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El autócrata quiere una rendición, no una negociación

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El autócrata recientemente manifestó su supuesta intención de participar en una mesa de negociación con quienes conforman la oposición venezolana, pero fuimos testigos nuevamente de que simplemente lo hizo con el propósito de buscar distracción y desgaste.

No dejan de sorprendernos las frías y calculadas estrategias del usurpador para mantenerse en el poder, pues como lo he venido diciendo: de la mafia enquistada en Miraflores no se pueden esperar acuerdos ni negociaciones, porque son un grupo delincuencial que actúa al margen de la ley, lo han demostrado en muchas oportunidades y lo seguirán haciendo sin importarles el daño que causan al pueblo venezolano.

Maduro, tras aceptar ir al diálogo con la mediación del Reino de Noruega y otros actores extranjeros, muy envalentonado aseguró que asistirá, pero colocando de por medio ambiciosas e inaceptables condiciones que solo buscan la rendición de los sectores democráticos, mientras paralelamente continúa la persecución incesante a las voces disidentes acusándolos con historias y argumentos inverosímiles, para avanzar con su plan, que no es otro que abandonar esas conversaciones en cualquier momento, utilizando excusas banales. No hay voluntad de diálogo, nunca la ha habido ni la habrá, a no ser que le hagamos muy costosa su permanencia en el poder y le bajemos el costo a su salida.

Al farsante de Maduro no se le puede pedir que se comporte como un demócrata y dialogue civilizadamente. Las fuerzas democráticas saben que la autocracia jamás hará concesiones en las que perciba un mínimo riesgo de perder. Todos sus actos son incompatibles con los esfuerzos de crear condiciones para negociaciones integrales con la oposición, que resuelvan la crisis de Venezuela de manera decorosa y honesta. Del lado del despotismo nunca habrá un ápice de voluntad con medidas que no controlen y lo consideren una amenaza para su continuidad en el poder. Siempre han colocado sobre la mesa temas para desviar la atención y mantenernos distraídos en asuntos que no conducirán a nada beneficioso para los venezolanos.

Este régimen lo único que busca es la fractura, la desmovilización y la división de quienes queremos y luchamos por un mejor país. Y sabemos que lo que persiguen al proponer un diálogo es que se retiren las sanciones internacionales para seguir, mediante la corrupción, llenando sus bolsillos con el dinero de los venezolanos y extender su radio de influencia para captar otros sectores políticos y sociales que fortalezcan su campo de fechorías. Alcanzar un acuerdo con un grupo, cuyo principal y mezquino propósito no es otro que mantenerse en el poder, es inviable. No cederán frente a ninguna exigencia que podría ser el fin de su gobierno, de su zona de confort.

Por ello insisto, revisar nuestras acciones y tomar conciencia de que el más importante y verdadero diálogo, la conversación más honesta y transparente debemos tenerla con la gente en la calle, en las casas, sindicatos, universidades, escuelas y en los lugares donde haya venezolanos que deseen un cambio urgente. Hay que escuchar a quienes verdaderamente padecen y sufren a diario la tragedia que vive el país. Ese diálogo indispensable es con el pueblo para que recupere la confianza en sí mismo y en lo que puede hacer si utiliza la fuerza del voto como instrumento para desalojar del poder a quienes han hundido al país en la miseria.

Por eso, más allá de la desmovilización y la abstención que solo ha favorecido a Maduro, la unidad de propósito y el diseño en conjunto de una estrategia política que nos permita usar la poderosa herramienta del voto como nuestra ruta de cambio y libertad, han de ser prioridad.

Así que para enfrentar el escenario de luchas que se nos avecina es un reto ir juntos porque ir divididos solo nos garantizará el fracaso, la derrota. Es una necesidad imperiosa actuar con gallardía y a la altura que exige y le urge al país para su salvación.

Está más que demostrado que cuando la gente ve unidad en su liderazgo, pero sobre todo determinación, responde en masa y positivamente a las acciones que conduzcan al bienestar colectivo. Vamos a derrotar a los usurpadores con nuestro voto. Ellos ya no cuentan con el apoyo de la gente. Es la hora de los nuevos liderazgos que quieren y están dispuestos a mejorar la calidad de vida de los venezolanos.

La única negociación necesaria y diálogo productivo que podemos emprender deben ser capaz de alcanzar la mayor movilización de ciudadanos decididos a derrotar con sus votos a los candidatos de la autocracia.

 

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