A 14 días de las elecciones, queda claro, en el escenario político nacional, que una parte mayoritaria del pueblo venezolano va a expresar, por la vía electoral, su rechazo al gobierno de nicolás maduro, el peor de nuestra historia contemporánea. A pesar de lo que el gobierno diga o haga, maduro va a perder las elecciones.
La calle es un indicador claro de esta realidad. Las movilizaciones contrarias a maduro, son masivas, y en la mayoría de los casos, espontáneas, convirtiéndose en un fenómeno extendido en todo el país, un comportamiento político que parece difícil de revertir. Ésto ha sido así, a pesar de los torpes intentos del madurismo para impedir el libre tránsito y las concentraciones electorales, además de sus represalias posteriores.
Es importante resaltar, que esa población que se está concentrando masivamente en contra de maduro, no está apoyando un programa político en particular; menos aún, uno que arrebate la Constitución y las conquistas políticas, económicas y sociales establecidas en las leyes, que, aunque son permanentemente violadas, están allí. El pueblo está en la calle, masivamente, en rechazo a la continuidad de este gobierno y tiene sobradas razones para hacerlo.
El gobierno de maduro ha conducido al país durante 11 largos años, a una profunda crisis, destruyendo la economía real y la industria petrolera; ha entregado el petróleo, el gas y los minerales, destruyendo Pdvsa y el Arco Minero. Ha entregado la soberanía económica, petrolera e incluso, el Esequibo. Acabó con los avances de la Revolución Bolivariana y desmanteló todos los programas y conquistas populares del período de Chávez y los que se pudieron conseguir antes: la educación, la salud, el empleo, los derechos laborales, la moneda nacional, la institucionalidad, el Estado de Derecho y la Democracia Participativa y Protagónica.
Habría que hacer libros enteros y estudios, del desastre del madurismo. Para nosotros, y creo que buena parte del pueblo, está claro que esto que ha sucedido no tiene nada que ver con Chávez ni con su gobierno. Chávez murió hace ya 11 años; su gobierno y la V República fueron derrocados de inmediato por el madurismo.
Resulta crucial que las fuerzas políticas y sociales del país entiendan que una cosa es el madurismo y otra el chavismo. No se deben confundir estas categorías políticas, sobre todo si, más allá del odio o la intolerancia, se quiere hacer una evaluación correcta de lo que pasa en Venezuela y las perspectivas políticas hacia el futuro.
El madurismo es Antichavista y profundamente Contrarrevolucionario. Han desmantelado, cual Heródes, la Revolución Bolivariana y han impuesto con violencia una restauración política de derecha –un modelo fracasado y que había sido ya derrotado por el gobierno de Chávez–, ahora, más dependiente que nunca, que ha saqueado los recursos del país y entregado nuestro petróleo, el único recurso que nos permitirá salir de este abismo, a las transnacionales en las mismas condiciones que lo hacía el dictador Juan Vicente Gómez, llevando a nuestra economía, a lo que ahora llaman “El Modelo Chevron”, la máxima expresión del entreguismo.
Después de 11 años de madurismo, el país está en pedazos, la Patria descuajada, entregada. 90% de la población está en condición de pobreza, la economía fue dolarizada, con una inflación y devaluación permanente, mientras que, los salarios se reciben en bolívares sin valor, sin fuerza; el salario mínimo se encuentra en 3,6 dólares al mes, el más bajo del hemisferio, ¡una barbaridad! Pero esto, no es por las sanciones, ni por la mala suerte, esto, es consecuencia directa de la política económica del gobierno, del paquetazo neoliberal, anti-obrero, que el madurismo impuso, con violencia, para favorecer a su “burguesía revolucionaria”, en detrimento del pueblo.
En el país, con el madurismo en Miraflores, no existe futuro alguno, ni garantías de vida, mucho menos, rastros de aquel “Vivir Bien” del Pueblo. Todo se lo apropia una nueva élite, tan incapaz como violenta, que no deja espacio para el ejercicio de la política, ni siquiera, para una discusión de los problemas, la crítica, sea del color que sea; mucho menos, la rectificación, pues es, en esencia, intolerante y prepotente. Millones de venezolanos, para ser más preciso, 7,7 millones, se han visto obligados a salir de la patria, cosa nada fácil, dejando todo atrás, incluyendo sus seres queridos. Ésta es la dimensión de la tragedia provocada por el madurismo.
La gente está harta, hastiada del gobierno, de sus payasadas y de sus formas de hacer política, de sus rumbas y su indolencia frente a los problemas del país. Cualquier hecho lo demuestra, el más reciente, la tragedia de Cumanacoa.
Por eso, maduro no tiene pueblo, es la soledad del tirano, es el candidato solitario, nadie lo quiere, no puede mostrar la cara, no puede sumergirse en el seno del pueblo pobre, como lo hacía el Comandante Chávez. Jamás llenará las siete avenidas de Chávez, del 4 de octubre de 2012. No tiene liderazgo, ni la autoridad para hacerlo. Por ello, solo, o con sus más conspicuos representantes, a duras penas y moviendo toda la exigua maquinaria de lo que queda del PSUV, así como, el aparato de gobierno y de los mecanismos de control social, apenas llena una calle, o la mitad de una avenida, que luego, con sus manipulaciones mediáticas, “trolls” y “photoshops”, tratan de convencer –o convencerse–, de que cuentan con apoyo popular.
El madurismo tiene el severo problema de que nadie les cree. Eso sucede cuando la gente pierde la confianza y la esperanza en un liderazgo o una persona; eso es tan sencillo, como cuando se pierde el amor. En nuestra política, donde nuestras masas populares siempre han sido objeto de procesos de empobrecimiento y desinformación, la conexión espiritual con el líder es fundamental, la emoción, la fe, la esperanza en un liderazgo. Eso es lo que le sobraba a Chávez y eso es lo que no tiene ni maduro, ni nadie que lo represente.
El gobierno y nicolás maduro, en particular, están cosechando lo que han sembrado en todos estos años. Han dilapidado de manera absurda el inmenso capital político y la Patria, que dejara Chávez tras su muerte.
El madurismo ha actuado con violencia y convirtió la violación de los derechos humanos en una política de Estado, no permitió el ejercicio de la política, arrasó al movimiento popular y desmanteló al chavismo, como opción política. Ahora, luego de todo ello, tiene en la calle, la peor opción para ellos, al pueblo no le importa nada, lo que quiere, es que maduro se vaya.
Es por esto que, a pocos días de las elecciones, el gobierno y la cúpula del madurismo, están desesperados, negocian en secreto, mientras preparan un fraude enorme, saben que los números no les dan; como decía Chávez, “Dios habla por las matemáticas”, maduro NO tiene los votos necesarios para sostenerse en el poder.
Ahora, intentan crear la matriz de que las diferencias entre los contendores electorales, “es mínima”; esto, apoyado por la manipulación mediática, el control de los medios y las opiniones de los consabidos “expertos”. Pero, resulta muy difícil, imposible, que las tendencias electorales y del sentimiento popular –lo que se percibe en todo el país–, cambien en los 14 días que restan de campaña. Las “cartas están echadas”, basta ver ahora qué hará el gobierno y qué hará el pueblo.
El pueblo y todas las fuerzas políticas del país, en particular, el chavismo, deben estar preparados para un escenario donde el gobierno, va a escamotear, desconocer, la voluntad del pueblo.
El gobierno ha venido trabajando el escenario del fraude desde el mismo momento que intervino más de 10 partidos políticos, confiscando sus tarjetas; desde que sacó a Smartmatic (que había garantizado más de 14 elecciones) y entregó el sistema automatizado electoral a una empresa desconocida; desde que designó a Elvis Amoroso en el CNE, blindó el TSJ con sus incondicionales, inhabilitó a quien le dio la gana, impidió el registro electoral en el exterior, ha reubicado –y lo seguirá haciendo– a los electores y ha impedido la observación electoral; y todo esto, en medio de una ola permanente de represión y censura. Este proceso “electoral express” es, en esencia, un proceso fraudulento.
Lo digo con convicción y responsabilidad, porque sabemos de lo que son y han sido capaces de hacer los que están en el poder, lo que han hecho y siguen haciendo. El escenario de Fraude está en marcha.
La evidencia de la calle, las inocultables y masivas movilizaciones en contra de maduro, en todo el país, indica, que perderán de forma clara y contundente. La diferencia es mucha, maduro está en el foso de las preferencias.
Las declaraciones de maduro y otros personeros del gobierno e incluso, de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, donde han dicho explícitamente “que ganaran por las buenas o por las malas” y “que no están dispuestos a entregar el poder”, son una señal gravísima de que vamos a un escenario de Fraude con consecuencias impredecibles. Parece que harán lo que sea para mantenerse en el poder, pues saben que “en el avión de maduro, no caben todos”.
Se abre un escenario donde el pueblo va a requerir de toda la dirección política del campo Bolivariano, y de todo el país, para defender la Constitución y las leyes, y estar siempre al lado del pueblo. No podemos permitir que nuestro pueblo sea víctima, nuevamente, de la violencia de Estado, ni que sus derechos sean arrebatados.
La Constitución establece de manera clara, en su artículo 5, que la soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce a través de la Democracia Participativa y Protagónica, y del voto. Las elecciones universales y secretas, son un derecho fundamental consagrado en la Constitución; mal pueden, las instituciones y Poderes Públicos del Estado, incluyendo, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, escamotear la voluntad popular, puesto que la estarían violando. Parece que, a los actores fundamentales del gobierno y cierta Oficialidad, esto, y las consecuencias para el país, no les interesa. Es una insensatez; que cada quien asuma sus responsabilidades históricas.
Las crisis son revolucionarias, aquí lo que está desmoronándose, es un gobierno autoritario, antipopular, entreguista y muy corrupto; que no ha podido impedir, a pesar de la represión, el miedo y los inmensos recursos con los que cuentan, que el país se movilice.
En este escenario, que seguirá profundizando la crisis y la desesperanza, mal pueden los dirigentes chavistas, que han sido perseguidos o enviados al ostracismo por el madurismo, sean éstos civiles o militares, caer en el chantaje o la manipulación “del mal menor” o asumir la actitud de espectador pasivo, “de ver los toros desde la barrera”.
No podemos caer en el falso dilema de que no se puede “abrir las puertas a la derecha”, cuando este gobierno es tan de derecha o peor que cualquier otro; en todo caso, aquí los únicos responsables de lo que ha pasado ha sido la cúpula del madurismo, la derecha está gobernando hace tiempo el país. El chavismo no tiene candidato, y no votamos por maduro. Nosotros debemos estar en la calle junto al pueblo.
Se presenta un momento de definiciones, una situación que requiere conducción política y firmeza revolucionaria, para hacer al madurismo a un lado y acompañar el sentimiento popular, abrir los cauces políticos, restablecer el Hilo Constitucional y estar siempre junto al Pueblo, en combate, orientando y luchando para recuperar los derechos y conquistas arrebatadas, preservar la posibilidad revolucionaria, volver al camino de Chávez para la reconstrucción de la patria.
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