Por perder un clavo, el caballo perdió la herradura,
el jinete perdió al caballo, el jinete no combatió,
la batalla se perdió, y con ella perdimos el reino.
Edward Lorenz
Comprender la dinámica del régimen siempre ha resultado difícil. El pensamiento de Hugo Chávez siempre resultó confuso por sus incoherentes ideas perversamente conectadas con múltiples teorías y conocimientos. Algunos se deslumbraron con tal magnificencia intelectual, incluso hoy día es posible escuchar a algunos hablar de Venezuela como la patria de Chávez. Sin duda, Venezuela es más que ese hombre confuso y perverso. Venezuela es un país sumergido en el caos, no por ello perdido en la historia. Una analogía difícil de entender sería la clave para salir del régimen y establecer el tan ansiado Estado de Derecho.
A la ciudadanía no le interesa saber de analogías, las penurias sobrepasan el límite de la paciencia. Sin embargo, la libertad es responsabilidad de cada una las personas sumergidas en el caos. Tal vez por ello sería importante reflexionar sobre las posibles explicaciones a la realidad.
Una explicación a la crisis de Venezuela podría arrojarla la Teoría del Caos, la cual supone que el resultado de algo es producido por diferentes variables y es imposible predecir su comportamiento. Contrariamente a lo comúnmente sostenido, lo formal podría no ser lo más preciso para comprender la crisis del país.
La Teoría del Caos comenzó a ser revelada en los años sesenta por el meteorólogo Edward Lorenz. El científico introdujo en un sistema informático datos del comportamiento atmosférico y obtuvo unos resultados inesperados. Al ensayar numerosas veces el mismo experimento, siempre obtenía resultados variables, impredecibles y coincidentes después de múltiples repeticiones. Estos resultados son conocidos como el sistema Lorenz o el “efecto mariposa”, ofrecerían una explicación a la crisis de Venezuela.
Existen dos grandes corrientes (paradigmas) en esta teoría, la determinista y la aleatoria. El determinismo sostiene que, si a pesar del caos se poseen datos precisos de un fenómeno en un instante, se podría predecir su futuro. Sin duda, este paradigma resultaría inaplicable a la realidad venezolana dada la inexistencia de transparencia del sistema no permite contar con datos cualitativos o cuantitativos confiables.
El paradigma aleatorio, en el cual incluimos la estadística inferencial, ayuda a explicar cómo los fenómenos, especialmente sociales, son casi impredecibles a largo plazo. Sin embargo, la observación de los fenómenos, la modelización de los resultados y el análisis de las inferencias y predicciones permite reducir el azar de los resultados. El matemático Henri Poincaré, el mejor representante de este paradigma citaba: El azar no es más que la medida de la ignorancia del hombre. Por ello, una estrategia para triunfar sobre el régimen es su estudio para luego actuar de forma caótica, no de forma tradicional y predecible, como hasta ahora se ha actuado.
Casi todo resulta inexplicable con el régimen. Nadie entiende cómo aún se mantiene secuestrando el poder. Sobrevive a la peor crisis económica hasta ahora registrada en la región. Ha conducido al país a una de las peores tragedias humanitarias registradas en los últimos años a nivel mundial. Se mantiene infiltrado de agentes extranjeros, terroristas, criminales, traficantes aliados y defensores del régimen. Es bloqueado económicamente, sus líderes son sancionados y expulsados de otros países. Incluso barcos de guerra mantienen vigiladas las costas marítimas en una lucha contra el narcotráfico. A pesar de todo ello, el régimen se mantiene y hasta lucha contra el covid-19. Pareciera que cada nuevo evento fortuito o no favoreciera la permanencia del régimen en el poder.
Los líderes del régimen y sus asesores conocen bien la Teoría del Caos. Saben que mientras sigan actuando de manera impredecible su caída se hace cada vez más difícil. El régimen mantiene en caos al país porque le conviene. Además, cada hecho trágico suscitado en el escenario internacional es capitalizado por el régimen. Por esto cada acción democrática emprendida por la ciudadanía es saboteada para generar más caos.
Para sumar más al caos, contamos con un gobierno ejecutivo y una Asamblea Nacional con legitimidad y limitaciones. Además, estas instituciones soberanas cuentan con aliados internacionales, todos con autoridad y capacidad de actuación. Sin embargo, hasta ahora ninguno ha podido hacer ceder al régimen.
El sistema revelado por el científico Lorenz registró coincidencias en la modelización de los datos. En otras palabras, por más impredecible que sea el comportamiento de un fenómeno incluso a largo plazo, siempre en algún momento repetirá una acción en un período. Esta repetición no necesariamente se produce por las mismas causas. Sin embargo, su reacción sería exactamente igual.
Un ejemplo de la afirmación anterior es la reacción del régimen ante la supuesta incursión militar al país registrada hace unos días. Considerando la versión que se trató de una aventura para liberar al país, la cual habría sido infiltrada por el régimen para hacerla fracasar, la repetición del fenómeno se habría producido. Algo similar sucedió en la Asamblea Nacional antes de la reelección de su presidente, Juan Guaidó.
Sería extenso de analizar solo en esta columna. En cualquier caso, el régimen crea condiciones para el caos, infiltra con sus recursos en la sociedad, espera el desarrollo del evento y, finalmente, actúa para erigirse como un Estado protector de un supuesto orden.
La propuesta de pensar y actuar de manera caótica para enfrentar y triunfar frente al régimen podría parecer incoherente con el establecimiento de un Estado de Derecho. No se trata de subvertir la poca legalidad existente en el país. Se trata de generar tantas situaciones caóticas para obligar el régimen a repetir sus actuaciones hasta hacerlo enfrentarse y se produzca el final. Por supuesto, hace falta algo más que salir a marchar o más que expresarse por Twitter. Incluso, no es necesario seguir esperando la unidad de los factores opositores. La heterogeneidad podría ser nuestra mejor estrategia ante la opresión. La diversidad de criterios para alzar la voz podría representar la mayor desestabilización del régimen. Tal vez sería necesario dejar de llamar a la unión del discurso e incentivar la lucha caótica y sin estructura. Un objetivo claro sin una agenda planificada colocaría al régimen en su mismo terreno de juego.
Parafraseando la cita inicial de esta columna, Venezuela perdió el clavo, la herradura y el caballo. Mas no la intención combativa del jinete porque no tiene otra opción. La batalla se puede ganar y aún estamos a tiempo de recuperar el reino.