¿Recuerdan esa serie de televisión de 1978? Ha pasado toda una generación desde entonces. 14 años después los hoy adultos que estaban en la barriga de sus madres cuando los sistemas Bronco OV 10, los Mirage, los T2D y los F16 escenificaban raids aéreos en los cielos de Caracas y bombardeaban la ciudad como la Luftwaffe nazi a Londres en la II Guerra Mundial, son venezolanos que están próximos a enfrentar las crisis de los 40 años. Ese matracazo emocional -más en los varones y menos en las hembras- donde por primera vez empieza a sentirse que los años están pasando, que se está empezando a pasar del nivel medio de la esperanza de vida y que es bueno sacudirse un poco. Algo así está ocurriendo con el 4F y su carnal el 27N. De este último se están cumpliendo 32 años; y la única crisis militar minúscula que se levanta es porque la revolución bolivariana corrió en 13 días hacia atrás la fecha del nacimiento de la aviación militar. Eso ha sido en estos últimos tiempos más importante que denunciar todo el sistema de complicidades y encubrimientos de los mandos militares de la época para que ese golpe de Estado, todavía con el olor de la pólvora en el aire y con los charcos de la sangre seca en la calle desde febrero, corriera libre y se materializara. Esa conjura del 27N y su gemelo del 4F no tuvo, según la versión oficial, generales y almirantes que alcahuetearon la conspiración hasta el desenlace. Todavía eso está bajo la alfombra.
Esa conspiración del 27N no tuvo cómplices, ni encubridores, ni coautores en la aviación militar en todos los grados. Todos esos pasaron lisos por debajo de la cuerda de la investigación policial y judicial del momento; y hoy, 32 años después, tratan de lavar sus pecados de ayer desde el anonimato y el silencio después de que se montaron en 1998 en la campaña electoral del entonces candidato el teniente coronel Hugo Chávez y luego en algunos cargos dentro de la naciente revolución. ¿Y los jueces militares de entonces? ¿Tienen alguna responsabilidad histórica? La acostumbrada manera venezolana de algunos jefes militares de pasar agachados frente a las compromisos constitucionales que los chispean también deberían ser motivos para recordar en esta fecha, sin priorizar para que nos tomemos el whisky y juguemos dominó el 10 de diciembre. ¡Allá va entrando a la panadería de su propiedad el general fulano ese fue el juez militar que instruyó el expediente que se quedó a mitad de camino y ese almirante zutano que va caminando rapidito para que no lo reconozcan fue el fiscal militar! ¡Este era el comandante general y aquel mengano era el ministro de la Defensa, o el inspector de la aviación; más allá se ve a quien era director de inteligencia! ¡Observa aquel que se cambió de acera para evitarnos, ese era el comandante operacional! Incluye en ese combo a los altos mandos de la época y el cuerpo de generales y almirantes. La guinda de la torta lo fue el sobreseimiento de Chávez y la liberación en 1994 de todos los que estaban en el Cuartel San Carlos, en Yare y en Ramo Verde en celdas de retiros espirituales que no pasaron más de dos años. Tan distinto a otros oficiales que han insurgido contra la constitución y la democracia en otros países y como mínimo se llevan la inhabilitación política de por vida y unas tres décadas tras las rejas. Todos esos fulanos, zutanos y menganos secundados por fulanejos, perencejos, zutanejos, y menganejos tienen grados, nombres y apellidos y los pasean públicamente como el marqués de Casa León en su tiempo. 32 años después del golpe sin que el dedo de las responsabilidades en la opinión pública los apunte y sin el miedo a que la crisis de los 40 los obligue a asumir sus culpas y al menos pedir perdón. No es de extrañar que estén aspirando a algún cargo ante la posibilidad de un próximo cambio político en el país.
Entre los daños físicos y materiales del 27N se contabilizaron cuatro aviones Bronco que fueron derribados, otros 17 aviones fueron averiados y las instalaciones de la FAV sufrieron daños por unos 800 millones de bolívares de la fecha. Las cifras oficiales hablan de 142 civiles y 29 militares fallecidos, adicionalmente 95 militares heridos. Las heridas a la Constitución Nacional y a la democracia de ese entonces forman parte de la factura histórica que debe cargarse a los responsables directos, a los cómplices, a los encubridores, a los coautores, y a los celestinos políticos y militares que todavía sobreviven impunes. Los muertos ya cargan la sentencia de la opinión pública.
Probablemente encubiertos entre el grupo de quienes protestan el cambio de la fecha de nacimiento de la aviación militar para el 27N están quienes en su momento alentaron obsequiosamente y serviles ante el comandante Chávez la resolución ministerial y las derivaciones revolucionarias de llevar desde el 10D hasta el 27N la nueva acta de nacimiento de la institución de los aviadores militares y más tarde le entregaron el emblemático edificio sede de la Comandancia General en la Base Miranda a José Vicente Rangel sin prender una turbina de protesta ni acercarse a un hangar con la braga de vuelo listo para despegar. Se han visto casos.
¡El avión, el avión! Así, anunciando la llegada de los visitantes que iban a cumplir sus quimeras y sueños en la isla, no importa el tipo, el señor Roarke y Tatoo iniciaban cada capítulo del programa. La serie de televisión se terminó hace mucho tiempo, pero todavía sobreviven algunos enanos políticos y militares en Venezuela en su propia isla de la fantasía mientras la mayoría de los venezolanos viven la realidad de la revolución bolivariana que se inició con el 4F y el 27N, hace 32 años.