Por equipo editorial
Ha llegado la hora de la verdad. Luego de 25 años de «socialismo», casi 12 años regidos por el madurismo, la efervescencia de un país está orientada hacia un cambio de sistema político que sólo ha sumido al pueblo en el hambre, la postración social y el abandono de sus hijos hasta otras naciones.
En tal sentido, como lo han dicho y expresado la mayoría de encuestas serias y con credibilidad, se espera un triunfo inobjetable del candidato presidencial Edmundo González Urrutia sobre el candidato a la reelección, y responsable directo en la mayoría de males en que hoy está hundida la república en lo político, económico y social.
Así, el ver desde niños, adolescentes y jóvenes, hasta hombres y mujeres en su máxima senectud, abriendo sus brazos con sonrisas a la líder de la oposición venezolana, María Corina Machado, en lo que fueron todos sus traslados, visitas y concentraciones en los diferentes estados del país, a estas alturas, no tenemos mínimas dudas que el triunfo de la oposición en las urnas será arrollador, al punto de que la respuesta madurista ante semejante realidad política y social ha sido la represión, la amenaza y, por supuesto, la detención de quienes han integrado los equipos de campaña que han estado junto con la líder opositora, sin obviar que han «clausurado» cualquier comercio por el simple hecho de vender comida para las fuerzas políticas del cambio.
Del mismo modo, ha sido aberrante que después de que el CNE invitó al expresidente de Argentina Alberto Fernández para que actuara como veedor del proceso electoral, de manera intempestiva le hayan revocado la invitación por el simple hecho de haber manifestado que en democracia quien «gana, gana y quien pierde, pierde». Ha sido otro signo autoritario y neototalitario de quienes detentan el poder en contra de quien hasta hace poco, cuando era presidente de Argentina, era un «hermano del alma».
El madurismo también acaba de recibir sugerencias del presidente Lula da Silva, quien incluso lo emplazó a «aprender» a perder elecciones, algo que terminó de enervar al candidato del PSUV y cuya respuesta estuvo asociada con una «manzanilla», porque según él, sus palabras atizadas con sangre serían una «reflexión». ¡Vaya reflexión!
En términos de contienda electoral, el madurismo se sabe derrotado. No tienen elementos de convicción para evitar la enorme participación ciudadana que habrá el 28 de julio, por cierto, día del nacimiento de Hugo Chávez, con lo cual también quisieron manipular sentimientos en la memoria histórica de los venezolanos; pero ese hecho tampoco funcionó, como el haber intentado fragmentar la oposición con un número de candidatos que apenas sumando todos los votos de estos llegarían a 10% de preferencias electorales.
Por último, corresponde al CNE y la FAN hacer respetar y valer la Constitución ante mandato del pueblo, cuya soberanía ejerce a través del voto. Cualquier intento por desconocer la voluntad popular será un delito de «Traición a la Patria», y con máxima pena judicial. Esperemos que al final del proceso electoral, ambas instituciones sean garantes de la voluntad de una mayoritaria Venezuela que echará al madurismo de sus vidas y con su máxima herramienta: el sufragio popular.