Por más de dos mil años, la influencia de las enseñanzas de Sócrates (Atenas 470 a.C.- id. 399 a.C.) ha marcado el desarrollo del pensamiento. Su legado, sustentado en el diálogo y férreo cuestionamiento, dotó a la filosofía de un disciplinado carácter que se pone de manifiesto en el presente. Gracias al estudio de novedosas teorías se comprueba su impacto en el entendimiento contemporáneo, marcando la forma y el fondo de la comprensión en temáticas propias de la formación y de la ética; además, la contundencia de sus postulados se adentra en terrenos de la política y la importancia de esta como modelador de la sociedad.
Entre las lecciones más valiosas que dejó este pensador griego resalta la conocida expresión “lo único que sé es que no sé nada”, la amplitud de esa sencilla frase recoge la importancia de la humildad como parte esencial del crecimiento, solo aceptando que el conocimiento es una enorme vastedad del que somos ajenos y que nuestro rol debe partir de cuestionar todo, incluyendo las creencias y lo que se asume como cierto. Esto nos permite engrandecer en medio de nuestra minúscula realidad. Los fundamentos éticos son el inicio en el camino a consolidar un pensamiento autocrítico y reflexivo, elementos esenciales en la construcción del auténtico progreso.
El método socrático es una corriente vigente en muchos sistemas de educación que estimulan el pensamiento crítico y el diálogo constructivo en el estudiantado. Gracias al debate y a la reflexión se busca alcanzar la razón desde la capacidad analítica del individuo, rompiendo con las estructuras que solo limitan el aprendizaje a un proceso de transmisión del saber. El hombre es capaz de generar nuevos intelectos y reformar la concepción de la ideas.
En la actualidad la polarización acentúa el discurso y lastra a la política de vicios que transforman las diferencias en peligrosas fuerzas que se oponen. Corrientes filosóficas más recientes han revitalizado el ideario socrático en el escenario político, rescatando el valor fundamental del diálogo como herramienta de entendimiento y fomentando el respeto entre las distintas posiciones ideológicas.
La problemática socrática por la búsqueda de la verdad y el progresivo cuestionamiento de nuestras creencias es presentada como una herramienta valiosa para fomentar un juicio crítico y ético en diferentes ámbitos. En resumen, se trata de un texto que busca informar al lector sobre el impacto actual del legado socrático, pero también invita a reflexionar acerca de cómo podemos aplicarlo en nuestra vida cotidiana. Además de su peso en el presente, sabemos que Sócrates fue un filósofo controversial y peligroso, siendo fustigado con severidad en la Grecia de ese entonces.
En Apología de Sócrates, Platón narra el juicio al que fue sometido Sócrates, acusado de corromper a la juventud y no creer en los dioses del Estado. A pesar del peligro de muerte, Sócrates realizó su defensa con un brillante discurso en el cual deja por sentado que su misión es descubrir la verdad y enseñar a otros como hacerlo. La Apología se convirtió en una obra primordial que echa luces en al entendimiento de las ideas y del carácter ético e intelectual de este gran pensador. Su alegato, colmado de fuerza y humildad, evidencia coraje pero con la consciencia del respeto hacia aquellos que lo acusaron. Esta postura sintetiza su compromiso inquebrantable con sus principios a costa de su vida. Resalta su honestidad teórica, la que no sucumbió pese a enfrentarse al poder político y a la religión. La Apología ayuda a apreciar la magnitud del legado de Sócrates y cómo su filosofía impactó a la historia.
Los innumerables textos que recogen la herencia de este pensador que sobrevive hasta nuestros días, permiten elaborar una imagen de un hombre que se crece con el paso del tiempo, ya que sus postulados se adecuan y reflejan la posibilidad de mejorar la condición humana. Es por esto que la Máquina Teatro ha llevado a escena una reflexiva y telúrica estampa de este personaje: Juicio a Sócrates, obra de José Tomás Angola, escrita y dirigida a partir de la Apología de Platón y la de Jenofonte, pieza que expone los temas universales del diálogo platónico (la justicia, la verdad, el bien y la sabiduría) y que cuenta con la catedrática interpretación de Carlos Abbatermarco en el rol del ilustre sabio.
Con su solvente y punzante actuación, que muestra la grandeza de esta trascendental figura, cuyas ideas cobran visos magistrales y resuenan en el interior del espectador, Abbatemarco nos conduce a una confrontación que se extiende más allá de la consciencia y empuja a una íntima exploración de lo que sustenta el saber y la creencia. “En un mundo deshumanizado, signado por antivalores, en el que prevalece lo materialista, lo poco empático con el otro y la distorsión de una visión de uno mismo, las palabras de un Sócrates son necesarias”, comenta el actor. Para este artista, de más de cuarenta años de trayectoria, la importancia de la obra radica en ilustrar dos frentes que, confrontados, perfilan mucho de lo que consiste el pensamiento occidental y recoge la evolución de las sociedades. Con franca introspección, sentencia: “Estamos movidos por unos hilos que no se corresponden con nuestros designios y están reñidos con el sentido de la vida… desde el teatro lanzamos un alerta ante aquello que nos amenaza con mezquindad y nos lleva a la oscuridad”.
El teatro de José Tomás Angola parte de las enseñanzas socráticas y dignifica con honestidad su condición de autor. En esta pieza se expande con sus principios e inquietudes desde la profunda cavidad del razonamiento. Su propuesta es coherente a sus posturas, sacude con estrépito y es afortunadamente ajena a la condescendencia. Como creador no busca complacer, con valentía se desprende del remilgo y la adulancia. Su estética y discurso son un atrevido acto de desprecio a la imperante mediocridad del reino estéril de lo fatuo, aquella que se nutre de la diplomática mendicidad.
Juicio a Sócrates, que se representará en la Asociación Cultural Humboldt (sábado 23 y domingo 24), es una buena oportunidad para encontrar senderos que conduzcan a espacios de crítica y comprensión. En esta puesta en la que abundan los elementos de inmersión que brinda la tecnología -escenografía virtual y realidad estereoscópica en tres dimensiones- , se revitaliza la enseñanza de una voz que desde la antigüedad nos invita a ejercer una de nuestras más grandes características: pensar.
Sócrates inspira a las nuevas generaciones a ser críticos e independientes, lecciones que son un llamado para quienes aspiran lograr un mundo en que prive la justicia y la equidad, un futuro edificado con los valores de la virtud: honestidad, respeto hacia los demás y la incansable búsqueda de la verdad. Sócrates fue alguien con una inagotable sed por encontrar respuestas y alimentó el deseo de ir más allá del conformismo social. Un ser capaz de expresar temple sin sacrificar el sentido crítico, atributo que es poco frecuente en la desorientada humanidad del presente.