En su libro El poder del ahora, Eckhart Tolle nos habla de la importancia de vivir el momento presente y evitar los temores y anhelos del pasado y del futuro. Esta filosofía, de clara influencia budista, es la que nos llevaría a una realización espiritual, ya que el presente es lo único verdadero que tenemos y disfrutar de él el verdadero camino.
Esta filosofía se puede aplicar al individuo, pero también a las ideologías. El comunismo nos promete un futuro, un anhelo de futuro, a cambio de sacrificios en el presente. Así, según Karl Marx, la dictadura del proletariado es tan solo un periodo de transición que llevará finalmente a una nueva forma obrera de estado.
Esta visión del futuro hace que los hechos categóricos del presente, como lo son la pobreza, el fracaso organizativo, etc. no se tengan en cuenta y se vean como meros sacrificios que darán su fruto en el futuro.
Pero el comunismo no se basa tan solo en un anhelo falso de futuro, también se basa en las preocupaciones y temores del pasado. Existe un enemigo, el capitalismo, que es el que nos hace sufrir las miserias presentes. En definitiva, se circunscribe claramente a la negación del disfrute del presente y a caer en la trampa del miedo y el anhelo falso del pasado y el futuro.
Esto no quiere decir que, desde un punto de vista ecléctico, no existan ideas positivas dentro del comunismo. En mi blog verdadeconomica.com, en el artículo titulado “¿es posible un sistema económico más allá del capitalismo y el comunismo?”, defiendo que el sistema económico actual en la mayoría de los países es en realidad una mezcla del capitalismo y el comunismo.
Así, por ejemplo, el lema de “a todos según sus necesidades y de todos según sus capacidades”, de la ideología comunista, se aplica, en los sistemas occidentales, en parte, en el estado de bienestar, donde cada uno aporta en función de su riqueza.
Es difícil aplicar la filosofía del aquí y del ahora a la economía. La economía es una de las ciencias que más miran al futuro, pues todos sabemos que es primordial asegurarnos ciertos ingresos en el futuro para poder sobrevivir. De todos es conocida la fábula de la hormiga y la cigarra.
Pero también en economía deberíamos aplicar las ideas de Eckhart Tolle. Por ejemplo, cuando surge un nuevo poder económico, siempre se piensa en que sus empresas van a acabar con las nuestras en el futuro, en vez de disfrutar de las ventajas presentes que puede ofrecer un comercio justo.
Este es el caso de Estados Unidos con China, donde se está librando una guerra comercial, en vez de buscar vías de cooperación que pudieran ser satisfactorias para ambas partes.
Sin duda hay que planificar y pensar en cómo organizar el futuro, pero esto no debe hacerse desde la perspectiva del temor ni del anhelo incierto. ¿Cómo podemos justificar el altísimo gasto militar que hoy en día se da en el mundo si no por un temor exacerbado a un ataque improbable de un enemigo inexistente?
Solo cuando haya líderes mundiales que en sus ideas personales acepten la importancia del presente, se conseguirá que esta filosofía se aplique a la sociedad y que aquellas ideologías, como el comunismo puro, que llevan al sufrimiento en vez de al progreso, pensando en un futuro incierto, en vez de en un presente real, desaparezcan y se consiga un bienestar que repercuta en cada uno de los miembros de nuestra sociedad.