Apóyanos

El camino de Emaús

    • X
    • Facebook
    • Whatsapp
    • Telegram
    • Linkedin
    • Email
  • X
  • Facebook
  • Whatsapp
  • Telegram
  • Linkedin
  • Email

Se dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las escrituras?» Lucas 24: 32

Difícilmente podemos negar que estamos viviendo tiempos un tanto confusos donde destacan una serie de cambios y transformaciones en diversos ámbitos y escalas, si comparamos precisamente estos tiempos o época con las anteriores en la arista o contexto que se quiera hacer veremos notables cambios y situaciones, algunos para bien y otros no así. Los tiempos actuales no son mejores ni peores a los anteriores, son sencillamente diferentes, y diferentes porque el mundo cambio y dentro de este van aparejadas transformaciones en los modos de pensar, actuar relacionarse el ser humano y la sociedad, y encontramos una amplia mistura de modificaciones y transformaciones en lo político, lo económico, lo cultural, lo jurídico, lo religioso.

Ahora bien, lo que no podemos obviar es la necesidad de replantear a la luz del humanismo (como corriente que afirma y promueve los valores humanos) en este mundo globalizado y vertiginoso donde queda el ser humano, constituye la persona, su dignidad y sus valores el punto de partida y llegada de la sociedad actual, cabría preguntarnos está el ser humano en el centro del debate o debemos volver a resituarlo.

Como humanistas nos hemos identificado con el estoicismo como corriente de pensamiento y escuela filosófica que promueve la ética y la virtud como principal bien a cultivar por el ser humano, colocándose o sobreponiéndose este último sobre lo mundano, los excesos y placeres, el cultivo de la razón, la naturaleza y la verdad frente a la falacia. No olvidemos los puntos cardinales y virtudes estoicas como son la sabiduría, el coraje, la justicia y la templanza que en la contemporaneidad nos pueden aportar mucho como seres humanos.

Pareciera que estamos en una dinámica epocal que deshumaniza, la tecnología hoy nos enviste, nos arropa y tal vez nos aleja de la propia familia, de nuestros pares, nos convertimos en autómatas, y entre otras cosas, nos alejamos de Dios, no importa su nombre o como lo llame cada religión, y por ende al divorciamos de Dios nos alejamos de la fe y la oración y terminamos alejándonos de nuestro hermano, nuestro vecino o hasta de nuestra pareja o familia. Cómo las plantas o cultivos que requieren nutrientes y abono, los seres humanos requieren de vitaminas, alimentos físicos y espirituales que se traducen en salud y vitalidad.

Frente a esa dinámica deshumanizadora nos corresponde evangelizar, nos incumbe socializar, imbricarnos, revincularnos con el prójimo, con el vecino, con la pareja, con la familia y ante todo con Dios. Más allá de los errores en que la iglesia católica u otras incurran o hayan incurrido, el camino de la fe es el señalado a recorrer en estos momentos de orfandad, de pandemia y de grandes dificultades en nuestros países.

Los tiempos de crisis son tiempos de oportunidades, pero sobre todo la crisis en el ámbito que se plantee económica, política, personal y demás, representa un desafío y reto que nos permite nuevamente revivir y relanzarnos como seres humanos, como creyentes, como portadores de fe en este mundo cambiante trastocado en muchos aspectos, y donde los valores humanos, las virtudes y demás se constituyan en la amalgama clave y propósito de nuestras vidas y ejecutorias.

Emaús no solo fue una ciudad fortificada en Palestina muy cercana a Jerusalén, sino, además, en el nuevo testamento en Lucas 24, 13-35 se narra la aparición de Jesús en el segundo día de su resurrección antes dos de sus discípulos que hacían el camino hacia Emaús, y que no lo reconocieron sino hasta que Jesús desapareció después de bendecir y partir el pan y compartirlo con ellos.

Emaús es una hermandad o cofradía sustentada o concebida en la participación básicamente de laicos y católicos con acompañamiento espiritual de sacerdotes, dedicados a una amplia labor social y especialmente a la realización de retiros espirituales donde los caminantes reciben charlas, testimonios y diversas actividades de renovación espiritual basados en una trilogía como es el  pasaje del Evangelio de San Lucas (24, 13-35), asumir a Jesucristo resucitado y finalmente la privacidad o resguardo total de lo que se expone, confía y debate en medio de las charlas, experiencias personales, y testimonios diversos de los servidores en función de los hermanos caminantes de Emaús.

La singularidad de Emaús esta basada en un encuentro vivencial y espiritual que no tiene otro sentido que despertar en los caminantes la necesidad de espiritualidad, humidad, el cultivo de la fe, la oración y sacramentos cuyas acciones se concretan en servir, en labor social, en sensibilidad y socorro al prójimo en lo espiritual y en lo material. Esta hermandad y apostolado de característica parroquial comienza a crecer a nivel mundial, y los testimonios que se disponen sin caer en fanatismos de ningún tipo, es que hay un antes y un después del retiro espiritual emausiano, produciéndose una renovación de la fe, de lo espiritual y de la persona que se reencuentra literalmente con el amor de Dios.

En lo personal asumimos y somos testigos de que los retiros de Emaús permiten un reencuentro en la necesidad de alcanzar una vida llena de amor a Dios, de esperanza y paz espiritual. Hay que amarse para poder amar a los demás, hay que estar en paz y armonía para poder servir a los demás. Lo que vivimos como caminantes es inédito e indescriptible, de espiritualidad y renovación a partir de las experiencias personales y testimonios relacionados con el perdón, el servicio a los demás, la vida espiritual, la sanación física o emocional, las máscaras en nuestras vidas que nos alejan del prójimo, el manejo de las relaciones interpersonales, el cultivar una vida basada en los sacramentos, la presencia de Dios a través de la oración y de nuestras acciones entre otros aspectos.

La experiencia vivida con este sexto retiro de hombres (el primero después de la pandemia del covid) en los espacios de la hermosa casa de retiros de San Javier del Valle, actividad organizada por la Parroquia San Juan Apóstol de Santa Juana en la ciudad de Mérida al frente del padre Jean Carlos González y de nuestro coordinador parroquial Emaús Gabriel Peña, constituye un acierto, un esfuerzo de logística que no tiene otro fin altruista y espiritual sino el de acércanos a Dios y salir renovados en la fe, precisamente para servir, para evangelizar.

En ese sentido como caminantes fuimos privilegiados al poder compartir tres días de experiencias y vivencias únicas, y muchos nos corresponderá volver a los retiros en calidad de servidores para continuar propagando el evangelio y la dimensión espiritual que hay en cada uno de nosotros. Somos privilegiados por Dios por vivir en una ciudad como Mérida donde la impronta de la iglesia y universidad han hecho que sea una urbe diferente , particular y única.

Venezuela es una tierra de gracia bendecida por Dios, no sólo por sus abundantes recursos naturales, su ubicación, sus climas, sus montañas, llanos, esteros, paramos, tepuy, sabanas y demás, sino además y fundamentalmente por su gente. Los venezolanos somos generosos, auténticos y sensibles y como sociedad no habíamos conocido una crisis económica con sus respectivas limitaciones, penurias, padecimientos y demás como lo registrado en estos años de éxodo y diáspora. Tenemos un catalogo de situaciones denigrantes a la condición humana donde no sólo hay miseria, necesidades por doquier, tristezas, pobreza material y espiritual y en virtud de ello todos estamos obligados por condición humana, altruismo y sensibilidad a socorrer al necesitado, repito no es sólo un tema material y terrenal va mucho más allá.

Si algo requiere la gente en estos momentos de orfandad, enfermedades, limitaciones y cavilaciones de toda índole, es precisamente un mensaje de fe, un abrazo o una palabra que permita despertar una esperanza en ese ser humano que por diversas razones se ha anulado, apagado o se muestra distante de la fe y oración. Los peregrinos servidores y caminantes van andando con un mensaje, un apostolado y un servicio al prójimo necesitado de sanación física y espiritual.

San Agustín nos da luces al colocar al amor como el principal motor o combustible que guie nuestras vidas, sin equívocos San Agustín nos recuerda que no se puede amar lo que no se conoce, por eso la necesidad de conocer a Jesucristo, y además caminar a su lado como misión y mensaje de la iglesia católica, y especialmente de la hermandad de Emaús como premisa y cometido de acción.

San Agustín fue uno de los máximos exponentes y pensadores de la teología cristiana, acertadamente nos dice y sentencia que “si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor, si perdonas, perdonarás con amor. El que no tiene celos no está enamorado. Dios no manda cosas imposibles, sino que, al mandar lo que manda, te invita a hacer lo que puedas y pedir lo que no puedas y te ayuda para que puedas …la medida del amor es amar sin medida”

E-mail: [email protected]

El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!

Apoya a El Nacional