Desde incluso antes de que la Organización Mundial de la Salud declarara la pandemia por la COVID-19 hace casi dos años atrás, ya en las empresas se estaba hablando sobre el síndrome del “burnout” o “síndrome del trabajador quemado”, el cual hace referencia a la cronificación del estrés laboral.
En el artículo “How to Prevent and Recover From Job Burnout”, publicado a principios de febrero de 2021 en The Wall Street Journal, se asegura que más de las tres cuartas partes de los empleados encuestados por Gallup en septiembre de 2019 dijeron que habían experimentado agotamiento en el trabajo. Y la crisis sanitaria lo que ha hecho es ejercer aún más presión sobre los trabajadores.
El encierro que trajo consigo la pandemia y que implicó, entre muchas otras cosas, un cambio radical en el modelo laboral ―de la noche a la mañana los empleados abandonaron las oficinas para trabajar directamente desde sus hogares―ha hecho que ese agotamiento físico y mental se haya agudizado.
Pero, a pesar de que en todo este tiempo se ha documentado este fenómeno, todavía hay conceptos erróneos sobre lo que significa el término y sus implicaciones, ya que va más allá de sentirse emocional y mentalmente agotado en el trabajo. Es una condición que se prolonga en el tiempo y llega a alterar la personalidad y autoestima del trabajador.
Sin embargo, para algunos empleados el burnout es simplemente estar aburridos u odiar el trabajo, cuando realmente no es así. Es por eso que Christina Maslach, profesora de Psicología en la Universidad de California y creadora del Maslach Burnout Inventory, una herramienta de medición utilizada para diagnosticar el síndrome, lo dejó bien en claro cuando conversó con The Wall Street Journal el año pasado.
En el artículo “How to Prevent and Recover From Job Burnout”, Maslach aseguró que este síndrome “no se trata solo del individuo, sino también del equipo, el lugar de trabajo o la organización”. Esto significa que no se circunscribe a un empleado o empleados, sino que puede permear toda la empresa.
Tan es así que la misma Organización Mundial de la Salud incluyó el burnout como un fenómeno ocupacional en su Clasificación Internacional de Enfermedades, aunque no llegó a clasificarlo como un diagnóstico médico. No obstante, se está reconociendo cuán grave podría llegar a ser este síndrome si no se trata a tiempo y con las herramientas adecuadas.
El primer paso para prevenir y afrontar el agotamiento es, aunque parezca obvio, saber reconocerlo, lo cual puede no resultar tan fácil porque, como mencioné antes, va más allá de sentirse emocional y mentalmente agotado. Este síndrome involucra tres componentes interrelacionados: agotamiento, cinismo e ineficacia, que fueron descritos por expertos de la OMS.
Agotamiento. El trabajador puede sentirse exhausto y fatigado. Esta es a menudo la primera respuesta de estrés que notará, pero por sí sola no equivale a burnout.
Cinismo. Puede comenzar a sentirse más irritable e incluso pequeños detalles pueden hacerlo sentir hostil y enojado. También puede sentirse desconectado de su trabajo y comenzar a hacer lo mínimo indispensable. Esto puede hacer que cometa más errores.
Ineficacia. Puede tener sentimientos negativos acerca de sí mismo y cuestionar su propia competencia. La baja moral y la reducción de la productividad entran en esta categoría. Si empeora, puede comenzar a tener problemas con su salud mental.
Ahora, esto no se puede quedar en una mera descripción de posibles “síntomas”. No atender el burnout podría tener algunas consecuencias graves para la salud, tal como lo ha esbozado la Clínica Mayo. Entre ellas están el insomnio, las enfermedades del corazón y la presión arterial alta.
Por eso Maslach asegura que reconocer y manejar el agotamiento no solo es importante para el empleado que lo está experimentando, sino también para sus colegas. “Es probable que si usted lo siente algunos de sus compañeros de trabajo también lo sientan. Puede manejar el problema de manera más efectiva como una unidad que como individuos”, afirma.
Y esto no es un “problema” que deba resolver exclusivamente el trabajar, las soluciones también deberían venir del lado de la empresa cuando se presenten casos de burnout. Al final, la disminución del rendimiento laboral, el incremento de la accidentalidad, el absentismo laboral son solo algunos de los inconvenientes a los que se enfrentan todos cuando no se cuida el bienestar psicosocial.
Así que no hay que perder de vista que el burnout no es un simple estrés laboral.