OPINIÓN

El colapso de Venezuela como Estado: falta de compromiso e identidad

por Carlos Ojeda Carlos Ojeda

Diputado Luis Silva

En una jerarquía, todo

empleado tiende a ascender

hasta su nivel de incompetencia:

La nata sube hasta cortarse.

Laurence J. Peter

La providencia según la Real Academia de la Lengua, es la disposición anticipada o prevención que conduce al logro de un fin. En derecho es una «resolución judicial referente a cuestiones procesales» y para otros, es el destino que los creyentes le atribuyen a la misericordia de Dios.

Tengo una percepción diferente de la frase histórica de Bolívar al expresar: “Estados Unidos parece destinado por la providencia a plagar la América de miserias, en nombre de la libertad” no creo que él se refiriera a nuestro destino, sin duda solo nos advertía que debíamos prevenirnos ante esa intención de Norteamérica. Bolívar fue un hombre culto, estudiado y preparado en muchas áreas.

Un Estado es una organización política constituida por un conjunto de instituciones burocráticas estables. Una nación es una comunidad social con una organización política, económica, soberana territorialmente y capaz de identificar a sus ciudadanos, con el mínimo común denominador de algún sentido de identidad.

El sentido de identidad de Japón evolucionó desde Nagasaki e Hiroshima. El desarrollo de la identidad de una «nación mercantil y pacífica» la ha convertido en una potencia.

El nacionalismo alemán de Hitler cubrió de tanta vergüenza posguerra a su gente decente, que reivindicaron con tanta dedicación y moral su compromiso para con la humanidad, que lograron que la frase «raza superior«, fuese una referencia de educación, excelencia, calidad y perfección, tanto en el comportamiento cívico como en sus cualidades ciudadanas. Su nuevo sentido de identidad: «Moralidad, dedicación, cooperación y cumplimiento de las normas«.

Podría hacer un compendio comparativo de nuestra falta del sentido de identidad. No lo considero necesario. El colapso de Venezuela como nación está a la vista.

Desde los antiguos sumerios y egipcios, la administración de los ingresos del comercio, fue basado en métodos organizativos de acuerdo a los conceptos y reglas de la iglesia o de las antiguas milicias. Innovaciones fueron creando extensiones de base como la álgebra, los números y hasta la contabilidad.

En el siglo XX, la administración se conceptualizó como: La ciencia social que aborda el proceso de planificar, organizar, dirigir y controlar los recursos y actividades de una organización para alcanzar sus objetivos. La tecnología se hizo presente en la industria y el comercio. Por desgracia la política en la administración pública y privada también.

La Revolución Industrial, la producción en serie, el crecimiento financiero público y privado, los mejores ingresos en función de los cargos jerárquicos personales en las modernas corporaciones, hicieron famoso a Laurence J. Peter. Él solo concluyó: «…A las personas que realizan bien su trabajo se les promueve a puestos de mayor responsabilidad, a tal punto que llegan a un puesto en el que no pueden formular ni siquiera los objetivos de un trabajo, y alcanzan su máximo nivel de incompetencia… »

Sin querer profundizar en el efecto Dunning-Kruger sobre el sesgo cognitivo, ni el enunciado de Cyril Northcote Parkinson en 1957 al afirmar: «El trabajo se expande hasta llenar el tiempo disponible para que se termine». Debo considerar que luego de los dos (2) primeros lustros de la democracia, cuya función principal fue la de transformar un población rural y analfabeta en un colectivo pleno de servicios públicos, sanitarios y educativos. Le han debido suceder líderes sociales y políticos que nos hubiesen instruido en la importante relevancia -tanto en las universidades como en los cuarteles- de un válido sentimiento patriótico. El compromiso para con nuestra delimitación geografía y la identificación con el único y verdadero compromiso nacionalista. Nuestra humilde e indestructible hermandad. Los venezolanos hoy más que nunca debemos demostrarlo.

La incompetencia se ha generalizado tanto en la administración pública como en la privada. Incompetencia que ha logrado colapsar a este país como Nación. La improvisación, las soluciones simplistas y la falta de compromiso pareciese parte de nuestra identidad. Podríamos tener esperanza.

Firmemos el pacto de la esperanza propuesto por Luis Silva, un ciudadano más del estado Bolívar.  No lo hagamos por él. Hagámoslo por Venezuela