente estadounidense Donald Trump agitó la opinión pública internacional cuando firmó una orden ejecutiva para “privatizar la Luna”. El documento emitido por la Casa Blanca señala que “el espacio exterior es un dominio legal y físicamente único de la actividad humana, y Estados Unidos no lo ve como un bien común global”. La medida se justifica en que “la incertidumbre con respecto al derecho a recuperar y usar los recursos espaciales, incluida la extensión del derecho a la recuperación comercial y el uso de los recursos lunares ha desanimado a algunas entidades comerciales a participar en esta empresa”.
En conclusión, podemos decir que siempre hay razones políticas para fomentar el orgullo nacional y el patriotismo con viajes espaciales, siendo esta la base política propagandística que dio origen a la “carrera espacial”, después del lanzamiento por los soviéticos del satélite Sputnik y en este sentido, se puede decir que entre 2010 y 2030 se cumplen aniversarios bicentenarios de todas las acciones de nuestra Guerra de Independencia, que prácticamente es el único capítulo de nuestra historia que goza de apoyo casi unánime para historiadores, políticos y población, puesto que de la creación de los Estados Unidos de Venezuela por José Antonio Páez y aliados, fue seguido en adelante por una inmensa polémica histórica e ideológica sobre los personajes y hechos históricos que afortunadamente, no han llegado a los extremos de derribar estatuas como en otros países.
La tragedia de celebrar estas fechas en un estado de ruina nacional, contrasta brutalmente con la de aquellos países creados 100 o 150 años después de 1810 y que están en una situación incomparablemente mucho mejor que nuestro país.
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