Los venezolanos, al igual que son grandes guerreros cuando no dudan en tomar las calles para protestar por la ausencia de servicios públicos y la falta de justicia, también mantienen la esperanza de ver reconducir en paz la gestión gubernamental mediante la adipción de medidas que resuelvan la crisis que afecta de una u otra manera a la totalidad de los habitantes. Los descendientes de Simón Bolívar no olvidan tan loable premisa ni sus haberes ciudadanos de acción.
El ente gubernamental, con bombos y platillos, anuncia un nuevo cono monetario y crea expectativas de un sobresaliente futuro con el bolívar digital. En busca de una acertada ilustración les presento lo que la Autoridad Bancaria Europea considera es una moneda digital (ABE). Es una representación digital de valor que no es emitida por un banco central o una autoridad pública, ni necesariamente conectada a un dinero fiduciario, pero es aceptado por personas naturales o jurídicas como medio de pago y puede ser transferido, almacenado o intercambiado electrónicamente entre individualidades o empresas a su riesgo.
El bolívar digital no existe en tanto que no aparece nominado para referirse a la moneda en ninguna parte del Decreto N° 4553, observación igual que hacemos con relación a la Resolución N° 21-08-0 del BCV, donde se le hace referencia solo como nueva expresión monetaria.
El venezolano común teme que, como en el pasado, el anuncio del bolívar digital sea la clarinada de malas nuevas y esté a las puertas de una escalada inflacionaria. El economista José Guerra advierte que la intervención del Banco Central de Venezuela en el mercado cambiario con 50 millones de dólares podría provocar una megadevaluación del bolívar, pues el ente emisor, ante la demanda, carece de reservas para mantener el dólar bajo.
Desde 2011 hasta 2020, indica el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, los reclamos por violaciones del orden constitucional fueron 86.500. Con incidencia en la represión se realizaron 58 porcentual por contravención a derechos económicos, sociales, culturales y ambientales (Desca). Como prerrogativas civiles y políticas (DCP) pasaron de 11% en 2018 a 42% durante 2019. Para ese entonces ya Chávez y Maduro abandonaron sus deberes con el venezolano común para utilizar los recursos patrios en aventuras antidemocráticas en el continente americano.
El ejercicio personalista, dictatorial y tiránico del mando en Venezuela en los últimos 22 años, bajo Hugo Chávez Frías y Nicolás Maduro Moros, trajo como consecuencia social, entre otros conceptos, el empobrecimiento de la nación como Estado.
Desde el punto de vista social, la inconmensurable cantidad adeudada a instituciones como gobiernos -160.000 millones de dólares- y al mercado local de bienes y valores no se ve reflejada junto a los altísimos ingresos fiscales petroleros.
La Universidad Católica Andrés Bello de Venezuela, en su encuesta anual sobre las condiciones de vida de la sociedad venezolana, arroja que 94,02% es pobre y 76,6% vive en pobreza crítica.
Sin duda alguna, solo es posible alcanzar un territorio en vías de desarrollo tal índice de pobreza cuando los jueces naturales obedecen a ideologías olvidándose de hacer justicia, el acceso a los alimentos es limitado, la salud pública es insuficiente, la educación solo básica y la iniciativa particular un delito.
El instituto emisor reconoce en sus decretos y resoluciones el signo monetario bajo los cuales fueron firmados documentos en transacciones comerciales, así como la circulación del bolívar soberano junto al nuevo cono monetario.
Los venezolanos están esperanzados en que el bolívar digital solucione la crisis existente; sin embargo, profesionales en materia macroeconómica consideran que el nuevo bolívar digital es una medida más cosmética que estructural. Esta nominación ubicada en medio del contexto hiperinflacionario venezolano pudiera estar condenada a sufrir el mismo fracaso que sus antecesoras.
El billete digital lleva implícito en realidad una depreciación de 14 ceros y acrecentarán tales signos con el tiempo, lo que lleva a algunos analistas a augurar un futuro incierto.
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