El autoritarismo en Venezuela desde 1999, marcado por Hugo Chávez y Nicolás Maduro, está plagado de irregularidades y abusos contra los derechos humanos, con una crisis política, económica y social sin precedentes. Las medidas tomadas durante los últimos 25 años han consolidado un régimen enquistado en el poder, socavando la democracia.
Desde 1999, Hugo Chávez buscó controlar las instituciones y recursos estatales, con campañas caracterizadas por denuncias de fraude y manipulación electoral. Tras su muerte en 2013, Nicolás Maduro asume la presidencia y continúa con las prácticas autoritarias de su predecesor. Las elecciones presidenciales de 2013 y 2018 fueron cuestionadas por la oposición y la comunidad internacional con múltiples denuncias. Smartmatic, diseñador del sofware electoral, denunció resultados manipulados en las elecciones de 2017.
La presencia de Rusia en Venezuela durante las elecciones de 2018, incluyendo el apoyo político y militar del gobierno de Putin buscó consolidar del régimen autoritario. La presencia de aviones rusos en territorio venezolano, con acuerdos de cooperación bilateral a la que se sumaron China y Cuba, marcan la influencia extranjera en asuntos internos.
La formación del Grupo de Lima en 2017 reflejó la preocupación de los países de América Latina sobre la situación en Venezuela, condenando la ruptura del orden democrático y denunciando la migración masiva de venezolanos que hoy suma casi 8 millones, pero pierden fuerza con los cambios de gobierno.
En 2019, Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional y líder de la oposición, se proclamó presidente interino de Venezuela, desconociendo el segundo mandato de Maduro y denunciando la falta de legitimidad de las elecciones de 2018. Guaidó fue reconocido por 100 países que consideraron ilegítimo el gobierno autoritario.
El acuerdo de Barbados en 2023 entre Maduro y la oposición, buscaba una solución a la crisis política, con elecciones libres y justas. Pero las persistentes irregularidades, represión de la oposición y la disidencia, inhabilitaciones y falta de garantías democráticas ponen en duda estos acuerdos.
La prohibición de candidaturas opositoras, incluida María Corina Machado que gana las primarias con 92% de los votos, solo demuestra el temor de Maduro ante su contrincante. Sus maniobras, además de la detención e inhabilitación de opositores, incluyen el referéndum sobre la Guyana de Esequibo; emulando tal vez la consulta rusa para tomar posesión sobre Crimea; así como el sospechoso asesinato del opositor al régimen venezolano Ronald Ojeda, luego de que obtuviera asilo político en Chile, que nos recuerda, la muerte de Alexei Navalny, opositor al Kremlin quien fuera envenenado, encarcelado y muerto en extrañas circunstancias. ¿Coincidencias?
Maduro mantiene estrechas relaciones con Rusia, China e Irán. Cuenta con el apoyo incondicional el Lula, presidente de Brasil; Cuba, promotor de esta dictadura, así como Petro en Colombia, Bolivia y Nicaragua, pero sus amigos van decreciendo con los giros a la derecha en América, además de 85% de venezolanos que pide un cambio
Las sanciones internacionales no surten efecto ante la coalición autoritaria de Maduro, por ello es necesario apoyar a la oposición con presión diplomática, de organizaciones internacionales, así como de la comunidad internacional. La dictadura venezolana tiene 25 años sumiendo a 80% de la población en la pobreza extrema, atentando contra la dignidad y libertades fundamentales, lo que exige un cambio radical. El yugo impuesto por Maduro y los países que lo respaldan debe ser condenado para lograr elecciones transparentes.
Artículo publicado en el diario El Reporte de Perú