OPINIÓN

El automatismo de la confianza

por César Tinoco César Tinoco

Recientemente la empresa encuestadora Meganálisis dio a conocer su encuesta materializada entre el 25 de noviembre y el 2 de diciembre de 2019 (www.encuestadorameganalisis.com). Este artículo hará referencia a las respuestas de dos de sus preguntas.

La primera es: ¿Usted confía y apoya a la Asamblea Nacional de mayoría opositora, y que fue electa en diciembre de 2015? Los resultados arrojaron que 85,3% respondió No. La segunda pregunta es: ¿Usted cree que existen acuerdos y negocios ocultos entre la Asamblea Nacional opositora y el chavismo? Los resultados arrojaron que 72,6% respondió Sí.

No es la primera vez que una encuesta refleja la relación entre corrupción percibida y confianza. A los fines de presentar un argumento más aséptico en lo emocional, me referiré a los resultados de la última encuesta publicada por Latinobarómetro, correspondiente al año 2018. Su informe consta de 21 secciones y las que me interesan para soportar el argumento son la No. 12 (La confianza) y la No. 14 (La corrupción).

En la sección No. 12 se presentan los datos de confianza hacia todo tipo de instituciones, particularmente la confianza en los partidos políticos. De acuerdo con el informe: «Los partidos políticos son las instituciones encargadas de los procesos electorales. La caída de la confianza en estas instituciones da cuenta del peso que los ciudadanos entregan a las elecciones y su legitimidad. La confianza baja de 51% en 2006 a 28% en 2018. La corrupción ha penetrado las campañas electorales… La competencia electoral no es siempre vista como un proceso limpio, la corrupción ha enlodado su imagen haciéndole perder legitimidad al organismo electoral».

Para ese año de 2018, la confianza en el organismo electoral en Latinoamérica fue de 13%, en Venezuela de 14% y en Bolivia de 12% y el valor más alto alcanzado fue de 20% (Colombia, Uruguay y Guatemala). Más adelante, en la página 56, y dado que la puntuación obtenida en confianza en instituciones privadas es sensiblemente mayor que la obtenida para instituciones públicas, Latinobarómetro concluye: «Estos datos dejan de manifiesto que a pesar de los bajos grados de confianza en instituciones en general en América Latina, son las instituciones de la democracia las que tienen los grados más bajos. La mayor de las desconfianzas es con los componentes del régimen democrático».

Por su parte y en la sección No.14, se muestran las cifras obtenidas en las encuestas sobre percepción de corrupción. Vuelvo a citar textualmente parte de lo que aparece en la página 62: «Independiente del lugar que ocupa la corrupción en el problema principal del país, la percepción de aumento de la corrupción no cede. En 2017, 62% de los latinoamericanos decía que la corrupción había aumentado, en 2018 es 65%. Si miramos los datos por país vemos que en 17 de los 18 países la percepción de aumento de la corrupción es superior a 50%, llegando a más de 70% en 6 países…». De hecho y en tal informe, Venezuela fue el país con mayor puntuación en percepción de corrupción, alcanzando 87%. En las palabras del informe: «… el tema de la corrupción está en el radar de los ciudadanos como un tema en aumento, no en disminución…».

La subsección 14.3 indaga sobre la percepción de involucramiento en la corrupción de múltiples actores políticos y sociales: «51% de los latinoamericanos cree que ‘todos o casi todos’ los parlamentarios están involucrados en actos de corrupción. 50% cree que los presidentes están involucrados, 47% cree que los concejales y el gobierno local están involucrados en actos de corrupción. Desde luego que esto llama la atención porque en la pregunta “¿cuál es el problema principal del municipio?” no aparece la corrupción, sin embargo, la mitad de los ciudadanos creen que concejales y gobierno local están involucrados en actos de corrupción…».

Por cierto que para ese mismo año de 2018, el Índice de Percepción de la Corrupción que patrocina la organización Transparencia Internacional le asignaba a Venezuela una puntuación de 18, lo que la ubicó en el lugar 168 de 180 países, es decir, ocupando el puesto 13 de 180, como país más corrupto. La serie de tiempo de dicho índice para Venezuela revela que nuestro destruido país ha venido adentrándose progresivamente en la zona de mayor percepción de corrupción desde el año 2001, fecha en que alcanzó su máximo de 28.

Dicho todo lo anterior, quedaría solo definir que es la confianza. En las interacciones sociales Francis Fukuyama la define como «la expectativa que surge en una comunidad de que la conducta, el comportamiento, de todos sus miembros será regular, honesto y cooperativo, basado en normas comunes compartidas por todos (Trust: social virtues and the creation of prosperity. Nueva York: Simon and Schuster, 1996).

En las interacciones políticas y de acuerdo con Tom W. G. van der Meer (“Political Trust and the ‘Crisis of Democracy’«, Oxford Research Encyclopedia, Politics, January 2017), la confianza política presenta una característica que la diferencia del apoyo político, aunque no de la confianza como la define Francis Fukuyama. Tal característica define la relación de confianza por el grado de incertidumbre y/o vulnerabilidad del ciudadano sobre el futuro comportamiento del diputado o gobernante. Cuanto mayor es el riesgo, más difícil es confiar.

La confianza es, por lo tanto, un concepto relacional que vincula al sujeto (el ciudadano en este caso) con el objeto de confianza (el diputado en este caso). De hecho, no sostenemos comúnmente que la persona A confía sin referencia a un objeto de confianza. En el uso diario, la confianza también es condicional y se expresa con referencia a acciones o entornos específicos. Lo anterior quiere decir que la confianza se expresa con frases, como por ejemplo: «Los ciudadanos confiamos en los diputados de la oposición para que estos tengan un comportamiento integral y honesto, apegado a los principios democráticos, y representen correctamente nuestros intereses».

Cuando 85,3% responde que No confía en la AN y 72,6% responde que Sí cree que entre la AN y el chavismo hay acuerdos y negocios ocultos, significa que de no haber cambios visibles y comprobables en la conducta y comportamiento de los diputados opositores, los venezolanos seguiremos sumidos en la tragedia por mucho tiempo más. La confianza no es automática, se construye y se cultiva a través de hechos de confianza.