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El castro-comunismo papal 

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El Papa Francisco da la bienvenida al presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel

Es objeto de análisis y debate. Testigo de movimientos políticos y sociales que han combinado elementos del socialismo y comunismo, siendo el régimen castrista en Cuba, un ejemplo destacado. La Iglesia Católica, tiene un papel notorio en la configuración del panorama socio-político de la región. El controvertido vínculo del régimen castrista y su ideología asesina, que interactúa con el Vaticano, causa aversión y repugnancia.

En un avión venezolano viajó el caribeño dictador cubano para ser recibido con el protocolo de rigor para los jefes de Estado, por el Papa que llegó del fin del mundo y salió de su quebranto de salud, incluyendo, el cardenal Pietro Parolin, que conoce en detalle la tragedia que significa el castro-comunismo, pues estuvo de embajador del Vaticano en Caracas.

Casi una hora -cuarenta y tantos minutos- estuvo el convaleciente Francisco, conversando con el tirano Miguel Díaz-Canel, como si en su lejana Cuba revolucionaria, hambreadora, opresora, instigadora de desórdenes, chula del chavismo, proxeneta del madurismo y fracasada en todos sus aspectos desde hace más de sesenta años de miseria, indigencia y represión del pueblo, incluyendo, la Virgen de la Caridad del Cobre.

El asombro al presenciar que la cabeza, guía espiritual del catolicismo y representante de Pedro, dialogaría cordial, con gentileza y afabilidad con el continuador de la reclusión castrista, fue desconcertante. Si Chávez se quejó porque olió azufre, en el pódium de la Asamblea General de Naciones Unidas después de que el presidente estadounidense hablara; a su Santidad, debió haberle llegado el pestilente hedor del demonio, en el corazón de la ciudad sacra.

Al presidente Bush se le puede responsabilizar de las muertes que hubiere causado la presencia militar en ocho años de mandato. Sin embargo, a Díaz-Canel, hay que imputarle las distorsiones, confusiones, heridos, muertos, torturados, presos y famélicos que el castrismo ha generado en Cuba y el mundo durante más de seis décadas, y su plena complicidad con otros asesinos mundiales, y en los tiempos aquellos cuando el propio Fidel y su entorno entusiasmaron, motivaron y armaron a quienes vinieron a tratar de arruinar la democracia venezolana con guerrillas, secuestros, asaltos a bancos, asesinatos de policías, lastimados, fallecidos de subversiones y rebeliones contra el Estado democrático.

Se comprende que el Papa venido de Argentina, de agrado comunista y usuario de autobuses, es también jefe del Estado de un país pequeño, pero de influencia mundial y que por ello deba recibir a otros jefes de Estado, aunque sean violadores de la paz, los derechos humanos y el civilismo. Sin embargo, es también representante de Cristo, mentor de millones de católicos, y cuarenta minutos tienen sabor a me importa un carajo; soy solidario con el comunismo cruel, implacable, falseador y asesino.

Que un comunista venezolano lo atienda para recibir instrucciones se entiende, aunque no se comparta. Pero que lo reciba en su oficina sagrada, guía de conciencia y delegado del Crucificado en la Tierra, se comprende menos. Es triste que el jesuita porteño haya llegado de tan lejos para abofetear católicos y expeler bochorno desde su bendecido y consagrado despacho vaticano.

El fundamento ideológico del castro-comunismo se basa en la ideología marxista-leninista que asesina, busca la igualdad social y abolición de la propiedad privada. La Iglesia Católica defiende la propiedad privada y promueve una visión de justicia social basada en principios cristianos. Pero ha tenido una posición ambivalente, complaciente, débil, ambigua y timorata hacia el castro-comunismo. Condena las violaciones de los derechos humanos y restricciones a la libertad de opinión y religiosa; por otro lado, algunos miembros de la jerarquía eclesiástica abogan por diálogos sin sentido, de perder tiempo y gastar esfuerzo, buscando áreas de cooperación en temas sociales, e irónicamente, en la educación y atención médica.

La relación entre el castro-comunismo y la influencia papal en América Latina es compleja y multifacética. Mientras que el régimen castrista promueve políticas contrarias con la doctrina y enseñanzas de la Iglesia Católica, que ha buscado mantener un coloquio sin posibilidades, arriesgando prestigio para encontrar áreas de cooperación en beneficio de la sociedad.

Lamentablemente, la influencia papal ha sido clave en el desarrollo de un enfoque tolerante, comprensivo y condescendiente hacia la infamia castro-comunista, que ha hecho en el pasado y hace mucho daño hacia el futuro.

@ArmandoMartini

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